La complicidad del que no se involucra

«La política es corrupta, es sucia”, “Dios así lo quiere”, “Que alguien más lo haga”, “No seas un Quijote”, son solo algunas de las frases con las que el conservadurismo procura que la población asuma una suerte de resiliencia política, que acepte, que naturalice, que normalice la inequidad estructural que padecemos.


Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*


P or otro lado, esperar que alguien más resuelva las problemáticas que nos afectan a todos, la otra cara de la misma moneda, supone que siendo todos afectados por los mismos males sociales, sabiendo todos lo que está mal, que verbalizamos esos males que nos afectan, simplemente esperamos que los otros, que los demás lo resuelvan sin ensuciarnos las manos.

Pero los problemas no se resuelven sin que metamos mano, haciendo lo que se debe para resolverlos, como cuando de alguna enfermedad grave se trata y la descubrimos en esa etapa en la que aún podemos tratarla, desarraigarla de nuestro ser, aplicando el tratamiento necesario, incluso invasivo para erradicarlo y no suponga más una amenaza para nosotros.

El que evade sus responsabilidades sociales en cambio solo se queja, refiriendo como es de injusto el patrono con él, señalando como no le alcanza su salario, como no es escuchado por las autoridades, sin tampoco hacer nada por enmendarlo.

Porque enmendarlo supone entender que eso, que el salario no alcance y no ser escuchado por ninguna autoridad no son de modo alguno particularidades, sino la regla que define el juego, el mismo que contribuyo a mantener mientras no me resuelvo como ciudadano a emprender los correctivos necesarios.

Los correctivos que suponen hacer que la legislación, por ejemplo, sea igual para todos, no determinada por las relaciones que respaldan al quejoso, el color de la piel o los bienes y el nombre que lo cobijan.

Sumándome a los colectivos que comparten el mismo interés por hacer de esa legislación un instrumento de inclusión, desmontando lo que por ahora padecemos y que es una regulación que excluye a las mayorías desde la superestructura. Porque la historia señala puntualmente que todo cambio de la superestructura social en la procura de desmontar lo injusto deriva de los esfuerzos de la colectividad, son empujados por esa colectividad, por lo que su esencia la constituye la concientización de esa colectividad dirigida a transformar aquel desafío, que no se removerá solo, como nos lo han intentado hacer creer.

Y quizás es precisamente el mayor desafío, desmontar esa caterva de creencias orientadas a suponer que todo llegará, así nada más, que no necesito hacer nada, que sencillamente la cosa va a cambiar, lo que no es cierto.

Ningún cambio social es al azar sino el subproducto del esfuerzo colectivo, porque por ejemplo ningún partido representa mis intereses políticos ciudadanos, representando en cambio sí al modelo, siendo su instrumento, lo que los descalifica como instrumentos que representan legítimamente a la ciudadanía.

O, ¿alguien puede confirmar sin ninguna duda que algún instrumento partidario cumplió lo que prometió? Nadie. ¿Qué queda? Construir juntos una sociedad incluyente.

*Educador salvadoreño

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