En un país donde las lucecitas de neón brillan más que la verdad, el año 2025 se perfila como un escenario de contradicciones.
Por: Miguel A. Saavedra
Bitcoin y lucecitas en la plaza, hambre en la casa
Uno de los analistas aduladores del régimen que desfilan en los medios televisivos comentó que la gente está encantada con las luces y la diversión por doquier de la Villa Navideña, promovida por la municipalidad y los bitcoiners del centro histórico de San Salvador. Sin embargo, al llegar a sus hogares, muchos no tuvieron ni luz eléctrica, ni la cena de Navidad y Año Nuevo, revelando así la cruda realidad detrás del espectáculo.
Datos fríos, realidad innegable:
Los datos son irrefutables y contundentes: por tercer año consecutivo post-COVID, El Salvador registra el crecimiento económico más bajo de Centroamérica, con una caída drástica en las exportaciones y una disminución en las remesas enviadas al país. La producción de granos básicos, frutas y verduras está en su punto más bajo en 8 años, la educación sigue en los últimos puestos internacionalmente, y mientras se cierran escuelas, se expande el ejército y se construyen mega cárceles.
La lógica del Estado de Excepción extendido por 34 meses lo ha convertido en un látigo de control social, donde cualquier acción que se desvíe de la norma según sus criterios es castigada con multas y encarcelamientos.
La economía bajo la lupa:
El PNUD certifica que en el país, 300,000 personas han caído en pobreza extrema, mientras que, fiscalmente, se alcanzan cifras récord de recaudación, fondos que no alcanzan para cubrir el creciente déficit fiscal. En el presupuesto de 2024, se inyectaron más de 3,900 millones de dólares al presupuesto original de 9,600 millones a través de decretos legislativos. Esto indica que a la actual administración, por cuantiosa que sea la cantidad, «nunca le alcanza», y nunca les es suficiente para su forma de gobernar, pues cada truco político cuesta cientos de miles. Iniciamos con la duda externa más grande la historia más de 32.000 millones de dólares, la cual este gobierno ha generado más de la tercera parte en un solo periodo presidencial. Además de haber hecho uso de la reserva de pensiones de los trabajadores y usar para gastos del Estado cerca de los 12,000 millones, se han burlado una vez más de los trabajadores al prometer que no harían uso del fondo previsional acumulado. por lo que ahora ese activo no gana rendimientos para las cuentas individuales y el fondo colectivo, ni se sabe cuándo el gobierno lo devolverá a las AFPs.
La purga en el sector público:
El año inicia con el anuncio del despido de más de 11,000 empleados en el aparato público, eliminando a los incómodos, innecesarios y mayores de edad, según sus argumentos. Sin embargo, desde la llegada al poder, se han registrado cerca de 40,000 nuevas plazas para allegados políticos, lo que deja claro que el Estado tiene «grasa» cuando la ocupan otros partidarios, pero no cuando son seguidores de confianza. El Salvador se convierte en el segundo país de América Latina con más despidos en el sector gubernamental detrás de Argentina, donde las políticas ultra neoliberales de Milei han afectado a unos 90,000 empleados.
La corrupción interna y la minería:
La corrupción interna en las estructuras de poder es evidente, donde cada actor quiere más poder y parte del botín, pero hasta ahora han salido librados gracias a su capacidad de anular y disolver la visibilidad de estos hechos donde el sistema se adapta y silencia el clamor de una población que aún no comprende el rumbo que ha tomado su país.
La explotación de recursos naturales bajo el pretexto del desarrollo plantea una amenaza inminente: la devastación ambiental y el desplazamiento de comunidades. La ley que permite la extracción de metales preciosos, lejos de beneficiar al pueblo, enriquecerá a inversores y empresas internacionales, condenando al país a un futuro sombrío.
Ahora, la minería es presentada como una solución para el «desarrollo», ignorando el daño ambiental, el desplazamiento poblacional y la contaminación, incluyendo la muerte del vital Río Lempa el mayor afluente hídrico que se extiende en tres cuartas partes del país.
La resistencia comienza con la conciencia.
¡Despierta, El Salvador! La fantasía no puede seguir velando la realidad. Es hora de recuperar nuestro instinto de supervivencia, de luchar no solo por nosotros, sino por las generaciones futuras. Es hora de que el pueblo salvadoreño se reencuentre con su fuerza y dignidad. La lucha por la justicia, la verdad y la vida no es solo un deber, es un derecho. La historia nos ha enseñado que la resistencia es posible, y que el cambio comienza en la conciencia colectiva. ¡Es momento de actuar, de exigir, de luchar por un futuro que valga la pena!
¿Te unirás a la lucha para recuperar tu país, tu vida, tu dignidad? No esperes más, actúa ahora o resignarte a perderlo todo.