Presupuesto 2025: otra ficción

¿Equilibrio o desigualdad? ¿Austeridad y sacrificio para quién?


Por: Miguel A. Saavedra


E l reciente anuncio del reelecto inconstitucional sobre el presupuesto del 2025 es otra ficción y ya ha generado una oleada de críticas y reflexiones. Presentado como un hito histórico—un presupuesto equilibrado y sin deudas—surge la pregunta: ¿a qué costo? La retórica del gobierno resalta la «independencia» financiera, pero detrás de este discurso se oculta una realidad sombría.

Ante el discurso del gobierno presentando un presupuesto «sin déficit» y alardeando de su «independencia», surgen importantes preguntas y preocupaciones. Si bien tener finanzas públicas saneadas es positivo, la verdadera interrogante es: ¿A costa de quién se logra este equilibrio? Es evidente que, una vez más, los programas sociales y los sectores más vulnerables serán los sacrificados. Los recortes, los despidos masivos y el descuido de las instituciones públicas claves como la Universidad, serán la moneda de cambio para este «milagro» presupuestario.

Mientras tanto, áreas como defensa, seguridad y propaganda gubernamental mantienen o incluso aumentan sus asignaciones. Además, los «remanentes no gastados» son discrecionalmente transferidos al Ejecutivo, creando una opacidad preocupante en el manejo de las finanzas públicas. Es evidente que el modelo de gobernanza actual prioriza el mantenimiento del aparato autoritario y clientelista, a costa del bienestar y los servicios básicos de la población. Los cuantiosos recursos destinados a la burocracia, la propaganda y las redes de lealtades parecen estar por encima de las necesidades reales de la sociedad.

La Ilusión de la Austeridad.
Un presupuesto «limpio» puede sonar atractivo, pero es crucial entender las implicaciones de esta austeridad. Históricamente, los programas sociales han sido los primeros en sacrificarse en el altar del equilibrio fiscal. La promesa de estabilidad económica se traduce en miles de despidos y recortes en los fondos destinados a pensiones, afectando a aquellos que han trabajado toda su vida por una pensión digna. ¿Quiénes son los verdaderos beneficiarios de esta política? Una vez más, parecen ser los altos funcionarios y las élites, mientras las clases más vulnerables quedan desprotegidas.

La Magia de las Finanzas Oscuras.
La retórica del presupuesto equilibrado esconde un manejo financiero que parece más un acto de magia que una estrategia económica sensata. Con carteras del Estado que no gastan el 60% o 70% de su presupuesto, salvo en áreas selectas como la militar o de propaganda, se plantea un escenario donde los remanentes se convierten en un recurso discrecional del ejecutivo. Este juego de transferencias y la posibilidad de endeudamiento inmediato son un reflejo de la falta de transparencia y responsabilidad en la gestión

La Economía del Sacrificio.
Una clase básica de economía nos enseña que equilibrar un presupuesto implica tanto aumentar ingresos como reducir gastos. Sin embargo, la estrategia actual parece centrarse en recortes indiscriminados que afectan a los más necesitados. Después del año 2020, las carteras del Estado han mantenido un gasto muy por debajo de lo planificado, lo que plantea serias dudas sobre la gestión financiera del gobierno. ¿Dónde está la transparencia en este manejo? Las reservas de información y la opacidad en la toma de decisiones son alarmantes.

Los programas sociales, que ofrecen un alivio directo a las poblaciones más vulnerables, están en la línea de fuego. Es alarmante pensar que, para mantener las apariencias de un presupuesto equilibrado, se sacrifiquen los servicios que sostienen a miles. La postergación de fondos destinados a pensiones y la falta de inversión en áreas críticas como la educación y la salud son una señal de que la austeridad no es un camino hacia la independencia, sino una estrategia de exclusión.

El Costo de la Propaganda.
El presupuesto militar y de propaganda parece recibir un trato preferencial, a expensas de sectores vitales como la educación y la salud. Mantener un aparato estatal que se dedica más a la represión y al control social que al bienestar de la ciudadanía es insostenible. La evidencia sugiere que los costos de mantener un sistema autoritario son más altos que los beneficios de invertir en programas sociales que realmente impacten la vida de las personas.

La «Estrategia Oculta»: La inversión extranjera como tabla de salvación.
La propuesta de que «otros inviertan por el Estado» a cambio de recursos naturales y negociaciones oscuras están en la nueva agenda y este escenario plantea un dilema complejo que pone en juego la soberanía nacional y el bienestar de la población. Por un lado, la inversión extranjera puede ser un motor de desarrollo económico, generando empleo y mejorando la infraestructura. Sin embargo, como se destaca en los apartados, esta estrategia conlleva riesgos significativos:

Pérdida de soberanía: Al ceder el control sobre recursos estratégicos, se compromete la capacidad de un país para tomar decisiones autónomas sobre su futuro.
Desigualdad: Los beneficios de estas inversiones suelen concentrarse en manos de unas pocas élites, tanto nacionales como extranjeras, mientras que las comunidades locales pueden sufrir las consecuencias negativas, como la degradación ambiental o la explotación laboral.
Falta de transparencia: La opacidad en las negociaciones y la ausencia de mecanismos de control ciudadano dificultan la evaluación de los impactos reales de estos acuerdos y limitan la posibilidad de exigir responsabilidades.

En esencia, esta estrategia oculta un riesgo de neocolonialismo, donde países más poderosos ejercen su influencia económica para obtener beneficios a costa de naciones menos desarrolladas. Es crucial que los gobiernos evalúen cuidadosamente los pros y los contras de esta estrategia, priorizando el interés nacional y el bienestar de su población.

Reflexión Final
El anuncio esconde muchas respuestas a las que no van a responder como a miles de hechos y dudas con reservas de información que tiene la población y la sociedad en general.

En resumen, este «presupuesto equilibrado» es otra ficción y esconde un modelo de austeridad selectiva y un profundo desequilibrio en las prioridades nacionales. Mientras unos pocos se benefician, son los sectores más vulnerables quienes cargan con el peso del «sacrificio». Es hora de cuestionar seriamente este discurso y exigir soluciones verdaderamente equitativas y sostenibles. El futuro del presupuesto 2025 nos invita a cuestionar: ¿realmente se busca un equilibrio, o es solo una fachada para perpetuar un sistema desigual? La austeridad no debe ser un sinónimo de sacrificio para los más vulnerables.

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