Entrevista con la pastora Alexandra Meneses

Por Ruhama Abigaíl Pedroza García, Antropóloga social – México.

En Ecuador hay dos grandes sectores evangélicos. Por un lado están los indígenas evangélicos, cuya “doble” identidad se construye y expresa a través de organizaciones políticas y sociales, y que en las recientes elecciones apoyaron al gobierno de Arauz. Y por el otro, los evangélicos mestizos, que se organizan por denominaciones y rivalizan hasta cierto punto entre ellas. En esta entrevista, la pastora menonita Alexandra Meneses, nos ofrece un panorama sobre la participación política de este segundo sector del mundo evangélico en Ecuador. 

Entrevistadores Ruhama Abigail Pedroza García y Elio Masferrer

Elio Masferrer (E) ¿Cuál es su análisis sobre las recientes elecciones y su resultado que favoreció al candidato de la derecha?

Durante el gobierno de Correa tuvimos una época de bastante crecimiento en el país, sobre todo en las áreas de educación, vialidad y salud. Pero él, se confrontó con todos los sectores de poder y sobre todo con la prensa, lo que le no le favoreció.

Por el otro lado, el gobierno de Moreno, no dio seguimiento a la política de Correa. Moreno fue el candidato de las izquierdas y de los sectores progresistas, pero él gobernó con la derecha de forma mediocre, debilitando a las instituciones del país, sirviendo a los intereses de la banca, endeudando al país y dando rienda suelta a la corrupción. Este desgobierno ha tenido como consecuencia una fuerte crisis económica, política, social y sanitaria sin precedentes, apenas comparable con la crisis de 1999. De ahí la victoria de Lasso, sobre todo luego del criminal derramamiento de sangre en los acontecimientos del pasado octubre del 2019, donde muchos indígenas perdieron la vida.

En el desarrollo de estos acontecimientos, la Iglesia Evangélica (IE) a diferencia del movimiento indígena evangélico (MI), ha tenido muy poca participación. El movimiento indígena a través de la FEINE, ha estado más activo políticamente, teniendo protagonismo y voz en determinados momentos, y asumiendo una postura del lado del candidato de la izquierda, Arauz. Pero la IE ha sido un espacio silencioso que no ha incursionado en ningún ámbito de la política, porque no cuenta con ninguna voz. A nosotros, los evangélicos mestizos, nos hace falta la madurez y capacidad organizativa que tienen nuestros hermanos indígenas.

(E) ¿Cómo ve usted la participación de los evangélicos, en las recientes elecciones? ¿Qué pasó con la candidatura de Gerson Almeida, el candidato evangélico del Movimiento Ecuatoriano Unido?

Alexandra Meneses (AM) – Estamos fragmentados. Dependiendo de la denominación es la posición. Por ejemplo, es sabido que los pentecostales y neopentecostales apoyan fervientemente a la derecha. De allí cada espacio congregacional tendrá su propia opción. Si acaso hubiera un punto de aglutinamiento, ese podría ser la agenda de los derechos en salud sexual y reproductiva, el matrimonio homosexual, la identidad de género y el tema del aborto. A eso le apostó Gerson Almeida y las iglesias se unieron básicamente en torno a esas tesis, pero resultó que su candidatura no tenía otro programa. Y aunque fue un candidato evangélico con cierto apoyo de algunos sectores, no fue el candidato del sector evangélico en general. Pero en la IE en general, no hay participación ni debate en cuanto a temas económicos, de pobreza, de injusticia.

Esto se debe a que, dentro de nuestras iglesias, el tema político no es un tema que se debata. Porque nos han convencido de que el tema político no es para la iglesia, es algo de afuera, del mundo. Como nosotros somos ciudadanos del cielo, aunque aquí hay un desastre, nosotros vemos al cielo.

Además, se ha insistido desde la religión y la teología, en que es Dios quien pone y quita a las autoridades, y nuestro papel en el tema se limita a la oración, de tal forma que cualquiera que sea el gobierno, derecha, izquierda, violento, extremista, etc., es puesto por Dios. Entonces ya que este gobierno ha sido puesto por Dios, esta concepción desmoviliza a las personas, anula esta capacidad de crítica y de análisis y de tener una posición evangélica, de luchar por la justicia.

El momento en que se coloca en nuestra teología, en nuestro imaginario, que este gobierno es puesto por Dios, en ese momento bajamos los brazos porque uno puede luchar contra lo que Dios hace… sino que tenemos que alinearnos a la voluntad de Dios y apoyarlo, orar, bendecir y demás.

Por eso las iglesias no tienen capacidad de análisis político o económico en nuestro país. Pero si entendiéramos el reino de Dios como un reino eminentemente político, probablemente saldríamos de estos encuadres que nos hemos hecho, y tendríamos por lo menos una voz, un poquito más fuerte, clara, y firme sobre lo que significa hacer política, buscar el bien común, y desde la perspectiva cristiana, la justicia, la solidaridad con las personas empobrecidas, con los que la sociedad está desechando, etc.

Pero a la religión, a la teología le ha convenido sacarnos de esa interpretación liberadora y domesticar el evangelio y el reino de Dios, para tener iglesias que están básicamente llenas de gente que piensa que su único fin es estar en el cielo, o de morir salvos sin necesidad de participación social y política, apartándonos así de este mundo.

(Entrevista realizada vía Google Meets, el día 20 de abril de 2021).

                                                     

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