Con todo y guerra, los BRICS seguirán creciendo en Kazán

Nikolay Sofinskiy, embajador ruso, remarcó en La Jornada que “en la actualidad, el mundo carece de instrumentos para regular de manera segura y equitativa las relaciones económicas. En ese contexto, el BRICS pretende ser un instrumento de este nuevo orden económico y sistema de relaciones económicas entre los diferentes países de todo el mundo”.


Por:  Ruben Montedonico Rodríguez


E n los mismos días, en Al Jazeera, un embajador sudafricano expresaba un apunte interesante: “El sistema [es similar a lo que fue el] apartheid sudafricano, donde la minoría decide por la mayoría; nada ha cambiado en el escenario mundial actual. No queremos que nos digan lo que es bueno para nosotros, queremos que se redibujen, reformen y transformen las líneas divisorias de la actual arquitectura de gobernanza mundial. […] Queremos participar en el proceso de creación de una comunidad mundial más equitativa, inclusiva y multipolar […]”

El próximo 22 de octubre y hasta el 24 se reunirá el BRICS en Kazán, en un país en guerra, que ofrece apoyo militar a otros, al que concurrirán más de una treintena de mandatarios, cancilleres y diplomáticos en general.

Más allá de lo que apunto como datos preliminares, indicar que la mayoría de los visitantes provienen de naciones vinculadas a la zona del Pacífico -varios de los países que representan ya tienen relaciones privilegiadas con Beijing- y que su sola presencia significa un golpe duro contra las pretensiones de EEUU de cercar a China Popular.

En esta reunión, como continuidad de la habida en Johannesburgo, se considerará la integración al grupo actual de más de 30 países, del denominado Sur global (antes Tercer Mundo) de naciones emergentes. El grupo, más la presencia de un número elevado de naciones; que China suponga alrededor del 70% de sus PIB sumados; que se reúnan en Rusia y se cuente con la asistencia de Vladimir Putin y Xi Jinping, es de las peores noticias que rondan Washington y la administración Biden.

La reunión de los BRICS debe leerse como la conformación de un bloque, operante dentro del capitalismo diferenciado de la unilateralidad imperial de EEUU y sus adherencias (extensión del aparato y otanización, UE, G-7, otras comparsas desarrolladas e integrantes de la periferia que acepta el coloniaje sin bandera).

También hay que decir que los BRICS llegaron para cuestionar la intervención del dólar estadunidense en los dominios financieros del comercio mundial, llevándolo a manifestar a un entusiasta Lula que se trataba de liberar “a los países emergentes de la subordinación a las instituciones financieras tradicionales”. Esto llegó para hacerse realidad al formalizarse pagos con monedas nacionales y brindando fortaleza al Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) del grupo: hay quienes lo consideran el principio de la des-occidentalización.

Estos pasos repercutieron ampliamente entre algunos analistas conocidos. El argentino Atilio Borón comentó los hechos como la llegada “de un mundo posthegemónico”, “una nueva realidad internacional mucho más favorable al desarrollo, la industrialización y la mejora de las condiciones de vida en el Sur global”. De su lado, el conimbricense Boaventura de Sousa Santos, reflexionó sobre la eventualidad de un “capitalismo no colonial”, una cuestión “tal vez más radical que la alternativa entre socialismo y capitalismo”.

Estas expresiones se pueden sumar a algunos miles más que desde distintos ángulos, incluido el político -las derechas o no, nacionalistas; los progresistas; la socialdemocracia- saludaron esta demostración de cambio y expresaron el acompañamiento de las definiciones como una suerte de resolutivo benefactor universal, algo medio “urbi et orbi”.

Ante la avalancha de expresiones que ven a los BRICS como salvadores, me uno -sin alaraca- al puertorriqueño Ramón Grosfoguel que declara a Telesur y lo encaja en el anticolonialismo y el soberanismo: los BRICS son la “alternativa multipolar al mundo unipolar dominado por Estados Unidos y sus aliados europeos, cómplices del imperialismo”.

En mis consideraciones, hago preguntas que quizá suenen como exabruptos, como algo fuera de lugar y de momento, por lo que respondo compartiendo un editorial en Al Jazeera: “¿Es el ascenso de los BRICS sinónimo de una alternativa antimperialista o incluso anticapitalista al orden internacional y a la hegemonía neoliberal? ¿Significa el final de un sistema neocolonial injusto que crea exclusión y desigualdad? ¿Anuncia la aparición de relaciones más equilibradas entre los Estados y de nuevas formas de solidaridad entre los países en desarrollo? ¿Prepara el camino para otros modelos de desarrollo más capaces de corregir la injusticia global y las asimetrías entre el Norte y el Sur? ¿Es, en definitiva, el inicio de un proceso de emancipación para una humanidad hasta ahora marginada, o refleja simplemente el deseo de sus miembros de barajar las cartas a su favor sin cambiar fundamentalmente las reglas del juego? A pesar de su retórica progresista, ¿no tienden los países BRICS a reproducir en sus esferas de influencia la lógica de dominación y explotación que caracteriza las relaciones Norte-Sur?”

Hoy, cuando los BRICS -sin el ruido que producen las cosas de la guerra allende fronteras- se reunirá en Kazán, esto deberá tomarse como un momento de éxito por parte de Putin, en particular. Los objetivos de EEUU y sus seguidores de la alianza occidental eran convertir a Rusia en un paria internacional y ponerla de rodillas mediante graves sanciones, de gran alcance; todo indica que van perdiendo la guerra y si Ucrania se sigue prestando a ella es porque está siendo sostenida por la UE y el brazo armado de la OTAN, en tanto no se ve que el mandatario petersburgués esté por caer.

De estas dudas, preguntas y opiniones propias, entiendo que la más valedera es la que señala que Rusia y China transformaron los BRICS en un intento antioccidental con el fin de ir rompiendo el dibujo trazado por los capitalistas y el injerencismo del dólar estadunidense en cuestiones comerciales, y económicas del tráfico internacional.

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