Las dimensiones simbólicas y políticas de la pandemia

Una situación catastrófica en materia de salud nos confronta a las sociedades humanas, en tanto especie y en tanto colectivos que compartimos diferentes escenarios y modos de existencia, relacionados tanto con la vida cotidiana como con los sistemas políticos, económico y sociales.

Trataré de abordar algunas cuestiones medulares que se pueden sintetizar con las formas que se afronta esta situación catastrófica: En Portugal la oposición política de centro derecha informó públicamente que cesaba los cuestionamientos al gobierno de izquierda liderado por el partido socialista, pues consideraba que el problema debía ser afrontado en forma cooperativa y que controlado el Covid volverían a la carga, “si fracasa el gobierno, es también nuestro fracaso” afirmó el líder de la oposición.

En España sucedió exactamente lo contrario, la derecha cuestiona todas y cada una de las medidas adoptadas por el Partido Socialista y Unidas Podemos, llegando incluso a negar cuestiones obvias, como el propio fracaso de su gestión en las Comunidades autonómicas donde son gobierno. La derecha trata las cifras de fallecidos como si fueran medalleros olímpicos.

En América Latina pasan situaciones similares. Evidentemente los diferentes gobiernos han tenido éxitos y fracasos que derivan en muchos casos de una “lectura” u de diversas “lecturas” de las estrategias, de los aciertos y errores de los países europeos y asiáticos, que antecedieron en la recepción del virus. Lo más complicado de estas experiencias fue que su “traducción” a nuestras realidades tenía tres variables independientes entre sí y concurrentes necesariamente: La situación económica de los países latinoamericanos con millones en situación de pobreza, probablemente mas del 50% del total, más la precariedad ocupacional de probablemente otra mitad de la población representó un desafío a la imaginación de los políticos, quienes en su mayoría, originados en propuestas neoliberales no entendieron las dificultades de imponer una cuarentena que se prolonga por mas de cuatro meses y que evidentemente sólo podrá levantarse con los población vacunada, que según los cálculos más optimistas serán dentro de 5 meses. Necesitamos políticos con una gran visión de estadistas y de futuro.

La otra situación es de carácter cultural, sectores significativos de la población no tienen niveles educativos ni un bagaje cultural que les permita comprender que es un virus, ni cómo prevenirse y están convencidos que todo esto es producto de una estrategia de los “gobiernos” para abusar una vez más de ellos. Hay gente que están convencidos que en los hospitales se dedican a matar a los pobres en forma sistemática, por ello no quieren acercarse y cuando llegan es en tales condiciones que efectivamente se “confirman” sus convicciones.

La pandemia puso también de manifiesto el descuido de los sistemas públicos de salud que se dimensionaron para atender problemas cotidianos, pero nunca fueron diseñados para situaciones catastróficas como las que atravesamos. Se cruza esta situación con el deterioro de la calidad nutricional de los alimentos procesados, de las bebidas azucaradas, del consumo de tabaco y otras sustancias que han instalado las llamadas co-morbilidades. Si las observamos cuidadosamente el deterioro nutricional es parte de la modificación de los hábitos de consumo en función de los intereses de los grandes monopolios, que lucran intoxicando a los consumidores.

Otro problema fueron las iglesias, históricamente señaladas como generadoras de sentido no están a la altura de las circunstancias, los epidemiólogos les dieron el trato de cualquier otro servicio social que reúne personas y que por sus características son focos potenciales de contagio. La mayoría de ellas, en forma responsable y disciplinada aceptaron el cierre de los templos, pero al hacerlo quedó al desnudo que se habían convertido en simples operadoras de servicios religiosos y sacramentales, pero que han perdido las posibilidades de generar valores y sentido a la vida de muchos de sus feligreses.

Estoy convencido que saldremos adelante, pero las sociedades que podrán seguir su curso con éxito serán las que tengan las capacidades para entender, comprender y resolver los problemas que nos pusieron en evidencia la pandemia y nuestros propios errores.

Por: Elio Masferrer Kan, profesor investigador emérito ENAH-INAH-México. Editor sección Crencias de El Independiente

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