(Por: Yamila Berdaye)
Habitualmente y desde los orígenes del ser humano la alimentación ha sido importante. Es cierto que en una interpretación primitiva el consumo de subsistencia era lo característico, o sea, sobrevivir, pero este mirar se fue separando y entonces nuestras comidas se han convertido en forma de arte-ciencia de manera igualitaria.
Hay ingredientes que conocemos hace siglos y poseen cualidades como alimento y medicina, este es el caso del jengibre, planta milagrosa de la antigua China.
Pertenece a la familia de las zingiberáceas, tiene flores de color purpúrea, fruto capsular y tallo subterráneo horizontal en forma de rizoma –con varias yemas que emiten raíces y brotes de sus nudos–, justamente este talluelo subterráneo lo ha hecho famoso en la cocina y medicina.
El jengibre es originario del sureste asiático y era empleado generalmente como remedio para la medicina tradicional hace más de 2000 años, sin embargo fue incorporándose poco a poco a la gastronomía de la región en primer lugar y de muchas otras partes del mundo con el tiempo. En este momento, el principal productor es Jamaica seguido de China, India, Nepal, Tailandia, Bangladesh, Nigeria y Australia.
Su consumo habitual ha demostrado tener grandes beneficios para la salud, en problemas digestivos, dolores menstruales, antinflamatorio, relajante muscular, vasodilatador porque mejora la circulación sanguínea. También es afrodisiaco natural y no añade cantidades significativas de calorías, carbohidratos, proteínas o fibra.
Si le echamos un vistazo desde la gastronomía, el jengibre se ha hecho de un lugar merecido en las cocinas de todo el mundo. Su sabor y aroma picantes tan peculiares lo convierten en ingrediente perfecto para moler y usar como especia, rayar, incluir en salsas o acompañando a platos principales. Igualmente es común verlo en un té escoltado de miel y limón.
Su nombre científico es Zingiber officinale y es planta aromática, también se le conoce como kion o quion. Se puede encontrar también en zonas tropicales. Sus compuestos fenólicos alivian la irritación gastrointestinal, estimulan la producción de saliva, bilis, eliminan las contracciones gástricas y el movimiento de alimentos y líquidos a través del tracto gastrointestinal. Es decir que su consumo favorece la digestión y evita la aparición de efectos secundarios relacionados con la mala absorción de los alimentos.
Masticarlo crudo o beber de su té es remedio casero común para las náuseas que sufren, por ejemplo, mujeres embarazadas. Un estudio reciente de la Universidad de Georgia, EE.UU., publicado en la revista The Journal of Pain, dice que la administración diaria de suplementos de jengibre reduce el dolor muscular inducido por el ejercicio en un 25 por ciento. Igualmente se descubre que reduce los síntomas de dismenorrea, ese dolor severo que puede aparecer durante un ciclo menstrual. Otro estudio, confirma que el 83 por ciento de las mujeres que consumieron jengibre consiguieron mejorías en los síntomas del dolor menstruante.
Investigaciones publicadas en la revista Cancer Prevention Research revela que un suplemento de la raíz reduce marcadores de inflamación en el colon. Los científicos explican que al disminuir la inflamación, el riesgo de cáncer en esta zona también puede disminuir. Él también ha demostrado ser remedio prometedor en los ensayos clínicos para tratar la inflamación asociada con la osteoartritis.
La raíz de la planta puede consumirse fresca, en polvo, seca como especia, en forma de aceite o incluso como zumo. El jengibre pertenece a la familia del cardamomo y la cúrcuma.
Su uso trae consigo una mejor circulación o flujo de sangre, la estimulación que su aroma y sabor proporcionan sensibilizan zonas erógenas y hacen de la planta un afrodisiaco natural. Además, su acción antinflamatoria ayuda a relajar músculos y reducir la tensión del cuerpo.