Por: MIGUEL BLANDINO.
AMLO y Arévalo se reunieron hace una semana en Tapachula, Chiapas, para examinar la situación de la frontera entre México y Guatemala.
Al inicio de la reunión, la Canciller Alicia Barcena adelantó que en la idea de México también se incluye a Belice.
Los temas de seguridad, migración, canal interoceánico y ampliación del Tren Maya fueron los asuntos que abordaron en la cumbre de presidentes.
AMLO le está desbrozando el terreno a Claudia Sheimbaun, que va a continuar la 4a Transformación como primera mujer presidente de México, después de su victoria del próximo 2 de junio.
Ya incluso se habla de avanzar hasta Honduras y llegar a Nicaragua con la 4a Transformación y la conexión ferroviaria mesoamericana.
Para el traidor bukele, ese que mordió la mano que le dio de comer, no hubo ni una palabra, ni una sola mención. Ni para bien, ni para mal. Desgraciadamente, El Salvador se va a perder la oportunidad de avanzar en conjunto.
Pero eso no es nuevo: tampoco es una Nueva Idea. No será la primera vez que El Salvador traiciona a los suyos en aras del interés de los yanquis.
Hace 202 años El Salvador fue la única provincia de la antigua Capitanía General de Guatemala que se negó a formar parte del imperio que comenzaba a construir Agustín I.
La historia oficial que financiaron los ingleses que no querían que surgiera una competencia dejaron manchada para siempre la figura de Agustín de Iturbide que quiso gobernar bajo el título de emperador.
Todavía no se comprende que definirse como República no era muy popular en aquellos días en los que estaba bien fresca la sangre que dejó exhausta a Francia y le abrió la puerta a Napoleón, que se coronó emperador. Y nadie se pregunta por qué Inglaterra siendo un imperio estaba tan interesada en financiar la creación de más de 20 republiquitas con gobernantes de juguete en cada una de ellas y financió el asesinato de todos los unionistas.
El imperio de Iturbide pudo haber sido un territorio que abarcaba toda California, Nevada, Utah, Nuevo México, Texas, todo el territorio de la actual República mexicana, y toda América Central.
O sea, una potencia mundial latinoamericana para hacerle frente a los anglosajones. Pero no lo dejaron consolidarse: el propio congreso compuesto por muchos de los que vivieron en Londres su exilio, mientras duraba la guerra de independencia -no contra la corona española, sino primero contra Napoleón que gobernaba España por medio de su hermano José, y después contra el rey Felón, el que devolvió el absolutismo y abolió la Constitución de Cádiz, la más avanzada del mundo-.
Pero los imperialistas británicos financiaron por separado a los grupos oligárquicos locales y mantuvieron divididas las antiguas fracciones, facilitaron la destitución de Agustín I y su fusilamiento para dejar un país débil a merced del anglosajón del norte que le robó a México más de la mitad del territorio y puso a todos los grupos liberales y conservadores a luchar entre sí, dando financiamiento a los dos bandos.
Lo mismo siguieron haciendo los ingleses durante todo el siglo XIX a lo largo de toda América Latina, hasta fragmentarla tras la muerte de todos los unionistas.
Al final, Simón Bolívar se murió de tristeza y de pobreza; Antonio José de Sucre fue asesinado por el sicario Morillo; Francisco Morazán y Gerardo Barrios fueron fusilados después de que fueron traicionados. El General José de San Martín se fue a morir a Francia cuando Carlos Alvear lo traicionó y trató de capturarlo para entregarlo a la corona británica que había puesto precio a su cabeza.
En todo el siglo XIX la corona británica estuvo en su máximo nivel de dominio mundial, gracias a sus conquistas militares, el poderío naval, pero sobre todo por su poder económico que nacía del desarrollo tecnológico de la primera revolución industrial.
Pero Inglaterra no quería establecer su gobierno con fuerzas propias en América Latina. Le bastaba con someter a esos territorios por medio del endeudamiento, obtener a bajo precio sus materias primas y mantener a cada fragmento como cliente para sus mercancías.
En lugar de vasallos por la fuerza militar quería vasallos por la vía del sometimiento económico.
Para ello necesitaba gobiernos encabezados por cipayos vende patria, dueños de sus pequeñas parcelas donde reinaban rodeados de cortesanos.
Jorge Abelardo Ramos decía sabiamente hace más de medio siglo “América Latina no se encuentra dividida porque es subdesarrollada, sino que es subdesarrollada porque está dividida”.
Milei, Noboa y bukele son los cipayos del imperio en este tiempo. Quieren mantener dividida nuestra Patria Grande.
Traidores, como el “prócer”, padre de la patria salvadoreña (“para evitar las consecuencias si el pueblo se independizaba por su cuenta”, como dice en el Acta de Independencia), el cura José Matías Delgado, que en 1822 se embarcó hacia los Estados Unidos para rogarle a los congresistas gringos y al presidente Ulysses S. Grant, la anexión de El Salvador como estado asociado.
Ay, bukele, esta película ya la vimos. Nosotros siempre estudiamos Historia.
NOSOTROS SÍ ESTUDIAMOS HISTORIA
Si te gustó, compártelo