Las fosas clandestinas y su legalidad

Ruanda. México, El Salvador de la Nada. Se lee en las redes sociales: “Qué orgullo pertenecer  a la primera generación en Criminalística sobre Procesamiento de Fosas Clandestinas”.

Por: Francisco Parada Walsh*

Esto me deja sin palabras. Fuera algo único y humano que se leyera: “Qué orgullo pertenecer a la última generación en Criminalística sobre el Procesamiento de Fosas Clandestinas”. Que un grupo de profesionales de la salud le dé legalidad a las fosas clandestinas y aun, que el pecho se hinche de orgullo solo dice qué tan enferma es nuestra sociedad.

Pocos países en el mundo son cómplices de que su mejor gente desaparezca, pareciera que solo en El Salvador de la Nada hay crímenes perfectos, donde ver, oír, callar, violar, descuartizar es la regla. Me causa náuseas que, un país harto de la violencia y de tanta sangre derramada ahora se arrogue el derecho y el honor de preparar al personal de salud en la búsqueda de hermanos salvadoreños.

Quisiera que existieran generaciones de médicos que no les mientan a los pacientes sobre los efectos de la tercera dosis de la vacuna. Sueño con la primera generación de médicos que reciban mejoras salariales.  Anhelo que todo el personal de salud que fue masacrado en la pandemia reciba el seguro de vida que, es lo menos que merece.

Deseo que se formen las primeras brigadas de médicos que realicen ciencia y que no estén detenidos como es el caso de la  científica Erlinda Handal, de las pocas científicas puras como las matemáticas que tenemos que, en vez de servir a su país, languidece en una celda. Espero que haya la primera generación de médicos que puedan revivir a los desaparecidos, algo así como: “Qué orgullo pertenecer a la primera generación en dar vida y no buscar la muerte”. No entiendo a lo que hemos llegado.

Esto es algo enfermizo donde en días saldrá una generación de médicos que se ufanará de ser los primeros en cómo operar “apendicitis de mentiritas”, esos ya existen; luego está una generación de médicos que operan a pacientes desahuciados y después huyen de mi montaña,  mientras el riesgo de la denuncia  por la muerte del paciente, existe. Tenemos una generación de médicos que de la tal “Marcha Blanca” sacaron enorme lucro y así, es la de no acabar.

En un país, o cualquier sociedad debe existir la Medicina Forense, sin embargo que se legalicen las fosas clandestinas solo dice que esto es apenas la punta del témpano, que son decenas de fosas clandestinas; pocas veces he escrito tan afectado ante esta revelación. Que en el nombre de Dios, esto sea una pesadilla, debo indignarme cuando un colega avala la muerte de un joven porque,  no parece existir  una “primera generación de especialistas en capturar a los asesinos de los jóvenes desaparecidos” y enterrados en fosas que no son clandestinas, debe haber hasta un mapa de riesgo donde las autoridades saben todo lo que pasa; ¿Cómo fue a parar Samurái a la “fosa clandestina” en Chalchuapa? Esto es nauseabundo, pocos países en el mundo han sufrido este genocidio y sé que estas líneas en días serán historia.

¿Cómo una sociedad no se indigna ante la muerte de un niño de diez años asesinado de una de las formas más violentas? Aterra esa indiferencia, ese “valiverguismo” donde importo yo, solo yo; no, estamos enfermos, gravemente enfermos no físicamente sino del alma. Se está enviando un aviso que seguirán apareciendo fosas que nos roban lo mejor de una sociedad, jóvenes que su único delito es haber nacido en un país siquiátricamente inestable, de ingreso crónico, eso somos, una sociedad perdida.

No tengo palabras, solo pido a Dios y a esta primera generación que respeten a esos desaparecidos como si fueran un tesoro  porque ¡Lo son!  Que piensen que el esternón  es La Unión, el cráneo es La Paz y el tórax,  La Libertad. Tengo náuseas de pertenecer a esta miserable sociedad, poco puedo hacer, siquiera guardar un minuto de silencio no por los desaparecidos, sino por los muertos vivientes, que soy yo y usted amigo lector.

Las autoridades, no perderé un segundo de mi tiempo más que repito ese proverbio  árabe: “Que sobrevivas a tus hijos… si eres parte de este plan de eliminar a mi hijo”.

*Médico salvadoreño

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