Era martes, y en Venezuela era día de fiesta patria. Las redacciones de los periódicos apenas abrían sus puertas al trajín diario cuando los teletipos comenzaron a moverse aceleradamente con una noticia que ya conmovía a México: Había fallecido Javier Solís. Entonces la conmoción fue continental. La América mestiza perdía a un ídolo luego de ser intervenido quirúrgicamente. Las emisoras del continente dejaron escuchar la voz del intérprete y las televisoras mostraron su imagen, una y otra vez. Había luto musical.
Confusiones biográficas
Hay algunos datos que apuntan a que Javier Solís, cuyo nombre de bautismo fue Gabriel Siria Levario, nació en Nogales, estado de Sonora. El mismo Solís siempre lo dijo en entrevistas. Sin embargo hay documentación oficial que ubica su natalicio en la ciudad de México. En cuanto a la fecha de nacimiento hay algunas contradicciones también pues algunos estudiosos apuntan que nació el 4 de septiembre de 1931 pero oficialmente es el 1 de septiembre de 1931 el día en que vino al mundo como hijo de Francisco Siria Mora y Juana Levario Plata.
Cuando ese niño contaba con apenas 7 meses de edad fue entregado por su madre a un hermano de ella y a su esposa. Gabriel no conoció a su padre, Francisco Siria, de oficio obrero, y de quien se dice que era alcóholico. Su madre tenía que trabajar fuertemente en un mercado y por eso lo dejó en las manos de su hermano Valentín, quien era panadero, y de su esposa Ángela.
Javier Solís siempre declaró que fueron su tío Valentín y su esposa Ángela sus verdaderos padres, a los que amó profundamente. También señaló que tuvo 5 hermanos: Fernando , Jesús, María, Guadalupe y José. También existe el testimonio que afirma que esos padres ‘adoptivos’, Valentín y Ángela hicieron todo lo posible para que tuviera una infancia normal y hasta feliz.
Esa infancia transcurrió en la capital mexicana, en una zona denominada Tacubaya, a la que el vocalista siempre recordó con mucho cariño: “ Mi recuerdo más bonito es haberme criado en Tacubaya, en ese barrio donde todos mis amigos me apoyaron y ayudaron en mi carrera artística. Me eduqué en la escuela que está allí, en Tacubaya”.
Todo iba con alguna normalidad pero a los 8 años de edad pierde a su madre de crianza, Ángela, y ésto, además de afectarlo, lo lanzó a la calle a ganarse la vida. Comenzó recolectando vidrios y luego en un automercado como cargador de mercancía; también fue lavador de vehículos y panadero, como su padre adoptivo. El más importante de los oficios que desempeñó fue el de carnicero. Así lo cuenta el propio Javier Solís: “Me gusta que me lo pregunten. A muchos amigos no les gustaba que yo contara eso y yo creo que es bueno contarlo. Yo antes de ser cancionero, porque no me considero cantante sino cancionero, primero fui aprendiz de mecánico, después fui panadero, específicamente repostero y luego estuve durante diez años en el oficio de la carne, 6 años como matancero (matador) y 4 años en carnicerías. No me siento mal al decir que vengo de muchos empleos antes de tener la suerte de ser un cancionero. También fui boxeador pero no un boxeador profesional. Siempre me gustó y aprendí para defenderme. Una vez me abrieron una ceja y una oreja y desistí. He practicado boxeo, fútbol, béisbol, ciclismo, y me gusta ver el béisbol”
Esta tristeza mía
El detonante
Gabriel Siria Levario siempre tuvo la inquietud musical rondándole. Poseía una hermosa voz, excelente registro y matices, y habilidad para el canto. Él mismo cuenta que a pesar de las adversidades y circunstancias, no abandonó nunca su sueño de ser cantante. Tan es así que fue el dueño de una de esas carnicerías en las que trabajó quien, dándose cuenta del talento de su empleado le pagó las clases para que perfeccionara la voz. Dice Gabriel Siria Levario que estudió un año y siete meses con el profesor Noé Quintero, el mismo que dio clases a Pedro Infante. Es cuando dice que se inició en la música por hambre: “Estando en Tacubaya hicimos un trío, el trío México, pero debo decir que mi vocación artística se despertó por hambre. Yo trabajaba en una carnicería que se llamaba “La Providencia” en la colonia Condesa y entonces yo ganaba 17 pesos diarios, y los gastos en la casa habían aumentado, había que sufragarlos y yo no encontraba la salida. Y unos amigos me dijeron ¿por qué no te vienes a la plaza Garibaldi donde están todos los compañeros mariachis? Y yo dije, bueno, vamos a ver si me dan chance. Corrí con tan buena suerte que todos los grupos me dieron oportunidad de cantar a la llegada de los coches y empecé a cantarles y en menos de lo que pensé me ganaba que 30, que 40 y entonces me dije: acá está la papa, criatura”.
