“Incapacidad moral” y la lucha política de los religiosos corruptos
Por: Hedilberto Aguilar de la Cruz*
La derecha religiosa se ha dado cuenta que el ataque a la “ideología de género” no es suficiente para ganar las batallas políticas. El caballo de batalla de este sector político -que agrupa una coalición católico-evangélica en varios países del continente-, lo han ampliado a la lucha moral contra la corrupción. El reciente golpismo congresal en el caso de Perú nos trae un eco de otros momentos relacionados con este tipo de derecha. Un ejemplo es la destitución de Dilma Rousseff en Brasil (2016) cuando fue acusada por “crímenes de responsabilidad” al violar normas fiscales para ajustar los presupuestos.
En su lugar quedó una camarilla que no aludía directamente a lo religioso, sino a la lucha por la corrupción, sostenido por diputados -varios evangélicos entre ellos- imputados por casos muy graves de corrupción. La semana pasada acabamos de ver la destitución de Martín Vizcarra por “evidente incapacidad moral”, quien fungió como presidente del Perú tras la dimisión de Pedro Pablo Kuczynski (2018) y detenido por el caso Odebrecht. A Vizcarra se le acusa por recibir sobornos del “Club de la construcción” cuando fue gobernador de Moquegua en 2013 y 2014 en casos que aún no son perseguidos judicialmente. Los que lo acusan, muchos de ellos (68 congresistas) tienen, al igual que en Brasil, serios cargos por corrupción.
El gobierno sustituto (y sus secuaces en el congreso) no se puede decir que sea plenamente religioso o ideológico, sino que obedece -además de la venganza por la disolución del congreso en 2019- a intereses de defensa de prebendas económicas: echar atrás la Ley Universitaria que atribuye a una instancia autónoma del estado validar universidades (y que fue perjudicial para universidades privadas de calidad cuestionable o mala); boicotear investigaciones por corrupción de fujimoristas y otros políticos; liberar a Antauro Humala (hermano del expresidente y posible candidato presidencial); y nombrar nuevos candidatos al Tribunal Constitucional.
Se trata de una alianza de pro-corrupción que responde principalmente a distintos tipos de partidos de derecha: el FREPAP del grupo religioso nativo de carácter andino, los Israelitas, que son quienes menos ventaja le sacarían a este proceso; Fuerza Popular, brazo del fujimorismo o derecha popular y principal elemento de instigación; Unión por el Perú, centrado en la imagen de Antauro Humala y con una ideología nacionalista y militar, con sesgos hacía lo andino; entre otros que no votaron unánimemente.
No obstante, es llamativo observar quiénes apoyaron al gobierno efímero de Manuel Merino y vamos a centrar nuestra narrativa en el aspecto religioso. Martín Vizcarra, con un apoyo popular mayoritario, es católico, pero lejos de apoyar al conservadurismo religioso, mantuvo el apoyo a la perspectiva de género en la currícula educativa, el estado laico limitado como el peruano y acuerdos internacionales de derechos humanos.
En 2018, Carlos A. Adrianzén señaló dos aspectos significativos que el fujimorismo protegía con especial interés: “las universidades de baja calidad, pero con fines de lucro y los grupos evangélicos con recursos económicos y capacidad de movilización” No se puede hablar sólo de estos grupos evangélicos en solitario, sin hablar de su contraparte, sus aliados católicos del estilo del Cardenal Juan Luis Cipriani y el Opus Dei.
No se puede decir que Vizcarra sea de izquierda, sino de una confluencia de partidos de centro-derecha liberal. El popular presidente sin partido en el congreso es un cholo que ha sido alcanzado por la lucha contra la corrupción que emprendió, al menos en la retórica, a cinco meses de concluir su mandato y poder ser investigado por las acusaciones que se le hacen.
Los congresistas golpistas quisieron añadir una foto más a la lista de los cinco expresidentes presos o con juicios por corrupción.
Grupos como ConMisHijosNoTeMetas (CMHNTM) y similares, es público que no querían a Vizcarra por “rojo” y “globalista”, al permitir la “ideología de género”. Como es sabido, el manejo de la pandemia ha sido discontinuo con aciertos y errores, pero fue uno de los más estrictos del continente. Esto fue aprovechado por el Episcopado Peruano y CMHNTM para presionar a la pronta apertura de las iglesias junto con la reapertura de ciertos sectores económicos, pues “la tiranía” impide que un derecho humano de primera necesidad como la asistencia a un culto religioso, para implantar la ideología “globalista” por medio de las escuelas y medios de comunicación.
