Mucho de lo que enfrentamos como clase trabajadora, tiene que ver con una lógica en el marco del trabajo que es totalmente desventajosa para los intereses de las personas trabajadoras que producen. La globalización económica impera en los destinos de muchos países, lo cual representa hoy un deterioro constante de las necesidades de los individuos en general.
Por: Róger Hernán Gutiérrez*
H ablamos de las necesidades básicas como seres humanos en convivencias casi milagrosas de existencia, todo hace falta: cultura del trabajo; ingresos insuficientes y condiciones de trabajo que no permiten construir una mayor y mejor humanización. Sin embargo, de lo que se trata es de una lógica económica, política y social que impera, se impone y deteriora los derechos humanos, complejizado tales aspectos desnutriendo una cultura de trabajo, deteriorada en sus valores, reglas, procedimientos y principios que comparten sus integrantes en una organización (sociedad), sin importar el puesto que ocupen en la producción.
Y con el medio ambiente, que se deteriora a diario, bajo producciones nocivas que lo continúan contaminando en perjuicio de la humanidad. Cómo entonces transformar una clase trabajadora que no alcanza a estructurar una estrategia a largo plazo para el clima, la naturaleza y la energía. El COP28—evento mundial contra el cambio climático— uno de los retos del foro de Davos es cómo podemos lograr los objetivos de descarbonizar la economía en 2050 y al mismo tiempo brindar acceso asequible, seguro e inclusivo a la energía, los alimentos y el agua.
Los grupos dominantes manifiestan una lógica de establecer la sociedad para su claro beneficio, y que no sólo se trata de alienación, esa limitación o condicionamiento hacia las personas, impuestos al individuo o a la colectividad por factores externos políticos, sociales, económicos o culturales y ahora medio ambientales—la situación lluviosa pasada en el país es claro de una muestra que el deterioro ambiental, el empobrecimiento constante en que vivimos y el grado de deshumanización existencial determina con claridad a quien ha beneficiado y quienes han sido los perjudicados—
En Davos en uno de tantos discursos, lugar donde hay turbiedad en acuerdos, pactos, foros y reuniones de grupos siniestros para analizar y decidir “El nuevo estado de la economía mundial” (1988), hasta “Reconstruir la confianza” (lo actual), declara a los trabajadores y a todos los pueblos del mundo lo siguiente: “Ya ni siquiera hace falta que se hagan elecciones, porque podemos prever e incluso saber de antemano cuáles serán los resultados”. Esto parece ser nuestra realidad en el país con lo que estamos pasando.
Se trata de la lógica que impone el capital financiero (la fusión del capital bancario con el capital industrial) a toda la humanidad, algunos opinan que se trata de la “esclavitud absoluta”. Puede ser, en tanto la situación que sucede claramente en nuestras vidas no es congruente en nada con los discursos políticos y acciones de quienes nos gobiernan y grupos élites que dominan nuestra sociedad.
Sucede que el “fin de la historia”, otra expresión de una misma cosa, como el caso que el Presidente Bukele nos llama en muchas ocasiones a darle vuelta a la página y desmemoriarnos de hechos históricos en el país, dizque para avanzar, una cuestión que afecta la cultura que hemos construido y aprendido por años. El fin de la historia presupone desde un punto del conocimiento científico “una parada, una detención, una situación no-cíclica ni gobernada por un eterno retorno. Según este enfoque, hay una evolución de la historia que tiene un término, y que desembocará en un período estable y sin cambios mayores”.
El fin de la historia, como lucha de ideologías, ha terminado, con un mundo final basado en una democracia liberal que se ha impuesto tras el fin de la guerra fría. “Lo dicen intelectuales del capital mundial, no era otra cosa que preparar el paso de un ataque genocida dirigido contra toda la humanidad del plano ideológico al plano práctico de la política y de la arrogancia completa del capital global contra el mundo obrero”.
Es importante una transformación social, pero no se observa que tenga una dirección fuera del sistema capitalista imperante, como tampoco ni una formación e institución política fuera de la democracia burguesa que conocemos—la base de un sistema representativo con sus diversas tonalidades y variantes. Finalmente, el despertar de la humanidad a un nuevo día, a una nueva sociedad, a una nueva forma de ser, no se realizará ciertamente bajo el modo de producción capitalista y su sistema social, y prolongación política de la democracia burguesa.
Esa transformación de los grupos laborales es necesaria en tanto lo que puede estar sucediendo es un agotamiento histórico del capital en su capacidad de socializarse, en su capacidad de realizarse, por una lógica de capital globalizado La desaparición de la socialización del capital y de las condiciones materiales para la reproducción continua de la existencia humana, indica que las condiciones para la destrucción de mejores relaciones laborales, el diálogo social, los derechos humanos, también han pasado a primer plano.
*Sindicalista salvadoreño