Por: Francisco Parada Walsh*
Todo sucede en la sala VIP del aeropuerto “Oscar Arnulfo Romero”. Mientras La Risa toma lentamente una cerveza puede ver a lo lejos a su viejo amigo El Llanto quien sentado en un confortable sillón revisa su pasaporte y el tiquete aéreo; es La Risa quien se levanta de su cómodo asiento negro y con paso firme camina hacia su amigo, se para frente a su amigo, éste, distraído, levanta la mirada y no puede ocultar su alegría, poniéndose de pie se funden en un fraterno y cálido abrazo; es El Llanto que apartando el cabello que cae sobre el rostro de La Risa quien pregunta hacia dónde va, La Risa, con un semblante triste en su rostro le dice que pedirá asilo en Uruguay y que deja a El Pinochini de América para siempre, que se va para nunca volver, que está harta de todo lo que sucede en el país ya que nunca se le valoró como lo que es, como lo que representa.
El Llanto no puede dar crédito a las palabras de su sempiterna amiga, su rostro palidece y vuelve a preguntar ¿Cómo es eso que te vas? ¿Me dejarás solo? No entiendo tu partida, no la entiendo. Es
La Risa quien con lágrimas en los ojos le dice a El Llanto: No puedo más, este país no me merece, atrás quedó aquella frase trillada y mentirosa de que El Pinochini de América es “El país de la sonrisa” ¡Mentira mi querido amigo! Soy La Risa y prefiero irme y no volver jamás, que ustedes rían o lloren no es mi problema y por los vientos que soplan como que les tocará llorar y llorar por largo tiempo, más creo que será el “país de las plañideras” con la diferencia que llorarán sin recibir un cinco, llorarán por el triste futuro que les depara.
El Llanto no sale de su asombro al ver a su amiga y rival marcharse, es El Llanto el que con una risa burlesca le pregunta el porqué de tal radical decisión.
Y es La Risa quien responde: Mira querido amigo, siempre es el pobre el afectado, el que llorará, tristemente la confrontación que se vive acá es algo que nunca imaginé que pasaría, recientemente asesinaron a dos personas solo por pensar diferente, y recuerda bien mi querido amigo El Llanto, el asesino es otro pobre, nada que envidiarle a la guerra civil donde murieron más de ochenta mil personas y antes que se dé otro conflicto prefiero agarrar mis maritates e irme para no volver, este país sufre día a día y no entiendo cómo se puede sentir ese gozo perverso ante una catástrofe económica y social que vivimos, debemos estar enfermos para gozar con ver a tu hermano en una situación difícil y no debería ser motivo de alegría pero eso es lo que está sucediendo, un profesional pobretón creyéndose parte de un proyecto que solo en su trastornada mente cree que será tomado en cuenta cuando todos sabemos que los tontos útiles son importantes para que un partido político llegue y siga en el poder y no mi amigo, mejor me voy ante que ver más muertos, no sé cómo me irá sin embargo nada me detiene, nada; será tu reino donde todos llorarán más temprano que tarde.
El Llanto: Aun no te entiendo, me dejas la peor parte y debo cumplir mi triste trabajo, no será fácil pues todo el llanto de una nación recaerá sobre mí. Sin embargo lo tienen merecido, vete amiga mía, vete y no vuelvas jamás, te hemos despreciado, te hemos olvidado y un país que olvida reírse está condenado a un eterno llanto y sufrimiento, que tu vida en Uruguay sea plena, que lleves risas a todos los que la necesitan, vete, vete, vete. Se escuchan por los parlantes que todos los pasajeros con destino a Uruguay deben abordar por la puerta 666 el vuelo 503. Mientras la risa llora de tristeza, es el llanto quien no puede ocultar su sonrisa al ver a su gran amiga volar hacia lo desconocido, hacia una tierra promisoria, hacia un país donde se valora la risa.
*Médico salvadoreño