EN EXCLUSIVA. Coronel Majano: «15 DE OCTUBRE DE 1979, VISIÓN HISTÓRICA» 

El Coronel Adolfo Majano, Presidente de la Junta de Gobierno del 15 de octubre de 1979, escribe en exclusiva para EL INDEPENDIENTE, una lectura actualizada y su visión histórica de aquellos hechos que marcaron la vida y la historia de El Salvador. En la imagen Walter Raudales, Director de El Independiente recibe el libro: «Una oportunidad perdida» escrito por el Coronel Majano.

45º. Aniversario – San Salvador, 15 de octubre de 2024 

Por: Adolfo A. Majano Ramos.

Mes de octubre, vientos fuertes en el campo y ciudades de El Salvador. Hasta de atractivo turístico sirve siendo uno de los meses más recomendados a extranjeros para visitar nuestro país. “¡Quizás ya no venga! ¿No s´hia dado cuenta de que están soplando los vientos de octubre y que el barrilete vuela,” etc. Dice el respetado poeta salvadoreño Alfredo Espino, en su poema, una verdadera acuarela: VIENTOS DE OCTUBRE (A la luz del fogón). Involucrando al hombre y la tierra con su diversidad en tres simples líneas. ¡Qué belleza de poema, tan popular que hasta para aprender a leer y escribir se utiliza en la primaria!  

Octubre no ha estado exento de hechos naturales sobresalientes como el más devastador terremoto del siglo, grado 7.5 Ritcher, que el 10 de octubre de 1986, estremeció San Salvador. En 1998, el Huracán Mitch azotó el país, principalmente en Oriente. No solo la naturaleza ha lucido su presencia, sino los sucesos humanos. Por ejemplo, hay 14 días de fiesta en el mes, dicho sea de paso, sin asueto; en concordancia con los 14 departamentos de la división política; los 14 volcanes activos en El Salvador, de 170 en total; y 14 familias oligarcas terratenientes, antes dominantes. Transformadas actualmente. Así pues, existe el día de la caficultura el 1º. oct., del electricista el 4, publicista el 18, del cocinero el 20, del sindicalista y empleado público el 31, por mencionar solo algunos; casi todos dedicados a personas relacionadas con el trabajo. Una de fiestas más importantes es el 12 de octubre día de la Raza o la Hispanidad. Pero hay otras fechas con acontecimientos humanos de mayor calado. ¿Cuáles son estas?  

Después de la insurrección militar del “2 de abril” de 1944, que hizo tambalear al régimen dictatorial de Maximiliano Hernández Martinez, 13 años en el poder, seguida de la “huelga de brazos caídos” botándolo finalmente, quedó gobernando el general Andrés Ignacio Menéndez, apodado “cemento armado”. El 20 de octubre del mismo año, fuertes disturbios en la capital encabezados por estudiantes y el partido PUD del Dr. Arturo Romero, ocasionaron un golpe de Estado de Palacio que hizo caer a Menéndez ascendiendo provisionalmente al poder, el coronel Osmín Aguirre y Salinas. Todos sabemos esta historia.  

El 26 de octubre de 1960, se produjo el “golpe de Estado de los Compadres” o “de Teléfono”, pues la mayoría de los actores militares eran compadres y el problema se resolvió por medio de llamadas telefónicas. Conspiración militar liderada, según se supo ampliamente, por el coronel Óscar Osorio, ex presidente. Sacó del poder a José María Lemus, en medio de forcejeos políticos y desórdenes civiles capitalinos, que culminaron con un asalto por las fuerzas de seguridad pública, a la rectoría de la Universidad de El Salvador (UES). Se estableció una Junta de Gobierno (26 octubre 1960-25 enero 1961), compuesta por 3 miembros civiles y 3 militares. Sin plan y hasta sin Proclama, como único propósito prometió hacer vigente la constitución de 1950, de prestigio en el país y elecciones libres a la brevedad.  

