Muchos de los casos son prevenibles con cambios en el estilo de vida que protejan de la luz dañina, ya sea natural o artificial.
E l verano trae consigo playas, terrazas y actividades al aire libre que nos invitan a disfrutar después de muchos meses de trabajo. Pero el sol es un aliado y enemigo a la vez, y es el principal causante de la mayor parte de casos de cáncer de piel.
Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, uno de cada cinco ciudadanos de ese país recibe un diagnóstico de esta enfermedad antes de cumplir 70 años.
La enfermedad surge por el crecimiento anormal y descontrolado de las células cutáneas, alteradas por la radiación ultravioleta, el uso de camas solares o lámparas de bronceado artificial.
Muchos de los casos son prevenibles con cambios en el estilo de vida que protejan de la luz dañina, ya sea natural o artificial. El carcinoma de células basales, el tipo más común de esta patología, afecta con mayor frecuencia la cara, las orejas, los hombros y la espalda.
Por su parte, el melanoma cutáneo, aunque menos común, es el más preocupante porque de no tratarse con el tiempo, se prolonga a otros órganos. De hecho, está asociado a episodios de quemaduras acumuladas, y aumenta el riesgo de padecerlas con la edad.
Los expertos recomiendan no exponerse al sol de manera excesiva y sobre todo en las horas centrales, entre las 12 y 16 horas, y aún menos en verano. Para protegernos, muchos dermatólogos coinciden en que es recomendable utilizar ropa de tejido tupido, como algodón oscuro.
Es necesario buscar la sombra en la medida de lo posible y utilizar complementos, entre estos, gorras, sombreros de ala, pañuelos o las gafas de sol. También insisten en que hagamos una revisión exhaustiva sin olvidar ninguna parte del cuerpo, incluidas la parte trasera de las orejas, las plantas de los pies o el cuero cabelludo.
