“Hasta la belleza cansa” dice José José con tristeza al hablar de que el amor se acaba. Semejante reconocimiento no es para nada diferente de la visión marxista acerca de la finitud de todo lo que existe, cuando dice “todo lo sólido se desvanece en el aire”.
Por: Toño Nerio
E so lo saben muy bien los amos de bukele, desde siempre. Antes de que naciera, y cuando lo llevaron al cargo que ocupó legalmente y mucho más aún, cuando ya se ha convertido en un usurpador, están seguros de que el amor, fatalmente, llega a su fin.
Sabían que el oropel de la propaganda, los celofanes con que envolvieron sus verdaderas intenciones siniestras, iban a disolverse con el paso del tiempo, dejando al descubierto el horrible rostro de los intereses que han estado impulsando con la única finalidad de beneficiar al crimen organizado internacional.
Sabían muy bien que es irremediable el daño que le causa el tiempo a cualquiera que promete a sabiendas que no tiene ninguna intención de cumplir.
Se descascara, se desmorona, se va cayendo por pedacitos, de forma lenta, pero segura e irreparable, a pesar de todo el financiamiento que se le inyecte para tratar de alargar el aletargamiento de la población. Aunque realmente no toda la población, porque existe una buena parte que nunca le ha creído, sino para la porción que vive alelada y todavía consume con fruición, gozosa, toneladas de fotos, videos y noticias, falsas, totalmente falsas, pero bien elaboradas por profesionales que son expertos en mentir, y que luego de elaborarse son dirigidas personalmente para deleite de cada miembro del auditorio, ese que necesita creer para mantener el piso que le sostiene de pie en su fe. Y, especialmente, para los que odian reconocer que fueron estafados de nueva cuenta.
Los amos de bukele –que son cachorros de viejos lobos sanguinarios- sabían perfectamente que la propaganda tiene unos límites que no pueden ser superados y que más allá de ellos cesan los efectos de la droga y hasta el más dormido despierta.
Precisamente por ese conocimiento y por esa larga experiencia de los operadores de la marioneta, a bukele le crearon el plan de militarización nacional que comenzó apenas un par de semanas después de que tomó posesión de la presidencia.
No fue ningún desliz o ignorancia que al efectuar la ceremonia de nombramiento oficial del jefe nacional de la policía y del ministro de defensa bukele les ordenara juramento de lealtad a su persona y no a la Constitución, a las leyes y a las instituciones republicanas, y menos aún, al que formalmente es el soberano, que es el pueblo.
Sabían perfectamente que al irse desarrollando el plan que le habían trazado –incluso desde mucho tiempo antes de que el joven discotequero supiera que se le había destinado un lugar en la política regional del crimen organizado- iban a dañar directa y profundamente a las grandes mayorías y que para cuando ese momento llegara serían necesarias muchas balas disparadas desde los fusiles para seguir defendiendo los intereses criminales.
No albergo absolutamente ninguna duda de que ese momento ha llegado. “Porque el alma se vacía, como el cántaro y la nube”, como dicen el compositor español Manuel Alejandro Álvarez y su hija María Alejandra Álvarez en la canción que escribieron a cuatro manos y que popularizó el incomparable Príncipe de la Canción, el finado José José hace cuarenta años.
Así como en el poema, hoy ya se han vaciado las expectativas del grupo bukele, porque cada semana de su mandato inconstitucional le han venido reventando en público unas llagas purulentas cada vez más apestosas. Hasta los antiguos amantes que votaron por él en sus fraudulentas elecciones sacan los pañuelos y hacen como que tienen grasa o sudor en las narices para taparse y no respirar su olor a leprosorio y a cadaverina.
Desde apenas unos días después de que se vistiera de Sha para alzarse como el primer dictador latinoamericano, y de que repartiera sin tapujos las satrapías entre sus tres hermanos, su mamá, tíos, primos y cuñadas, no ha tenido otro remedio que volverse cada vez más descarado y cínico.