En esta corta historia sobre octubre, verdaderamente de transiciones, llegamos al tema que nos interesa, el golpe de Estado 15 de octubre de 1979, realizado por la juventud militar salvadoreña de entonces. Nombre dado por el público al espíritu militar joven, animoso de renovar o contribuir al cambio del estatus político y social del país y de sus Fuerzas Armadas, especialmente motivado por las contingencias del momento. ¿Cómo ocurrió este? Con motivo del 45º. Aniversario que vale la pena recordar, esta es una breve explicación. Para bien o para mal, según el punto de vista de cada uno, afectó o influyó en la vida nacional convirtiéndose en un suceso histórico.         

El presidente de la República era el general Carlos Humberto Romero Mena, (29 feb. 1924-27 feb. 2017). “el viejo Romero”, según sus compañeros militares. Chalateco de pura cepa y del arma de caballería con especialización en los Estados Unidos Mexicanos, de lo que se enorgullecía. Fue ministro de Defensa en el Gobierno del coronel Arturo Molina, presidente de 1972-1977.  

La situación era la siguiente: “…se había vuelto crítica en extremo y, desde principios de 1979, la juventud militar estaba inquieta ante la inestabilidad imperante”, dice el teniente coronel Mariano Castro Morán, ya fallecido, en el libro, Relámpagos de Libertad II (1ª. Edición, dic. 2020; Pág. 73, 1er. párr.). Por supuesto, había manifestaciones caldeadas contra el Gobierno, desórdenes, huelgas y terrorismo. “En el gremio civil la incertidumbre era grande, lo mismo pasaba en el gremio militar” (Ídem, Relámpagos de Libertad II, Párr. 2). Basta esta descripción para formarse una idea, los derechos humanos en todas sus aristas estaban de capa caída, preocupación nacional e internacional. La opción electoral sufría desprestigio pues numerosa población era incrédula ante de la posibilidad de resolver los problemas por este medio pacífico. Esta era una de las mayores vulnerables del régimen. Con relación al asunto agrario, los campesinos clamaban pedazos de tierra, sin dar pasos efectivos para resolverlo. Romero y su equipo de trabajo eran conservadores en extremo. La crisis le llegaba al cuello, hacía agua por todas partes, y él, y su gente no se daban por aludidos. Aseguraban que no pasaba nada.  

Haciendo eco al clamor popular, vino entonces la acción de una parte cualitativa del cuerpo de oficiales de la Fuerza Armada, así se puede considerar, efectuando un movimiento militar secreto como era de esperar, espontáneo y natural; una conspiración que dio al traste con el estático y conservador Gobierno de Romero Mena, culminando con el golpe de Estado del 15 de octubre antes mencionado. Hay muchos puntos que considerar, esta reflexión es breve siendo correcto decir, que lo militar solo fue la punta del iceberg pues en dicha conspiración, como pocas veces, estaban involucrados sectores civiles. Fue civil y militar, el protagonismo civil fue mayor que el militar, difícil de ver por lo secreto de una confabulación. 

Las masas y la oposición eran quienes ponían en jaque al descubierto al estamento socioeconómico y político. Reconocidos personajes como el padre Ignacio Ellacuría, connotado dirigente de la Universidad Centroamericana (UCA), fue informado previamente dando ideas para el proyecto de Proclama número 1, de los tres que existieron. Monseñor Romero, con conocimiento también, dio al golpe su “bendición” en la etapa de conspiración y en las homilías de esos días, expresó reconocimiento a la forma serena como este se efectuó. “Y efectivamente, la toma de los cuarteles fue efectiva, habiendo dejado sin apoyo al Presidente, el cual buscaba refugio en cualquier cuartel, pero todos estaban tomados. Y el golpe, como dicen, fue científicamente preparado…” etc.  (Mons. Oscar A. Romero – Su diario-. Edición 10 de octubre de 1989; anotaciones: LUNES, 15 de octubre de 1979; Pág. 276, Párr. 4, líneas 8, 9, 10, 11). 

Borrador del primer mensaje, 1ª. hoja tomada del original en poder del coronel Adolfo Majano.

