Una investigación realizada por la Cámara de Representantes de Estados Unidos, una de las dos que componen el Congreso de ese país, determinó que en una década los fabricantes y comerciantes de armas lograron la jugosa ganancia de mil millones de dólares sólo por la venta del fusil AR-15.
Por: Guillermo Alvarado
Esa cifra corresponde, por supuesto, a los datos oficiales y no incluye los beneficios obtenidos por otras formas de transacciones, como las realizadas entre particulares en las ferias y exposiciones, que con frecuencia se realizan en prácticamente todos los estados de la nación norteña.
Resalta el dato porque precisamente este tipo de artefacto ha sido utilizado en numerosas matanzas colectivas, entre ellas la ocurrida recientemente en una escuela de Uvalde, en el estado de Texas, donde murieron 19 niños y dos profesoras a manos de un tirador que recientemente había cumplido 18 años.
En el país de las grandes contradicciones, cualquiera que haya arribado a esa edad tiene prohibido comprar una cerveza, pero en cambio puede perfectamente adquirir un fusil de asalto sólo con demostrar que carece de antecedentes penales y no sufre trastornos psiquiátricos.
No estamos hablando de un arma defensiva, como técnicamente puede ser una pistola o un revólver, sino de una de ataque con gran poder mortal.
El AR-15 es una versión del M-16 y su estreno ocurrió durante la guerra de Vietnam donde sus características técnicas fueron muy apreciadas y a partir de allí se popularizó, incluso dentro de grupos del crimen organizado.
Es un fusil semiautomático, es decir que no lanza ráfagas, sino tiro, a tiro, pero el siguiente proyectil se recarga por el sistema de recuperación de gases, por lo que basta con volver a apretar el gatillo para hacer otro disparo.
Por su estructura, hecha de plástico y diversas aleaciones de aluminio, es muy liviano y sin el cargador apenas pesa 3 kilogramos.
Usa munición calibre 5,56 milímetros, igual que el M-16, que debería estar reservado para el ejército y otros cuerpos de seguridad, pero que en Estados Unidos, igual que el fusil, se puede comprar por grandes cantidades.
Reitero, no es en absoluto un arma deportiva, sino de guerra, o sea diseñada para matar o causar heridas graves por lo que es insensato y absurdo que esté en manos de civiles, en una sociedad ya de por sí bastante desajustada.
Como dijo en la presentación del informe la representante por el partido Demócrata, Carolyn Maloney, “La industria de armas de fuego obtiene ganancias sobre la sangre de estadounidenses inocentes”.
A pesar de que todo el mundo está consciente de esta realidad, ningún gobierno ha logrado poner restricciones a un comercio sucio que cuesta decenas de miles de vida cada año, algo asombroso y terrorífico.
Fuente: Radio Habana Cuba