Es verdad. Hay un movimiento que va en ascenso, lo encabezan víctimas y familias de quienes han sido víctimas. Los que han perdido sus empleos y los que tienen presos y desaparecidos.
Por: Miguel Blandino
V íctimas directas de los picotazos del buitre son quienes se organizaron primero.
Los ambientalistas de Santa Marta apoyaban vigorosamente a bukele, hasta que los encarceló para abrirles el paso a los mineros.
Los empleados del gobierno que obedecieron cuando les dijeron que les iban a dar una compensación a cambio de que renunciaran voluntariamente a sus empleos, se organizaron en el movimiento de trabajadores despedidos hasta que el Ministerio de Hacienda se negó a darles el dinero prometido.
Todos estaban felices con bukele hasta que les golpeó en la cara o, mejor dicho, en la panza.
Los médicos se iban calladitos de sus puestos de trabajo en los hospitales, antes de reclamar dignidad de manera gremial. El jefe del SIMETRISS decía que no había que confrontar. Antes que los sindicatos fue el Colegio Médico el único que dijo esta boca es mía.
Los sindicatos obreros no han planteado ni una sola huelga aunque les han negado las credenciales para poder tener una vida legal. Y eso que cada vez son más las fábricas y empresas que cierran y se van del país sin cumplir con sus obligaciones.
Es decir, han tolerado agresiones legales, cierre de espacios de diálogo y negociación, despidos, encarcelamiento, etc., sin usar el arma más poderosa de todo sindicato, la huelga.
Pero, hoy, cuando ven que no habrá negociación de contratos colectivos de trabajo, ni negociación del salario mínimo, ni respeto la ley del escalafón, para nadie, o sea, cuando les golpean la panza, entonces salen de su ostracismo.
No hay reivindicaciones políticas ni cuestionamientos de tipo ideológico. Son reclamos básicos: respeto por sus derechos económicos.
Antes que se supiera la suspensión de los escalafones no habían marchas ni huelgas blancas por el derecho del pueblo a la salud ni a la educación. No es que sea malo que no salieran en defensa de aquellas residentes que fueron despedidas por una queja en un mensaje de texto y todos sus compañeros que se solidarizaron. No es que sea malo que no hicieran una huelga cuando el ministro de salud pidió que los expulsaran de la universidad. Es normal en un país amedrentado. Pero la dignidad no es el primero de los reclamos en el orden de prioridades del ser humano. Su primera prioridad no es el reclamo por la libertad o el respeto de la ley y la constitución. La primera prioridad siempre es la panza. La gente no cierra las carreteras por el mal estado de sus caminos vecinales o de sus casitas y escuelas, pero sí lo hace por la falta de agua. Incluso bajo el estado de excepción.
Y hoy que ya hubo claridad de que hay que salir a marchar, aunque la motivación sea la más básica, la mínima y no la máxima, aún ha habido Judas que -no me cabe duda- han traicionado a su gremio por unas monedas. Siempre hay dirigentes de esos, pero en la lucha por reivindicaciones básicas es donde se mide la talla de los que son consecuentes. Esos traidores se van a quedar solos, como los Roswal y otros del sector público.
Estas primeras escaramuzas son como cuando el chucho se levanta y se sacude desde la cabeza hasta la cola.
Como decía Sandino “solo los obreros y los campesinos irán hasta el fin”, yo diría es tiempo de comenzar a separar el grano de la cizaña. La harina del grano de la cizaña es venenosa, por eso debe alejarla del trigo verdadero que es nutritivo.
Estos primeros escarceos sirven para encontrar a los que van a liderar. Un movimiento sin cabeza es ciego, pero a esos que despunten habrá que cuidarlos como a la niña de los ojos, porque serán el blanco de las seducciones y de las agresiones.
La lucha apenas ha comenzado. Este movimiento va a germinar solo si se cuida a sus genuinos representantes.
El gobierno va a comprar a todos los Israel Montano que se pongan a la venta.