El sacerdote Aarón Méndez, de la Casa del Migrante AMAR, en la ciudad mexicana de Nuevo Laredo, fronteriza con Estados Unidos, fue secuestrado por el crimen organizado el pasado 3 de agosto, confirmó esta semana a Efe personal del albergue.
En entrevista telefónica con Efe, Erbin Ortiz, colaborador del albergue y mano derecha del secuestrado, expuso que el religioso fue privado de su libertad por integrantes del crimen organizado.
Los criminales aparecieron en el albergue, ubicado en Nuevo Laredo , con la intención de llevarse a algunos migrantes cubanos a fin de pedir un rescate por ellos a las familias.
Sin embargo, se toparon con Méndez, quien fue privado de su libertad tras negarse a entregar a los cubanos.
Según Ortiz, se piensa que «los cubanos son los migrantes más rentables de secuestrar para el crimen organizado» por la rapidez con la que sus familiares pagan los rescates.
Luego del secuestro, el personal del albergue avisó a las autoridades federales, aunque todavía «no han tenido noticias» del caso.
Aun así, reconoce que en el albergue «todos sienten temor y miedo de que los criminales puedan regresar y llevarse a más gente».
Por el momento «no se han presentado, no han dejado notas, ni han llamado» para pedir un rescate por el sacerdote, de quien aseguran no tenía ningún tipo de relación con el crimen organizado.
Según cuenta Ortiz, Méndez se dedicaba «al por cien» al albergue y a velar por la seguridad de los migrantes desde 2009.
El albergue Casa del Migrante AMAR dispone de 100 camas para acoger a los migrantes, aunque normalmente siempre han excedido la capacidad, llegando a dormir hasta 450 personas.
Ahora mismo están alojando a unos 120, dado que el flujo migratorio que transita hacia Estados Unidos disminuyó 39 % de acuerdo con los últimos datos del Gobierno mexicano.
Eso después de que el pasado 7 de junio Estados Unidos y México llegaran a un acuerdo para que el país latinoamericano regulase el flujo migratorio.
De no hacerlo, Estados Unidos hubiese impuesto aranceles a los productos mexicanos, lo que muy probablemente hubiese desatado una guerra comercial entre ambos países.
Para frenar la cantidad de migrantes que llegaba a Estados Unidos, México aumentó el personal migratorio y envió miles de tropas de la Guardia Nacional -un nuevo cuerpo de seguridad compuesto por policías, militares y marinos- a las fronteras.
Méndez en su albergue suele realizar tareas altruistas con los migrantes como «llevarlos a regalar comida a las comunidades vulnerables de Nuevo Laredo» o a que pinten escuelas o limpien parques.