Pero lo del canto profesional y los discos fue otra cosa: “ Estaba una noche trabajando en un local nocturno, el Bar Azteca y llegó Julito Rodríguez Reyes, ex primera voz del Trío Los Panchos, puertorriqueño él. Me escuchó cantar y me dijo: Necesitas que te oigan. Me tuvo fe llevándome a hacer mi primera prueba de grabación de disco”. “Mi primera grabación fue para el sello Columbia. Por una cara tenía “Por qué negar” y por la otra tenía “Qué te importa” de Rafael Hernández. El primer tema me generó críticas en el sello , y vinieron consejos para que mejorara”. Eran los finales de 1955.
La mentira
Cuando el sello Columbia lo contrata oficialmente hacia 1956 Gabriel Siria había grabado como aficionado y llevado su voz al acetato por su cuenta, y tenía esas grabaciones como carta de presentación. Ya había adoptado el nombre artístico de Javier Solís. Antes se hacía llamar Javier Luquín pero un amigo le sugirió el ‘Solís’ porque el público lo llamaba “El solista”, y de ahí salió el Solís. su gran ídolo era Pedro Infante, y cuando este falleció en 1957 cantó ante su tumba, en el acto del sepelio.
Se cuenta que imitaba a su ídolo pero fue bien aconsejado y se deslindó de Pedro Infante en cuanto a estilo, pero lo siguió en cuanto a cultivar el Bolero ranchero al que Infante dio vida, Solís esplendor y con el tiempo, Juan Gabriel continuidad. Solís continuó haciendo presentaciones en el «Bar Azteca» y también en un espacio de la emisora mexicana XEW. Recibió en 1957 su primer Disco de Platino por las altas ventas de su primer sencillo, y eso fue un excelente indicador de lo que vendría después.
Llorarás llorarás
La consagración definitiva de Javier Solís llegó cuando siguiendo consejos y orientaciones dio con un estilo propio para proyectar su voz. Entonces es cuando graba el álbum “Llorarás llorarás” en 1959 y se ubica en topes de popularidad en todo el territorio mexicano. Así lo dijo: “El tema que me dio a conocer en todo México fue “Llorarás, llorarás” de Rafael Ramírez, un bolero. La llevo en mi recuerdo siempre”. De esta forma la década de los sesenta comenzó muy bien para él.
Llorarás, llorarás
Para 1960 y ya con su carrera bien encaminada Javier Solís en una gira por Estados Unidos, emprende el proyecto de grabar boleros con acompañamiento de orquesta de estudio. Le atrapaba la idea de experimentar más allá de la dotación de los mariachis. Fue así como llegó al director estadounidense Chuck Anderson. Ya Solís había estado en territoro estadounidense en una gira promocional.
El álbum grabado con Anderson fue denominado Javier Solís en Nueva York y tardaría un tiempo en darse a conocer debido a que Solís estaba muy bien posicionado dentro del género ranchero y no quiso el sello disquero introducir una ‘distracción’ en el gusto del público.
En 1962 y 1963 graba dos de sus discos más célebres: «Fantasía Española» y «Trópico», con canciones del compositor Agustín Lara, convirtiéndose así en uno de sus mejores intérpretes. Con esas interpretaciones de Javier Solís se inicia una nueva era para la música de Mariachi porque sumó a los sones y a la temática épica las formas de la lírica urbana y las adaptaciones de canciones latinoamericanas. Fue un aporte muy importante que logró refrescar el género y el interés del público, además de abrir camino para otros intérpretes. En los 10 años que duró su meteórica carrera Solís grabó 379 canciones y se convirtió en uno de los cantantes más famosos de la historia en México.
