Por: Marvin Aguilar*
Según el ranking ONU 2020 estamos dentro de los 5 países con peor desarrollo humano en el continente. No es nuevo, hace 102 años, entre agosto y noviembre una pandemia contagiosa y mortal azotó San Miguel convirtiéndola en el epicentro de una peste nacional.
Si bien se contaba con un Consejo de Salubridad desde 1900 y con un Código de Sanidad de 1914 nuestro sistema de salud era de beneficencia, caridad y hospicios. No estábamos preparados para hacerle frente a la «gripe española» de 1918. El Salvador tendría Ministerio de Salud hasta marzo de 1950. Así que a la población solo le quedó esperar que pasara la pandemia y mientras tanto morir quien tuviera que morir. No debería de sorprender la mortandad que hubo. El ramo dedicado a la salud tenía asignado el 5,14% en el presupuesto general de la nación de esa época mientras que para el ejército era el 40%. Las prioridades del gobierno eran claras.
Déjà vu: Mientras la gente moría en 1918 el debate de las elites salvadoreñas eran las elecciones de marzo de 1919. ¿Quiénes gobernaban el país en esa época? Carlos-Jorge Meléndez y Alfonso Quiñónez Molina a la postre gracias a una cínica corrupción gubernamental durante su mandato una de las familias más ricas de El Salvador.
Ellos luego del asesinato del presidente Manuel Enrique Araujo se hicieron con el poder por 18 años gobernando bajo un régimen familiar, dictatorial y oligárquico. Son pues, los responsables morales y políticos del mal manejo y muertes de aquella pandemia que azoló El Salvador hace un siglo.
San Miguel, origen de la pandemia en el territorio nacional en cuestión de 10 días llegó a tener 7,000 enfermos y, 5 días después, reportaba 15 muertos diarios. De San Miguel pasó a Usulután siendo Santiago de María el más afectado en ese departamento. A finales de agosto de 1918 San Vicente reportaba 138 enfermos. Para septiembre de 1918 San Miguel era un caos sanitario: ante la escasez de ataúdes se utilizaron petates como mortajas y una carreta chillona que pasaba al atardecer recogía cadáveres por barrios y cantones para llevarlos al cementerio y enterrarlos (la mayoría) en fosas comunes.
Los migueleños comenzaron a manifestar descontento público contra el gobierno. Las autoridades comienzan para restarle importancia al problema a ocultar cifras de enfermos y muertos. Informan por fin y para contrastar al malestar popular que no es la peste negra que invade San Miguel sino la influenza y que esta está disminuyendo y avisa que las escuelas volverán a clases. Todo resuelto.
Pero mientras el gobierno anunció que la pandemia en San Miguel estaba controlada estalló un brote en San Salvador y luego Atiquizaya en Ahuachapán. A esta contradicción entre realidad y lo que decía el gobierno la burla popular lo llamó: «el trancazo». La presión popular creció contra el gobierno. Para ese entonces, ya sobre la marcha de forma conjunta, autoridades y farmacéuticas introducen la aspirina con fenacetina de Bayer para combatir la influenza entre los ricos y 30,000 pastillas de quinina para el pueblo que no alcanzarían. El repudio aumento. La respuesta gubernamental por su evidente desidia ante la salud del pueblo fue que el Consejo de Salud anunciara entierros gratis a quienes murieran por falta de atención médica durante la pandemia.
San Salvador cayó ante la gripe española. Se cerraron los negocios y oficinas públicas debido a que casi todos los empleados se enfermaron. Se suspendió el desfile de independencia de ese año. Comienza la pandemia hacerse sentir en Soyapango, Zacatecoluca, Ilobasco y Opico. Luego se suman con emergencia sanitaria Santa Ana, Santa Tecla y Suchitoto. El gobierno simplemente no supo que hacer y colapsó ante la pandemia. San Salvador llegó a los 25 muertos diarios. Se decretó cuarentena estricta en puertos y se prohibió la entrada a los guatemaltecos.
La empresa privada de la época se sumó –y hay que decirlo fue determinante en todas las ciudades para detener la pandemia ante la inutilidad del gobierno- y formó un «comité altruista de contribución al alivio de los desgraciados» repartiendo obleas antigripales y consultas gratis. Si bien para octubre descienden los casos en San Miguel aumentan en la zona occidental. Pero el gobierno necesitado electoralmente de regresar a la normalidad y evitar un gran impacto económico y poder ganar las elecciones del siguiente año optó por falta de transparencia, ocultación y minimización mediática de la pandemia. Así a finales de octubre se reanudan las labores, abren cines, se anuncia el regreso a clases el próximo año y en noviembre se da por terminada la pandemia prohibiéndole a los medios volver hablar del tema.
Un ejemplo de lo anterior es que en el libro Monografía Histórica de San Miguel de Mario Flores, editado en la década de los 50`s por la municipalidad y donde se va narrando año tras año los acontecimientos notables de la ciudad la pandemia de 1918 no se menciona nunca. Sin embargo si destaca como único hecho importante el desfile en carros modernos que la elite migueleña hizo durante noviembre de ese año sobre la primera calle pavimentada con motivo del fin de la primera guerra mundial.
Desde luego las elecciones volvieron a ser el tema nacional en la prensa y se llevaron a cabo al año siguiente. Con un enorme fraude llevado a cabo por su grupo de choque callejero «la liga roja» los Meléndez-Quiñónez ganaron; Jorge Meléndez derrotó al médico opositor Tomás Palomo (quien había hecho campaña recordando el mal manejo Meléndez-Quiñónez en la pandemia) dicha familia seguiría en el poder por 13 años más.
Corolario:
¿Por qué fue San Miguel el epicentro de la pandemia de 1918? Puedo basado en las conclusiones de Pablo Benítez en su investigación (Americanía, julio-diciembre 2017) sobre el tema inferir la siguiente hipótesis: debido a que otro de los errores del gobierno fue ver la pandemia como algo local cuando en realidad era mundial nuestra oligarquía inculta y ensimismada ignoró las noticias de la situación epidémica en California y Perú puertos de origen, tránsito y destino del puerto Cutuco en La Unión de donde se pudo haber iniciado el contagio y extendido a San Miguel y luego al país. Estas cosas pasaron hace 102 años.
*Antropólogo cultural salvadoreño.