La imperceptible fisura que al principio existía entre el grupo en el poder y el pueblo se ha abierto inexorable, inevitable, irremediable, y poco a poco pasó de ser una pequeña zanja a convertirse en barranco visible desde la distancia.
El más reciente capítulo de esta tragedia sofocleana ha puesto a bukele al desnudo frente a su destino fatal e ineludible.
Es que al mismo tiempo que se revelaron la vertical curva ascendente de la ahora descomunal fortuna familiar de los bukele y la insólita diversificación de sus inversiones en todos los rubros de la economía, en un lapso tan breve como el que va de 2022 a 2023, casi simultáneamente se conoció el proyecto de ley de Presupuesto General de la Nación para el año fiscal 2025, que va a sumir en la incertidumbre del repentino desempleo a más de once mil trabajadores del Estado y a golpear a toda la población por la reducción de las partidas presupuestales de todas las instituciones públicas.
El cierre de los turnos vespertinos de las escuelas estatales y la desaparición de programas y proyectos educativos en ejecución, sumados a la desaparición de plazas de trabajo para miles de maestros y empleados del Ministerio de Educación. La eliminación o la reducción de partidas presupuestales para los hospitales, clínicas y farmacias, así como la clausura de plazas de trabajo para miles de enfermeras, personal de ambulancias, profesionales de laboratorios, especialistas radiólogos, médicos de subespecialidades, personal de limpieza y administrativos de hospitales y del propio Ministerio de Salud. La eliminación de prácticamente la mitad del dinero para el Ministerio de Agricultura y Ganadería, del Ministerio del Medio Ambiente, del Ministerio de Vivienda, de la administración de agua, etc., en fin, reducción presupuestal en todas las instituciones gubernamentales, menos en dos: Ministerio de Defensa y Casa Presidencial, dan el tono de lo que se avecina obscenamente.
El destino fatal, como en la poesía trágica de Esquilo, Eurípides y Sófocles, conduce a este Edipo de pacotilla a su enfrentamiento con la población mayoritaria.
Los datos numéricos fríos e incontestables son reveladores: los dos gobiernos de la izquierda -antecesores de la actual satrapía- lograron bajar en diez años la tasa de pobreza desde el brutal 38% que les entregó la derecha neoliberal, a 22%, o sea, dieciséis puntos porcentuales menos de pobreza. En los cinco años del primer gobierno de bukele se ha retrocedido hasta alcanzar un 28% de gente viviendo en pobreza. Es decir, seis por ciento han regresado a la pobreza.
Por primera vez en décadas se cuentan por centenares las personas que han muerto por desnutrición severa en los hospitales. El pasado reciente no registra muertes por hambre. Hoy, la hambruna se ha hecho presente y es una realidad reciente, que solo se puede atribuir a las políticas económicas del gobierno de bukele.
También por primera vez en décadas han resurgido con fuerza las Enfermedades Diarreicas Agudas (EDA’s) y las Infecciones Respiratorias Agudas (IRA’s). Desde el final de la guerra civil ambas fueron sistemáticamente abatidas y dejaron de ser las dos primeras causas de morbimortalidad, principalmente en el sector infantil. Y no solo ellas sino otras, prevenibles por medio de la vacunación, como la poliomielitis. Y las que se suponía habían sido erradicadas para siempre del territorio nacional, como la tuberculosis.
Como una gota que cae sobre la roca y la perfora pasado un tiempo, así el golpeteo sistemático de las drásticas medidas económicas draconianas hiper neoliberales del gobierno de los bukele sobre la magra economía de la familia trabajadora salvadoreña han roto la confianza ciega que le depositaron.
Una rendija se ha abierto y deja traslucirse una realidad que es gravosa para la sociedad y que solo va a empeorar con el paso de los días, las semanas y los meses.
El mundo maravilloso de la propaganda se ha congelado. Una frontera de hielo, de frío, se va expandiendo entre bukele y el pueblo: “hasta la belleza cansa, el amor acaba.”