La vida es efímera. Demasiado. Y quizá entre mayores nos volvemos, los miedos y aprensiones nos van encadenando, de repente le tenemos miedo a todo, aun, al amor. Dejamos de vivir por miedo a experimentar sensaciones peligrosas como es enamorarse.
Por: Francisco Parada Walsh*
Nadie da un paso sino tiene algo seguro. Nadie quiere caminar en la oscuridad de la vida por miedo a los demonios llamados deseos. Nadie quiere explotar de felicidad, no, se prefiere vivir en una soledad espantosa que tomar la delantera, que disfrutar la vida, que amar, que sonreír, sentir un abrazo, un apapacho, un cariño.
Viene el título de este artículo ante esa opción que dan las redes sociales que se llama “Me encanta”, pero ¿Qué me encanta? Ella, él, o esa foto espectacular o la frase que me sacude, no lo sé, y de a poco no nos permitimos ser felices, tenemos miedo al dolor y quizá mi vida ha sido marcada por el dolor, y harto estoy de él, busco felicidad pero primero debo ser feliz, busco amor pero primero me debo amar, busco una sonrisa pero primero debo sonreír, busco la verdad pero primero no debo mentirme, busco una cómplice pero primero debo ser yo, mi principal cómplice, busco respeto pero primero me debo respetar, busco a la bella pero primero debo amar la belleza, busco una mirada sincera pero primero debo ver hacia mi interior; todo lo anterior describe al hombre o a la mujer perfecta, relaciones mágicas como solo en los cuentos o en novelas sucede; ¿Qué sucede con la mujer y el hombre imperfecto? Ese soy yo, me encanta una relación de amistad, de amores con todos los defectos del mundo, no quiero amigos ni parejas inmaculadas, sino humanas, reales, de carne y hueso y más de carne; vemos el encanto como cual cobras que nos susurran bella música con una flauta pero no es esa la vida, la vida es imperfecta y todos lo somos, pecadores a cual más, y en esos pecados está la vida, está la magia, está el amor.
No hay amor sin pecado y sí hay pecado sin amor, y creer que aquella o aquel es esa mágica foto donde reflejamente queremos presentarnos al amor como perfectos, únicos, seres bellos, la verdad es que no existen; me aterra la frialdad de la amistad, todos somos amigos en las redes sociales pero nadie sabe ni por cerca el demonio que soy, nadie conoce mis verdades y mentiras, mis logros y fracasos, mi vida; no, todo en las redes sociales es perfecto.
Pero ¿Quién me encanta? ¿Es lo que han subido a Facebook o es ella? Ahí está la vida. En los tiempos más modernos de la humanidad tenemos una sociedad anticuada, no quiere que la o lo conozcan, todo es escrito, el aroma de la voz se perdió, le tememos a todo y a nada sin embargo el encanto arrastra traumas, inseguridades, miedos y al final, todas mis estructuras mentales de niño siguen intactas, la diferencia es que soy un niño con canas pero ese pasado se arrastra y como dice el gran García Márquez “Todos tenemos tres vidas, la pública, la privada y la secreta”, hermosa verdad donde exponemos apenas la pública; querer a alguien por su belleza es fácil, amarlo con sus defectos, cambia la cosa; si, defectos de carácter, cóleras, borracheras, adicciones, flatulencias, pobrezas y más no es fácil, y esa es la vida, esa es.
¡Es usted la que me encanta! No entiendo buscar por esos chat de citas a una mujer, hasta erizo me pongo, solo de pensar primero en mi cobardía de no tener el arrojo de entrarle, y me espeluzna tratar con alguien lejano a lo que se ofrece; no sé, prefiero escuchar la voz de alguien, las emociones se perciben aun en la voz, por eso al polígrafo se le llama “El estresor de voz” pues ante la verdad o mentira, la voz cambia; dejemos la perfección a un lado, seamos imperfectos, corrientes, humanos ahora que se puede, que todavía el supra poder me permite ser hombre y a ella, mujer.
Amo lo cotidiano, amo lo sencillo y en un mundo tan frágil y volátil, prefiero tomar el vino en pequeños sorbos del ombligo de la bella, oír música con su silencio y sentir que vivo, y muero pero feliz. ¡Es ella la que me encanta!
*Médico salvadoreño