Desde su primer día en el Ejecutivo, Nayib Bukele dio gran importancia al trato con Donald Trump. Incluso se ufanó de tener una excelente relación con él, y a ese buen entendimiento atribuyó varias decisiones estadounidenses en favor de El Salvador, como la prórroga del TPS y la donación de equipos de respiración para las unidades de cuidados intensivos de los hospitales. Pero con la entrada de la administración Biden, pareciera que las relaciones entre ambos países ya no son tan amigables ni fáciles. Para tratar de mejorarlas, el presidente ha contratado a empresas de relaciones públicas que buscan endulzar el oído de los funcionarios estadounidenses sobre lo bien que marchan las cosas acá. Según diversas publicaciones, estos contratos cuestan miles de dólares, pagados con los impuestos de todos los salvadoreños.
A pesar de pretender una buena relación con Estados Unidos y de haber gastado tanto dinero por el logro de ese objetivo, Bukele ha cometido errores crasos; por el momento, el mayor de ellos, sus ataques a los congresistas que son críticos de la situación en El Salvador. El presidente no solo ha restado importancia a las cartas que han publicado, sino que también los ha minusvalorado personalmente, a pesar de ser miembros relevantes del Congreso. Además, ha hecho caso omiso de sus señalamientos sobre el irrespeto al Estado de derecho, las violaciones a derechos humanos y la posible corrupción en el Gobierno salvadoreño.
En este marco, el último encontronazo ha sido con la congresista del distrito 35 de California, Norma Torres, de origen guatemalteco, quien afirmó que los responsables de la migración de centroamericanos hacia Estados Unidos son los Gobiernos de la región. “Muchos están escapando de #narcogobiernos liderados por @nayibbukele, @JuanOrlandoH y @DrGiammattei. Estas familias merecen un verdadero liderazgo y compasión”, dijo. Si bien la declaración de Torres es dura y atrevida, la respuesta de Bukele, atacándola directamente y a través de sus troles, y pidiendo que no se vuelva a votar por ella, no ha sido adecuada en absoluto. Una vez más ha mostrado su intolerancia y agresividad con todo aquel que critica su gestión como presidente.
Puesto que la administración Biden ha dejado claro que será mucho más exigente en las relaciones con sus socios y que pedirá que estos muestren con evidencias su compromiso con la democracia, el respeto a los derechos humanos y la lucha contra la corrupción, para mejorar la relación entre El Salvador y Estados Unidos lo que se requiere es, precisamente, trabajar para que en nuestro país se fortalezcan el Estado de derecho, la transparencia y la honestidad en el manejo de los recursos públicos. Mantener una actitud prepotente e insultante con quienes en el Congreso pueden aprobar o negar ayudas para El Salvador, o aprobar una reforma migratoria que dé estatus legal a los millones de salvadoreños que viven sin documentos en Estados Unidos, no es otra cosa que darse un tiro en el pie.
Los exabruptos de Bukele y los suyos solo servirán para que los funcionarios de la administración Biden se convenzan aún más de lo mal que están las cosas en El Salvador. Por supuesto, tampoco se trata de agachar la cabeza ante todo lo que viene de Estados Unidos o de aceptar lo que no es verdad. Si una afirmación falta a la realidad, lo propio es demostrarlo con hechos, no con pleitos. Demasiado está en juego en la relación con Estados Unidos como para ponerla en riesgo con confrontaciones innecesarias.
EDITORIAL UCA.