(Por: Luis Arnoldo Colato Hernández)
El tweet parece haberse vuelto el medio por el cual el ejecutivo estadounidense comunica, las que serán políticas de su administración; en tal línea advierte a los gobiernos del triángulo norte centroamericano «…que se suspenderá o reducirá sustantivamente…» la asistencia financiera a los mismos, «…por No realizar esfuerzos para contener el flujo migratorio ilegal desde estos países…» hacia los EU.
Ello en el marco de la conformación de otra caravana que se estaría organizando desde Honduras para viajar ilegalmente a EU.
Vale subrayar, de acuerdo con el Observatorio de Derechos Humanos hondureño, han adoptado ésta modalidad con el propósito de reducir las amenazas que implica tal travesía (de las caravanas anteriores se sabe han fallecido al menos 5 personas: 2 hondureños, 2 guatemaltecos y 1 connacional, por razones sanitarias y/o accidentes viales); mientras que por la vía tradicional – con «polleros»- la tasa de muertes se multiplica exponencialmente y como consecuencia del actuar de mafias, el narco y las pandillas.
Las razones por las que los centroamericanos arriesgan tal aventura son fundamentalmente la ausencia de salarios dignos, la necesidad de reunificación familiar y la inseguridad.
Las cifras brindadas por el Banco Mundial radiografían las causales sociales del fenómeno:
En Guatemala la desigualdad social, cebada en particular hacia la población indígena, con una mortalidad materno-infantil y desnutrición sin igual al resto de AL, es causal de la migración ilegal de ése país.
En Honduras la cruda cifra de desigual distribución de la riqueza lo dice sin más: el 61,2% de la población vive bajo el umbral de la pobreza, con 1 de cada 5 hondureños viviendo diariamente con apenas $1,90 (BM, 2017).
Nuestro país, con un crecimiento de 2,3% del PIB en 2017, y 2,7% para este año, sigue teniendo un muy bajo crecimiento, fundamentalmente por las políticas económicas e impositivas regresivas que alimentan la violencia social, sumada la indolencia política que paraliza a los jóvenes, que se traduce en el estancamiento social que padecemos, y que reduce al gobierno a apenas «administrar la crisis estructural», que se revierte en el rechazo del electorado, que antes votó por transformaciones orgánicas del modelo, que no se advierten.
Entonces el chantaje y la amenaza de militarizar las fronteras, como la develación de hechos fácticos («…se llevan nuestro dinero…», por las remesas que la diáspora realiza – $1,280,700.00 para el primer trimestre de 2018 – de acuerdo al BM, mientras paga al fisco estadounidense, $11,780,000,000.00), pasa por alto un hecho incontestable demostrado por los organismos financistas internacionales: ¡El modelo financiero es el problema!, pues deshumaniza a las mayorías en favor de las elite, promoviendo la exclusión, que deriva en la emigración cuasi forzada, volviéndolos actores de éste círculo vicioso, beneficioso solo para el 1% de la población, mientras separa familias, criminalizados por las acciones ilegales que emprenden para sobrevivir.
En resumen, tal advertencia no es efectiva mientras no se desmonten las condiciones de injusticia que lo promueven.
De ello, indiscutiblemente, es su promotor EU