Por: Miguel A. Saavedra.
Nayib Bukele, con su equipo de Troles, ha interferido constantemente, en la soberanía de este país y, de países extranjeros: primero, con su equipo de Troles, pagado por extraños, para intervenir en procesos coyunturales, previos a una votación; luego, por sus intereses en este país y recientemente, contra una congresista norteamericana. En cada caso y, al margen de sus efectos, ha habido interferencia a la soberanía, como si fuese violación del territorio o, acto de terrorismo, pues han deformado, el sistema democrático.
El llamado a votar, en contra de una Congresista, apelando al nacionalismo latino, ha sido considerado ataque al Congreso y, consecuentemente, a la soberanía de los Estados Unidos: la inducción al voto, por un extranjero, es interferencia en la vida democrática de ese país y, si tal llamamiento, tiene como motivo, el tratar de encubrir la corrupción extranjera, que en sus consecuencias, perjudica a los Estados Unidos, acto es de terrorismo.
La serie de mensajes en tal sentido, no pueden considerarse error diplomático involuntario, ni tampoco es imputable, a un tercero: es directamente, a Nayib Bukele, pues fue él, quien hizo personalmente, el llamado a la población latina de California con intención, de hacer cambiar al Congreso y al Departamento de Estado, la forma de decidir sobre El Salvador y su corrupción, por la amenaza electoral, de una congresista.
De igual manera, se intervino en nuestra campaña electoral, acreditando a 548 periodistas, que no tenían tal categoría pero que, en diferentes plataformas, actuaron en beneficio del oficialismo; lo que claramente, fue interferencia en nuestro proceso electoral.
El Gobierno deteriora nuestra relación con Estados Unidos, nuestro aliado natural, en un mundo multipolar en el cual hay únicamente cuatro grandes: Estados Unidos, la Unión Europea, China y Rusia, existiendo una clara lucha geopolítica, por la hegemonía económica.
La esperanza de Bukele, está en esa lucha; siendo lo más grave, que se hace todo a espaldas de la sociedad salvadoreña, para la cual, es irrelevante la masa de votantes, frente a las fuerzas vivas del país (ente productivo) que son las que sostienen al Estado y las que deberán pagar las deudas internacionales.
En la lucha interna que por el poder, sostiene Bukele, las fuerzas vivas, son un objetivo a dominar o destruir y, no es pactando con el más alto empresariado, que logrará dominarle, pues los intereses son, por gremios, por sectores y, por la interrelación social existente, en un entramado tal que, para funcionar, cada uno necesita del otro. La interferencia en la vida social salvadoreña, realizada por Bukele, está causando el abandono de las obligaciones de seguridad y paz interior, no permitiendo la rápida recuperación económica, ni las oportunidades para que el salvadoreño, no tenga que emigrar.
Esto es lo que ven en Estados Unidos y en otros países; así, una interferencia en sus cuestiones soberanas, lejos de tranquilizar la situación con el Gobierno salvadoreño, la tensa aún más y, como verdad, podemos apreciar que El Salvador, se está quedando aislado: dicho aislamiento, irá creciendo en la medida que haya, una mayor injerencia en los asuntos extranjeros por parte de Bukele y se cierren en El Salvador, los espacios democráticos.
Las relaciones de negocios con todos en el mundo, son sanas y convenientes, pues se tiene al mundo como mercado, pero esperar que los intereses geopolíticos, en la lucha internacional de poder, se manifiesten en El Salvador, es muy distinto.