La semana pasada se viralizó desde el oriente del país, el que varios estudiantes habrían sido detenidos bajo el supuesto de mantener asociaciones ilícitas. De acuerdo a sus familias y conocidos, estos no están en conflicto con la ley.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*
A l margen de quién tiene la razón, el hecho es que se han desestimado las acusaciones judicialmente.
Al ejecutar sin confirmar, la PNC sigue reduciéndose a apenas hacer lo que se le indica, sin cumplir su rol de investigar, de confirmar las acusaciones a partir de los hechos.
Con el devenir en el tiempo ello no ha supuesto una verdadera profesionalización, por el contrario, su dependencia de los denominados testigos criteriados es casi absoluta, lo que vemos en los bochornosos papeles que hace cuando acusa sin evidencia ninguna.
Por supuesto esto depende enteramente de su dirección, que es de carácter política y no técnica, pues la mayoría de agentes siguen en la sintonía de procurar la seguridad de la ciudadanía, pero atajados por esa cultura que los supera, y que se les ha impuesto desde el estamento político y económico.
Sin embargo, ¿Por qué se persiguió a esos jóvenes? Aparentemente respondiendo al papel que desde el régimen se le ha asignado a la escuela. Debemos considerar para comprender esto, que hacia finales de 2021, y durante buena parte de 2022, las actuales autoridades del MINED iniciaron un proceso de remoción de directores a nivel nacional, afectando a buen número de escuelas, bajo el supuesto de incurrir estos en malos manejos de fondos (recordemos que los fondos que por ley las escuelas manejan, provienen de fuentes estatales a través del MINED), lo que en ninguno de los casos suscritos supuso procesamiento por robo pero sí la sustitución inmediata y sin mayores explicaciones de los directores en cuestión.
En realidad, fueron removidos para tomar control de las infraestructuras escolares, siendo sustituidos las tales direcciones por docentes con una agenda partidaria, que se ve reflejada en el creciente número de escuelas conflictuadas donde la transparencia está ausente, existe un manejo irregular de las mismas, y deben por tanto para evadirse de los señalamientos de su mal desempeño, trasladar la atención a terceros.
Estas personas, que claramente no son docentes de vocación sino por razones ideológico partidarias, hacen el trabajo arriba señalado, endilgando a sus estudiantes supuestas conductas delictivas que no pueden sostenerse jurídicamente, lo que más bien se corresponde con su incapacidad de manejar el creciente desorden que sus administraciones están derivando en los centros escolares.
La orientación es un elemento que no se cruza por la imaginación de estos seudo educadores, pensando como a inicios del siglo pasado, que el saber por la sangre entra, como afirmara el modelo argentino que entonces estuvo en boga, y que está más en sintonía con la idiosincrasia del régimen.
Así, un buen número de docentes provenientes de las filas del oficialismo hacen este turbio trabajo, demeritando la gran labor que debieran ejecutar.
Politizando así a la escuela.
*Educador salvadoreño