Mentiras oficiales

El Ejecutivo en El Salvador miente con una facilidad que espanta. Mientras el mundo conocía que el CEO de Telegram era detenido en Francia, y condenaba ese hecho, acá en el país quien ocupa ilegalmente la silla presidencial se sumaba a la ola condenatoria, agregando, “…El Salvador, el país más seguro del mundo no detiene a nadie por sus opiniones, ni a su patrimonio…”.


Por: Luis Arnoldo Colato Henrnández*


E mpero es falso, pues no solo se persigue a quienes piensan de modo diferente, también se los excluye laboralmente (se ha separado de sus empleos a 22,000 empleados públicos por razones político ideológicas), y también se les detiene arbitrariamente por parte del régimen, con algo más de 10,000 actualmente.

Tampoco el patrimonio de los ciudadanos está seguro, y la expropiación bajo la figura del “interés público” de hasta 230 propiedades familiares, que fueran transferidas sin que las familias puedan hacer nada, a grandes tenedores privados, que así transforman estos bienes patrimoniales familiares, en resort, hoteles y centros comerciales, para el beneficio privado exclusivamente, lo confirma, mientras sus antiguos dueños son dejados a su suerte con un pobre reconocimiento al valor real de esos terrenos.

Ahora bien; el hecho descrito arriba es consecuente con una política económica dirigida a concentrar la riqueza (apenas 160 personas detentan el 87% del PIB en el país según la banca multilateral), mientras por otro lado se les niegan a las mayorías oportunidades y equidad, promoviendo la migración ilegal para que sean las remesas de la población desheredada la que mantenga el fracaso económico implementado desde el GOES.

Esto se ha traducido en uno de los esquemas político económicos que reproduce uno de los mayores grados de desigualdad continental, degenerando en también uno de los mayores niveles de inseguridad social del hemisferio occidental, el cual no puede ser ocultado, ni contenido con medidas de seguridad basadas en la represión, dirigidas a contener sus efectos, sin realizar el obligado abordaje de sus causales, multi disciplinariamente y con el propósito de superarlas, suprimiendolas.

Esto se ve agravado con medidas concretas tales como el congelamiento salarial de facto que padece la ciudadanía, mientras el mercado se encuentra desatado, y es más voraz que nunca en nuestra historia en razón de la visión ultra neoliberal implementada desde el régimen, que ha derivado por ejemplo, en que las familias salvadoreñas limite aún más su dieta, dejando las carnes y hasta dos de las tres comidas diarias para cubrir el mes, lo que implica una afectación a la generación en edad escolar, cuyo desarrollo cognitivo y de salud se ve comprometido por esta realidad denunciada reiteradamente por segundo año consecutivo para nuestro país, por la FAO.

Esta cruda realidad sumada a la represión que supone el estado de excepción permanente impuesto desde el régimen para contener las demandas de la población, y no la inseguridad como se asegura, es insostenible, y, cualquier historiador lo confirmará, anticipa un nuevo estallido social consecuente con la injusticia y exclusión, que el régimen procura naturalizar.

No, no estamos seguros, sino atravesando el umbral de la oscuridad.

Y aún podemos revertirlo.

*Eduador salvadoreño

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