Conveniente es destacar como punto de partida, que la oficialidad joven al ganarlo manifestó mucho entusiasmo, lo cual, no fue bien visto por sectores revolucionarios de izquierda extrema, no digamos por las fuerzas conservadores también extremas, que combatieron este movimiento militar, solapada o abiertamente, sin comprenderlo bien aún hasta la actualidad. Después de Molina en 1976 con su proyecto de reforma agraria, fue esta la segunda pelea de cuenta entre el gremio militar y la oligarquía terrateniente, en el matrimonio, tirándose los anillos. Cae bien la alegoría. El primer mensaje al público transmitido a las 8 pm, más o menos, por radio nacional, lo dice todo: “¡Pueblo salvadoreño! En vista de la situación anárquica del país, donde no se encuentra garantizada la integridad de la ciudadanía y dada la circunstancia que, el Gobierno de la República está operando al margen de la ley: …” etc. Es fuerte el mensaje, no más comentarios, sin palabras.  

Puso en alerta a tirios y troyanos, pues tal hecho fue una sorpresa. No se esperaba. De una forma u otra, cada cuerpo militar participó a favor o en contra; favorables fueron principalmente las tres brigadas de infantería y el cuerpo de artillería, por aquel entonces de respeto. La 1ª. Brigada (San Carlos), en San Salvador; 2ª. Brigada en Santa Ana “Ciudad Heroica”; y la 3ª. Brigada en San Miguel, ciudad caliente como un horno. Esta última con complicaciones al interior que, con tacto, según referencias, fueron superadas por sus líderes terminando bien la jornada. El Regimiento de Artillería, en San Juan Opico, desde el principio fue uno de los baluartes; sin desestimar la Fuerza Aérea, arma de peso en un Ejército, en donde las tendencias estaban repartidas, en pro o contra el golpe. Sin embargo, fue neutralizada por los oficiales jóvenes quedando esta sin acción. (Datos tomados de las declaraciones del coronel Adolfo Majano Ramos, en su libro, Una Oportunidad Perdida, capítulo IV; Págs. 173 a 228 del mismo).  

Reconocimiento a este movimiento militar, pues además hay que hacer constar que la mayoría de los participantes eran capitanes y mayores en puestos de liderazgo, incluso tenientes. No fue de tandas, “Este golpe no será como otros”, se insistió en decir. Sin opción, se sumaron finalmente los conservadores. Luego vino La Proclama decretando un programa de “emergencia” que buscaba superar el impasse con los Derechos Humanos, decretar reformas económicas esenciales y el pluralismo como forma de convivencia. El movimiento militar dio su apoyo decidido al nuevo Gobierno y la Junta, juramentada el 19 del mismo mes e integrada por cinco miembros representantes de fuerzas sociales diversas: El doctor Guillermo Ungo, líder social demócrata; el ingeniero Román Mayorga Quirós, rector de la UCA, e ingeniero Antonio Andino, por el sector privado. Los militares coronel e ingeniero Abdul Gutiérrez y Adolfo Majano Ramos, coronel DEM, de Estado Mayor graduado en México.  

19 de octubre 1979, Junta de Gobierno, conferencia de prensa en su primera aparición pública.

La fortaleza de este Gobierno fue su imagen pluralista, el compromiso con las reformas y los Derechos Humanos; bien visto en el ámbito nacional e internacional. Sin embargo, la amplia participación con distintas corrientes a su vez tenía un doble filo, la lentitud con que tomaba decisiones y dentro de un estado de emergencia. “Donde muchos mandan, nadie manda”, fue una crítica mordaz pero realista contra la Junta. Varios funcionarios del gabinete tiraban para su lado. Ante el vacío, el ministerio de Defensa tomó atribuciones más allá de la cuenta pasando lo mismo con el ministerio de la Presidencia, líder Demócrata Cristiano convertido casi en otro miembro de la Junta ejerciendo poderes de envergadura. Es bastante lo que se puede decir, se obviarán detalles en tan corto espacio. No obstante, es importante mencionar que, a causa de esta estira y encoge, la Junta tardó en decretar los primeros pasos de las reformas esenciales.  

El 7 de diciembre emitió el Decreto No. 43 de congelamiento de tierras. Siendo una vía cantada anunciando un urgente desarrollo de reforma agraria. El 20 de diciembre fue el Decreto 75 de nacionalización del Comercio Exterior; formándose también el Instituto Nacional del Café (INCAFE) y del azúcar (INAZUCAR); el ministerio de Comercio Exterior. El ambiente nacional se volvió más tenso. El Gobierno estaba sujeto a presiones, y los cambios apenas comenzaban siendo una reforma limitada.  

