La inercia predomina el ámbito desesperanzador que vivimos una buena mayoría que se ve día a día con mucho tesón tratando de satisfacer un nivel de subsistencia mínima, que le permita cumplir con las obligaciones propias y familiares, sabemos que toda esta lucha por ganar ingresos, disponer de una estabilidad laboral con mínimas garantías, entender que el trabajo “no lo hizo Dios como castigo”, sino es el medio racional para satisfacer las necesidades mínimas vitales.
Por: Róger Hernán Gutiérrez*
L a manera intelectual y física que dispone la humanidad para un desarrollo como persona humana y como un aporte al desarrollo de la sociedad en general. Claramente en sociedades autoritarias, la realidad pasa opresivamente en cada grupo laboral, en unos donde el mercado impone su huella y es de acuerdo a la lectura dominante—muy importante—el caso de la tecnología incorporada e integrada en la producción de bienes y servicios, parecerían ser puestos de trabajo u ocupaciones donde todo estaría “bien”, son ámbitos laborales de avanzada, donde priva la decisión jerarquizada, con poca y nula horizontalidad, y donde igual las relaciones laborales se aparentan sin la necesidad del conflicto permanente entre fuerza de trabajo y el capital.
Sin embargo, la explotación laboral, situación que permite al empleador obtener plusvalía (trabajo realizado y no pagado de conformidad), a través de diferentes formas de hacer la producción de bienes y servicios, como son todas aquellas formas de hacer labores con supuestos incentivos (bonos) para animar a producir más, sin mejorar el salario, tiempo laboral estipulado por ley 8 horas y los derechos sindicales que permitan establecer relaciones laborales más equitativas, re distributivas de la riqueza producida. Esta situación de explotación laboral prevalece, en tanto no hay empleo, hay presión fuerte para obtener ingresos mínimos para vivir, condiciones casi sine qua non (obligadas) para aceptar la situación de un sujeto laboral desprovisto de integridad, de derechos y más un objeto donde el trabajo lo convierte en mercancía.
Por otro lado, la expoliación laboral—acción u omisión—que muchos procesos productivos contienen, en cuanto que su realización pone en peligro o destruye el medio ambiente, los valores sociales, la legislación laboral imperante—contaminación de ríos, la producción de deshechos contaminantes del ámbito social, y por tanto son trabajos totalmente precarios, poco y nada calificados, que no satisfacen un nivel importante de ingresos mínimos para alcanzar una pobreza relativa. Esto siempre conduce a faltar por la acción o la omisión a resolver y/o corregir los problemas que la producción realizada de esa manera ocasiona.
En fin, esta situación laboral prevalece en sociedades dizque democráticas, los ámbitos autoritarios han sido, parte del común vivir en el país, desde tiempos inmemoriales, pero lo claro es que estanca y retrasa el poco desarrollo alcanzado en materia de derechos laborales. La ley laboral y la institucionalidad creada al efecto para su cabal cumplimiento no funciona y por tanto no cumple su papel, en tanto la persona autoritaria es autocrática a la vez; y no permite que abajo haya un panorama diferente y la persona funcionaria asuma el papel que le corresponde por ley. Y todo por cuanto el trabajo—lo que se produce—alcanza un nivel de importancia tal, que no pueden suprimirlo del todo, y desarrolla otras ocupaciones complementarias y/o suplementarias sin el valor agregado correspondiente.
No se trata de ver un panorama tecnológico y una mano de obra conocedora, clara e integrada a este diferente ámbito laboral, es esencial que las decisiones se tomen con toda la información necesaria, y con sistemas educacionales y profesionales de conformidad.
Estamos en transiciones del tipo de trabajo que toca desarrollar, y los derechos laborales se han visto conculcados, violentados por quienes tienen el poder de facto, la cartera de trabajo es totalmente estéril, no comulga con el trabajo que hay y prevalece, por tanto, desprecia a la persona humana como condición sine qua non para desarrollarlo y ganar en integridad y dignidad.
Siendo así, el poder concentrado es para satisfacer intereses de una persona, un reducido grupo, es condición para el autoritarismo, y la manera como se ejerce es siempre disfuncional, en mucho castrante para el desarrollo de nuevas condiciones menos opresoras y hasta en favor de las mayorías. Y es por ello que los derechos laborales se han quedado rezagados, en su mayoría invisibilizados por la lógica autoritaria y son violentados per se, sin mayores oportunidades a reivindicarlos y mejorar su sustentación con base en la justicia social.
La legislación laboral es de 1973, con algunas reformas a partir del desescalamiento del conflicto bélico, no obstante, nada de lo producido ha estado en el orden que se necesita, se impuso la flexibilidad y desregulación laboral, el modelo no sindicato, una sociedad en pro del empresario, un Estado caducado e improductivo, ahora estamos en condiciones de una especie de principio de la negación de la negación, pero sin reconocer de hacerlo en comunidad, con todas las cartas sobre la mesa; y no como grupos iluminados, que tienen la verdad.
*Sindicalista salvadoreño