Uno puede hacerse el tonto o ser realmente tonto, pero eso no modifica nada de la realidad
Por: Miguel Blandino
E n 2018, durante una conferencia ante sus compañeros militares de Estado Mayor del ejército español, el Coronel Pedro Baños Pardo decía que en las dos principales estrategias de los Estados Unidos en la presidencia de Trump para su relación con el mundo (la de seguridad y la de defensa) se leía con toda claridad que el enemigo a vencer era China/Rusia. Que iban a hacer todo para romper esa alianza y para evitar el desarrollo de la franja y la ruta de China y su posicionamiento en la cúspide del comercio mundial.
Los ejercicios militares de 2020 de la OTAN en las cercanías de las fronteras de Rusia y el cierre de las fronteras para el comercio mundial que impidió a China seguir comerciando por la cuarentena que le impusieron, eran dos medidas en esas estrategias.
Con las estrategias del gobierno de Biden, ambas se profundizaron. Las provocaciones de la jefa de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, al visitar Taiwán tenía por objeto crear tensiones. El envío de armamento para reforzar las capacidades militares taiwanesas también iban en esa dirección y, sobre todo, la creación de la “mini OTAN” asiática”.
Pero ni la destrucción del gasoducto Nord Stream, en occidente, ni las maniobras militares en oriente, han conseguido provocar la guerra que desean los estadunidenses y sus aliados.
Han recurrido a Israel para ver si consiguen provocar un conflicto que paralice al mundo.
Así entiendo el asesinato del líder de Hamas y los ataques contra Líbano.
No es nada casual que esa búsqueda de una escalada haya ocurrido después de la reunión de Netanyahu con Biden y Trump. Le dieron instrucciones precisas.