Esta acción corresponde al reconstruccionismo cristiano o dominionismo, doctrina que pretende dar preminencia a un gobierno religioso que pueda instaurar sus valores en sociedades nacionales por medio del poder político.
Manuel Merino el presidente sustituto por seis días, es católico y juró al cargo con una Biblia y un crucifijo (tal como Jeanine Añez en Bolivia), declarando “respetar la libertad de culto, la importancia de la iglesia católica y la formación cultural y moral de todos los peruanos”. Este hecho se encuentra en la constitución, pero no están obligados a señalarlo en la juramentación, por lo que es un guiño a los actores religiosos y al clero católico.
Antero Flores Aráoz fue nombrado su primer ministro, viejo político de oficio conocido por machista y racista, forma parte de Coordinadora Republicana, en el que participa gente de Con Mis Hijos No Te Metas, férreos opositores de la “ideología de género” y ha sido invitado a dar su opinión en Bethel, el consorcio de medios del Movimiento Misionero Mundial.
¿Cómo han respondido diversos actores religiosos con representación nacional? Cabe señalar que en este momento pronunciarse a favor de la forma en cómo se dio la destitución de Martín Vizcarra (legal, pero no legítima) no es popular, pues de acuerdo con una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos, el 95% de los peruanos se oponía a la vacancia a fines de octubre. Esto fue lo que llevó a mucha gente a las calles, la represión policiaca brutal y la renuncia del gobierno de Merino.
La Conferencia del Episcopado ha respondido con un comunicado tibio llamando a la unidad y exigiendo que se realicen las elecciones convocadas para abril de 2021. Más claro ha sido el arzobispo de Lima, Carlos Castillo, quien se ha manifestado abiertamente en contra de la vacancia por estar sustentada en intereses y revanchas personales.
Por su parte, el Consejo Interreligioso del Perú -que aglutina a confesiones cristianas y no cristianas- ha sido más explícito al mostrar su desacuerdo y solicitar que el nuevo gobierno suspenda la elección del Tribunal Constitucional y respete la Ley Universitaria vigente. Unicep que aglutina a las iglesias evangélicas carismáticas y megaiglesias pidieron mantener la lucha contra la corrupción, lo cual es una evidente crítica al nuevo gobierno y a los congresistas que votaron por la vacancia. ONGs católicas y evangélicas también han manifestado su desacuerdo a la par de organizaciones indígenas, la OEA y la CIDH.
Por otro lado, tenemos a actores específicos como Keiko Fujimori -aliada del conservadurismo religioso-, quien sólo ha llamado a la moción de censura a Merino cuando este ya estaba acabado. La congresista Martha Chávez, católica y aliada de CMHNTM, ha estado en desacuerdo con esta medida, pues considera que el fujimorismo al que pertenece debería haber apoyado hasta el final a Merino y por ello presentó su renuncia a Fuerza Popular.
La radicalización de la derecha religiosa encuentra en este momento su punto de inflexión ahora, que tendrá su foco de atención en Rafael López Aliaga, fundador de Solidaridad Nacional -ahora Renovación Popular-, para pretender distanciarse del fujimorismo y a la vez jugar al discurso de oposición a la “ideología de género”, el marxismo, la tiranía, entre otros tópicos de uso común para descalificar a todos los demás y aprovechar las noticias falsas, a la vez que sustenta el discurso del combate a la corrupción y la libertad económica.
Asimismo, tenemos a los personajes que sustentan teorías de la conspiración de la derecha como el famoso argentino Agustín Laje y sus secuelas peruanas, el fujimorista Miklos Lukacs y el cabildero provida para América Latina del Population Research Institute y autor en Actuall, hablando a favor del gobierno de Merino e invitando a sumarse a CMHNTM para impedir que la izquierda -bastante disminuida, deslegitimada y dividida en el Perú- tome el poder. Este grupo señala los típicos del adoctrinamiento marxista para desestabilizar a los gobiernos de derecha, limitación de las libertades económicas, religiosas y de la familia.
Ojo, no se trata de todos los religiosos, sino de la derecha religiosa que es una cúpula de poderes políticos-religiosos-empresariales. Son quienes apuestan a un discurso de renovación moral, de confrontación a los grandes poderes internacionales, quienes han seguido los planteamientos de la Moral Majority de los ochenta en apoyo a Reagan y que están logrando ganar votos más allá del combate moral de la ideología de género, al combate moral a la corrupción. Este sector le está apostando al evidente desgaste moral del actual Congreso, sin tener que pasar por el fuego directamente, sino pasando como outsiders opuestos al establishment, tal como Trump o Bolsonaro.
* Sociólogo y antropólogo mexicano.