En el zoológico Safari Park de San Diego, en Estados Unidos, dos caballos Przewalski creados mediante clonación corren sobre el césped.
Uno de ellos, Kurt, nació en una instalación veterinaria en Texas en agosto de 2020 gracias a un ADN criopreservado de un ejemplar macho de 1980. Durante 40 años, los científicos mantuvieron la información genética hasta lograr su restauración con el apoyo de las empresas Revive & Restore y ViaGen Equine, dedicadas a la conservación de la vida silvestre.
Por su parte, el pequeño Ollie nació en condiciones similares y ahora vive fuera del alcance de los visitantes debido a su origen doméstico. Con algunas variaciones, los científicos lograron ambos experimentos gracias a la técnica establecida por el profesor Ian Wilmut y su equipo en Edimburgo hace décadas.
Su procedimiento conllevó al surgimiento del primer animal creado a partir de transferencia nuclear de células somáticas, la oveja Dolly, nacida en 1996. Para realizar esa acción es necesario obtener óvulos no fecundados de unas especies y enuclearlos, eliminar su núcleo, su material genético.
Muchas de estas estructuras sirven después como receptores para recibir, mediante microinyección, núcleos de otras células, generalmente somáticas. Si todo va bien, la eficiencia del proceso es muy baja, solo alrededor del 1,5 por ciento logra la regeneración y de ahí su cuestionamiento ético, pues muchos derivan en malformaciones.
Los caballos de Przewalski son de menor tamaño que los domésticos, con cuerpos robustos adaptados para sobrevivir a condiciones meteorológicas. Estos equinos están en peligro de extinción, pues solo quedan dos mil ejemplares en todo el mundo, la mitad de los cuales están en áreas protegidas.