La suya fue una relación apasionada, tormentosa e intermitente, un amor imposible que les sobreviviría más allá de la muerte.
La última carta de amor de Albert Camus a María Casares está fechada el 30 de diciembre de 1959. Está escrita en su casa de Lourmarin, donde había ido a pasar la Nochevieja junto a su esposa Francine y sus dos gemelos. «Estoy tan contento con la idea de volver a verte que al escribirte me pongo a reír», confiesa. Nunca cumpliría ese deseo porque la muerte le aguardaba cinco días después en Villeblevin cuando su coche se salió de la carretera y se estrelló contra un árbol. Camus falleció con los ojos abiertos, con una mirada de incredulidad. Tenía 46 años.
María Casares, nacida en La Coruña, hija de Santiago Casares, jefe de Gobierno y ministro de la República, fue el gran amor de la vida de Camus. Se refugió en París con su madre antes de acabar la Guerra Civil cuando apenas era una adolescente. Y, tras un prometedor debut como actriz, conoció al ya notable escritor y dramaturgo en 1944 en una velada en la residencia de Michel Leiris.
Camus llevaba casado cuatro años con Francine Faure, con la que había contraído su segundo matrimonio en Lyon en 1940. Fue una relación infeliz que sumió a esta mujer en una profunda depresión. Tuvieron dos hijos mellizos. Uno de ellos, Catherine, fue quien decidió publicar las 865 cartas de amor entre su padre y María Casares, que abarcan el periodo comprendido entre 1944 y 1959.
María actuaba en «El malentendido», la obra de Camus, cuando se veían casi todas las noches en casa de amigos, a menudo con Sartre y Simone de Beauvoir, que fueron muy críticos con este drama. Durmieron juntos la noche del 6 de junio de 1944 cuando las tropas aliadas desembarcaban en Normandía.
Fue una relación apasionada, tormentosa e intermitente, ya que Albert Camus decidió romper con María cuando nacieron sus mellizos, un año después de conocerse. La separación duró cuatro años hasta que volvieron a cruzarse en el boulevard Saint Germain. Camus era una celebridad y María ya era una estrella de la Comédie Française y se había convertido en una referencia del cine galo gracias a sus películas con Marcel Carné y Robert Bresson.
«Te deseo de la mañana a la noche, amor. No sé qué me pasa. Nunca había estado así e incluso me da un poco de vergüenza», le escribe María. Y Albert, mientras recibe el Nobel de la Academia Sueca, suspira por volver a verla: «Nunca te he echado tanto de menos». No podía saber que el final estaba cerca. María le sobrevivió y se casó. Murió en 1996 sin olvidar el gran amor de su vida.