Por: Guillermo Alvarado
Entre las grandes empresas que son conocidas por lucrar con las desgracias del mundo ocupan uno de los primeros lugares los fabricantes de armas, pero lo visto en los últimos meses obliga a incorporar a este listado a las corporaciones farmacéuticas, que hacen jugosos negocios con la covid-19.
Así lo demuestra un recuento realizado por el diario mexicano La Jornada, donde se explica que las siete mayores empresas de este ramo en el planeta se las arreglaron en medio de la crisis sanitaria para incrementar su valor en nada menos que 152 mil millones de dólares.
Mientras la economía global se hizo añicos, sobre todo en los sectores del comercio, el turismo y los servicios, estas poderosas firmas vieron cómo su capital creció en los mercados financieros y lo sigue haciendo.
Johnson & Johnson, la mayor de su tipo, cuando empezó la pandemia tenía un valor bursátil de 384 mil 272 millones de dólares, pero en abril de 2021 había subido hasta los 422 mil millones.
AstraZeneca que ha sido muy cuestionada por los malos resultados de su vacuna contra el nuevo coronavirus, si bien no creció en sus activos, tampoco perdió porque sigue con el mismo capital que tenía hace un año.
La Fundación para el Acceso a los Medicamentos, entidad no lucrativa, señaló que la industria farmacéutica reaccionó ante la covid-19 hasta que fue evidente que la enfermedad también afectaba a los países ricos.
De haberse mantenido como un problema del mundo pobre, jamás habría ocurrido la carrera por las vacunas que hemos visto entre estas empresas.
Es un asunto de bolsillo, de billetera, o de cuentas bancarias para ser más precisos. Las corporaciones transnacionales se mueven sólo en función de las ganancias y por eso desde 2018 las investigaciones farmacéuticas se centraron en “enfermedades rentables”, como el cáncer, cuyo tratamiento es carísimo.
Se dejaron de lado los males infecciosos transmisibles, como el dengue, la rabia, el tracoma y otras que prácticamente desaparecieron del visor de estos consorcios porque afectan poco al mundo desarrollado.
La vacuna contra el SARS-CoV-2 es otra cosa, porque con la sagacidad que caracteriza a estos mercaderes, se dieron cuenta de que se abría una gran oportunidad de negocios y, de hecho, consiguieron bastante dinero estatal gratis para apoyar el proceso de investigaciones.
Al día de hoy muchos países, entre ellos varios latinoamericanos, no han logrado cerrar un solo contrato para comprar los inmunizantes que estos laboratorios producen. Será difícil que lo consigan porque la solidaridad no es moneda corriente en este tipo de negocios.
Fuente: Radio Habana Cuba