La lluvia cristalina desciende,
aunque en ocasiones opaca y muy helada,
día y noche,
noche y día,
en medio de tanta gente,
gente que camina y corre;
con distintas velocidades,
pero impregnadas de muchas susceptibilidades,
sin embargo;
no estabas tú, simplemente no estabas tú.
No, no es como dice la canción:
¨vi la multitud correr y no estabas tú¨; sino mi corazón,
hecho un lago, en su abismal interior: diáfano,
donde siempre espero y esperaré
encontrarte y agruparte
en cada tejido de amor dentro de él.
En alguna fracción de nuestra vida,
tú me encontrarás
y yo te encontraré;
sin más alguno el hermoso saber,
que tú formarás parte de mí
y yo formaré parte de ti,
con nuestra alma envuelta en color carmesí,
y el tan flemático sentir,
que la respuesta correcta estaba en ti,
la cual pude descubrir y sentir;
sin la razón abandonar.
Espérame, que te espero,
quiéreme, que te quiero,
abrázame, que te pienso;
pero no me llores,
ni tomes decisiones sin razones
o por puras vanas e infundadas pasiones,
porque aunque en este momento no me halles,
yo te encontraré
y en su instante
tú también me encontrarás,
en este amor inmenso,
el cual iremos tejiendo
con el amoroso fin,
que vaya en ascenso y no en descenso.
Todavía veo llover
y gente rápidamente transcurrir,
en este diario y pensativo vivir,
pero en medio del ímpetu,
todavía no estas tú.
Por: Scarlett María Silhy