Sin definir el tipo de reforma agraria, pues sus titulares Enrique Álvarez Córdova y Jorge Alberto Villacorta, aún no habían presentado un plan, se creó incertidumbre. Lo de las reformas, en conclusión, era un trompo a la uña, no fácil de llevar. Como consecuencia, de buena o mala fe, nos pronunciamos en este escrito por la segunda, una crisis gubernamental empieza a subir a la superficie. Con intrigas palaciegas, el 22 de diciembre, una especial reunión de comandantes militares y el gabinete, terminó mal, en enfrentamiento de facciones. El Gobierno se dividió y el 5 de enero de 1980, la Junta cayó formándose en sustitución otro Gobierno con el partido Demócrata Cristiano, entidad con quienes ya existían negociaciones. Por supuesto que no fue lo mejor, la desintegración del ensayo de Gobierno pluralista y de reformas, que era una esperanza, abrió las puertas de par en par a un conflicto interno que, de verdad, es de lamentar.   

Daremos pasos agigantados, el objeto es solo referirnos al golpe de Estado del 15 de octubre de 1979 de oficiales jóvenes, no a toda la odisea de 1979 a 1992, cuando el desastre terminó en acuerdo de Paz cuyas características son semejantes en lo fundamental, a propuestas servidas sobre la mesa, en aquel 15 de octubre de 1979, y la Junta formada que, con optimismo, tal vez irreal idealismo, era de esperanzas.  

El 5 de marzo de 1980, la Junta DC, decretó y comenzó la reforma agraria. Lo que tenía que pasar pasó, y el país se radicalizó más de la cuenta. No nos referiremos a esta etapa, no es el objeto del presente escrito. Es un laberinto completo del que no se puede salir sin un “hilo de Ariadna”. Es decir, una guía que nos lleve a lo más interno de nosotros mismos para hacer autocrítica de la manera más objetiva y realista posible. ¿Cómo fue que se perdió esa oportunidad de salir adelante con la frente en alto, sin la tragedia de 75,00 muertos y daños mayores? Aparte de la degradación moral que hasta ahora no se ha podido del todo superar.  

No nos referiremos más a esta situación, hasta aquí llegarán estas cortas reflexiones. Haciendo ver que una de las inspiraciones más grandes de los oficiales jóvenes de aquel 15 de octubre, era evitar la tragedia mencionada, que de arriba abajo, del Paz al Goascorán, ensangrentó al país. Igualmente, apego a la ley, restableciendo el orden constitucional. La ley y el estado de derecho, supuestamente violado por el anterior régimen y estado de cosas. En este sentido es de mencionar, para no dejar vacío, la polémica que sobre el tema de la Constitución se desató en los primeros días, llegando hasta el fondo de la opinión pública en los dos meses y medio que estuvo esa Junta. Interesante de ver, aunque sea de pasada.  

Los militares representantes y la Junta alegaron inicialmente, que su actuación insurreccional se había basado en el artículo 7 de la Constitución, que reconoce el derecho del pueblo a la insurrección. Dicho esto, verbalmente. Para no ir muy lejos, se creó una confusión cuando el Decreto 1 dejó vigente las leyes, la Constitución de 1962, separando al presidente y funcionarios del régimen anterior, asumiendo los poderes Ejecutivo y Legislativo. Verdaderamente, se asumió provisionalmente los tres poderes del Estado.  

Sin embargo, en el Decreto 7 se estableció que la insurrección y la deposición de funcionarios se basaba realmente, no en el artículo 1 constitucional, que establece el derecho del pueblo a la insurrección ante déspotas y pérdida del estado de derecho, en este caso, ejercido por medio de la Fuerza Armada. Si no, en el Derecho Inmanente de los pueblos a la insurrección. Interesante punto en grado sumo. Se vivió en carne propia esta importante discusión. Bastaría ver las alegatas de aquellos tiempos, son instructivas, al fin, una experiencia que debe entrar por el pellejo sin perderla. Finaliza este resumen y reflexiones aquí, en el 45º. Aniversario, que son aleccionadoras. En lo positivo que tuvo, feliz día histórico del 15 de octubre.   

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