Un dios extranjero llegó a las tierras de Kukulcán. Es ancestral y poderoso según los mitos. Sin embargo, los descendientes de los antiguos mayas lo repudiaron, temiendo represalias de la divinidad local Chaac, señor del agua y las tormentas.
Por: Fabian Acosta Rico. Universidad de Guadalajara – México
E sta controversia neopagana levantó revuelo en Internet: ¿era una broma, un simple video viral hecho para divertir? ¿Cuándo pasamos del sarcasmo a una creencia seria expresada en redes sociales? Suponíamos que los mexicanos habíamos superado los politeísmos vernáculos y foráneos, siendo muy católicos y bendecidos por las palabras papales: «México siempre fiel». Pero no fue así. A algunos cibernautas les saltó su politeísmo con el asunto del Poseidón yucateco.
Hagamos un contexto antropológico para entender este fenómeno. Ya no estamos en el siglo XVIII, cuando desenterrar viejos ídolos aztecas en la Plaza Mayor de la Ciudad de México puso en alerta a las autoridades eclesiásticas y civiles por un brote de idolatría popular ante el hallazgo. Ya no existe la amenaza real de un Jacinto Canek instigando una rebelión para reconstruir los antiguos teocallis o pirámides y llenarlas de iconos prehispánicos.
Estamos en plena postmodernidad, donde la fe y la religiosidad son débiles. Hoy se cree y se descree a la velocidad de tu navegador de Internet. La autenticidad en el creer inmoviliza, petrifica cuando hay tantas opciones e ideas circulando; por eso, el sujeto postmoderno la evita. Para él está bien, en medio de una discusión de chat, declarar que teme la represalia de una antigua divinidad local. No pasa nada, ni hay motivo de alarma. Al final, todo se olvida con una asistencia a misa o al servicio dominical.
Esta situación la ejemplifica perfectamente lo ocurrido en Yucatán con la estatua de Poseidón. Esta no suscitó nada parecido a un motín social; todo fue una polémica de Internet que coincidió con la llegada del temporal de huracanes.
Todo comenzó con la ocurrencia del presidente municipal de Puerto Progreso, Julián Zacarías Curi, quien quiso completar un centro deportivo llamado Poseidón con la edificación, mar adentro, de una estatua del dios griego de los océanos. El centro fue inaugurado el 19 de enero de 2024; colocaron la polémica estatua en mayo, uniéndose a otras obras concluidas como un skate park, una cancha de basquetbol rosa, bancas, vegetación y gradas.
La efigie del dios está hecha de fibra de vidrio y fue instalada en el mar, no muy distante de la playa, pensada para que los lugareños y los turistas la encontraran llamativa. De que llamó la atención, no cabe duda.
En palabras del presidente municipal, decidieron nombrar Poseidón al centro por ser el dios del mar que, con su tridente, aquieta o embravece las aguas. La intención era manifestar que en Progreso siempre queremos un mar en calma, pero esto, obviamente, no es posible en épocas de ciclones. El debate se desató un mes después, con un inocente video corto subido a TikTok por una mujer que aseguraba, esta moderna sibila, que las fuertes lluvias que azotaban Yucatán (ocasionadas por la tormenta tropical Alberto) respondían a la furia punitiva del dios Chaac, disgustado por la presencia de Poseidón, un dios extranjero.
Algunos dieron por cierta la afirmación, al estilo de cómo hoy en día creen los postmodernos, con pasión y superficialidad a la vez. Les ganó el chovinismo cultural. ¿Estamos ante una guerra de imágenes? Es posible; pero puedo apostar que ninguno de los momentáneos fieles de Chaac lo tenía presente o le rendía culto tiempo atrás. Esta divinidad maya tiene un papel destacado en su mitología, siendo el dios de la lluvia, los relámpagos, los truenos y, por tanto, jugando un papel vital en el cultivo y la siembra de la tierra. Para los mayas, él los alimentaba, sobre todo con maíz.
La tiktoker que inició esta polémica aclaró que todo había sido una broma, un comentario jocoso lanzado a la red social sin mala intención. Pero el «as» de la polémica ya estaba sobre la mesa y una disculpa no lo retiraría.
Para muchos cibernautas, las fuerzas divinas que controlan la naturaleza se estaban dejando sentir. Un dios maya estaba furioso por la suplantación. ¿Qué mejor acto de desagravio que retirar la escultura del dios invasor? Eso propusieron algunos usuarios para apaciguar a Chaac.
Al diablo con la meteorología y sus predicciones sustentadas en el cambio climático; ante un diluvio, la mejor explicación es que su origen está en el disgusto de un dios atmosférico, local.
Esta polémica de TikTok no anuncia el regreso al viejo politeísmo; eso sería exagerado. Tampoco sería cierto decir que muchos mexicanos esconden un pagano esperando entregarse a las prácticas idolátricas. Lo que debía ser una atracción turística terminó siendo una manzana de la discordia en Internet. Pero de ahí no pasa.