Se me olvidó tu nombre
Fueron unos cuantos los países visitados por Javier Solís y en todos fue recibido con grandes aplausos. Además de recorrer los Estados Unidos de Norteamérica, estuvo en El Salvador, Guatemala, República Dominicana, Venezuela, y Perú, entre otros. Hizo memorables programas de televisión, conciertos y no se debe dejar de lado al Javier Solís cinematográfico.
En el cine
Aunque siempre tuvo la aspiración de ser un buen actor, el paso de Javier Solís por el cine, fue un paso sin mayores pretensiones, tal vez complementario a su sólida trayectoria musical, pero no muy relevante. Justo es decir también que con él se aplicó el recurso de poner a actuar a los personajes de moda, y Solís, en ese momento lo era.
Debutó con Tony Aguilar en El Norteño y en la película Tres balas perdidas (1960), protagonizada por Rosita Quintana, María Victoria y Evangelina Elizondo, y seguiría En cada feria un amor.
En total Solís participó en 33 películas, entre ellas:
1960: El norteño. Tres balas perdidas. En cada feria un amor. Los cinco halcones
1961: Los bárbaros del norte. Vuelven los cinco halcones. Camino de la horca.
1962: Los forajidos. Fuerte, audaz y valiente. Sangre en la barranca.
1963: Agarrando parejo. México de mi corazón. Un tipo a todo dar.
1964: Campeón del barrio. Diablos en el cielo. Los hermanos muerte. Rateros último modelo. Los tres calaveras. Aventura en el centro de la Tierra. Un callejón sin salida. Escuela para solteros. Los cuatro Juanes.
1965: El pecador, La conquista del Dorado. Especialista en chamacas. Los Sánchez deben morir. Caña Brava. Los tres salvajes. El hombre de la furia, Los que nunca amaron.
1966: Amor a ritmo a go-go. Los tres mosqueteros de Dios y Juan Pistolas, su última aparición cinematográfica.
El loco
Recta final
No tomaba alcohol y tampoco fumaba, sin embargo tuvo una vida un tanto desordenada en lo sentimental y vivió conflictos serios. Llegó a mantener simultáneamente a dos familias, y al momento de su muerte aparecieron hasta cuatro actas de matrimonio, aunque ninguna de divorcio.
Padecía de la vesícula, y le fueron diagnosticados unos cálculos en la misma, que eran el origen de los intensos dolores abdominales que padecía, Pero Solís le daba largas al asunto pues no quería una intervención quirúrgica.
Seis días antes de su fallecimiento hubo de ser hospitalizado y aceptó, entonces sí, operarse. La hemerografía de la época reporta que la intervención fue exitosa y ya para el propio 19 de abril sería dado de alta.
A las 5:45 de la mañana de ese día, 19 de abril de 1966 Javier Solís pasó a la inmortalidad.
El acta de defunción indica que falleció por un fallo cardíaco a consecuencia de un desequilibrio electrolítico producido por la colecistectomía (procedimiento quirúrgico para extirpar la vesícula biliar). El corazón le falló al Rey del bolero ranchero.
Si Dios me quita la vida
El acta de defunción gubernamental del registro civil también confirmó que Javier Solís había nacido en la ciudad de México y no en el estado de Sonora como él decía.
El 20 de abril su cuerpo fue inhumado en el lote de actores del Panteón Jardín de la Ciudad de México. Allí reposa.
Aunque se le vinculó con muchas mujeres se le conocieron dos parejas oficiales: Socorro González y Blanca Estela Sainz. Con cada una tuvo dos hijos.
Además de su portentosa voz, Javier Solís dispuso de un excelente repertorio y visibilizó aún más a grandes compositores como Rafael Hernández y Pedro Flores, además de muchos mexicanos como Álvaro Carrillo, José Alfredo Jiménez y Agustín Lara.
Entre los temas que interpretó se encuentran: Llorarás llorarás, Cuatro cirios, Esta tristeza mía, Me recordarás, Y todavía te quiero, En mi viejo San Juan, Sombras, Tómate una copa, Payaso, Espumas, Entrega total, Ese bolero es mío, Media vuelta, Cenizas, El loco, Si Dios me quita la vida, La mentira, He sabido que te amaba, Se me olvidó tu nombre y Qué va, entre los más de 300 temas que grabó.
Payaso
A 55 años de su muerte el tiempo parece detenido cuando se trata de su recuerdo. América Latina sigue cantando lo que él cantó y agradeciendo sus aportes en la música mexicana y el Bolero Ranchero.
Fuente: Telesur