Incertidumbre, encrucijada o un punto de inflexión para la clase trabajadora

Róger Hernán Gutiérrez*

Escasos días para un desenlace electoral—los cierres de campaña el pasado fin de semana arrojaron más dudas que respuestas, en tanto todos con alguna excepción procuraron verse fuertes y unidos, es parte de la imagen para despedirse de la campaña con fuerza para el imaginario social que se encuentra en una enorme expectativa.

Para la clase trabajadora hay una animosidad de que unos sectores sindicales sientan la oportunidad cercana de volver a tener “prebendas” disminuidas o perdidas en estos últimos 3 años.

Es un sector sindical que lo ve como un punto de inflexión, salir de una situación incómoda, que no les ha permitido beneficiarse con las migajas otorgadas por el capital, y con cierta lógica de un estatus de relaciones aceptable con la estructura del poder dominante.

Por otro lado los sectores sindicales opositores al régimen del FMLN, buscan aprovechar mayores contradicciones en el poder, y posibilitar nuevas condiciones que lleven a mejores relaciones de existencia social, los errores cometidos sólo refuerzan esta posición, y los resultados electorales pueden abrir el camino a una realidad diferente a la que ahora se vive, donde derechos laborales como contratación colectiva en el sector público, relaciones laborales democráticas entre gobernantes – gobernados y sindicatos dentro de estos, que no han visto condiciones políticas y económico sociales satisfactorias en un ámbito de mayor democracia y justicia social.

En cuanto a sectores sindicales que han mantenido mayor objetividad en la lucha social y por la justicia, han demandado una mayor acción contra el sistema económico que mantiene condiciones de explotación laboral, en una transformación orientadora a construir un sistema social con mayores índices de sostenibilidad y sustentabilidad de claro bienestar para las clases sociales, discriminadas y marginadas de la producción de bienes y servicios, que no han superado acumulados y elevados niveles de empobrecimiento histórico.

En consecuencia esa dinámica sindical ha mantenido una acción poco creativa y consecuente en un marco de ley laboral obsoleto y anacrónico, que ha hecho un ejercicio en la tutela laboral, bastante sintomático de la enfermedad que se impone— la corrupción y la incompetencia—.

La justicia laboral está siempre cuestionada, como lo estuvo antes, durante la guerra y después de la guerra al no posibilitarse acuerdos económico-sociales de alto consenso popular, por ello la lógica de ARENA y después la del FMLN, no han llenado esos vacíos estructurales y el desempleo y sub empleo continúan siendo críticos, y los salarios bajos que no permiten el cumplimiento de una canasta básica con todos los elementos de favorecimiento a un bienestar común como lo demanda el texto constitucional.

Las tesis económicas y las condiciones fiscales encontradas en el país, para el desarrollo humano de los dos últimos gobiernos, han significado una acción bastante compleja y difícil, y contradicciones entre los grupos de poder han aflorado para pretender mantener el estatus quo.

Esto ha llevado que se genere una incertidumbre de si hay posibilidades para la construcción de una tercera fuerza. Los experimentos de escisiones de izquierda y de derecha desde 1994, sólo han demostrado su imposibilidad.

Sin embargo la encrucijada como dice por ahí un reciente artículo, del progresismo llevado hasta ahora, puede ser que tenga debilidades en el convencimiento y concienciación del imaginario social, y haya formas de votación diferentes en toda la gama del pensamiento de la izquierda intelectual, académica, social, política y popular del país. Pero esta encrucijada ¿abonaría en los intereses de clase, la vida laboral y las libertades sindicales estarán con la oportunidad de un mayor desarrollo organizativo y funcional?

No lo sabemos, la incertidumbre ha estado en mucho del camino recorrido, y las huellas que se sostienen son aquellas de más neoliberalismo y decisiones que avalan por el capitalismo y globalización predominantes, en detrimento de los sectores populares que huyen de las comunidades, que luchan por la falta de condiciones ambientales, por los recursos hídricos cada vez más contaminados y escasos, la lucha por una ley del agua sin dominio de la oligarquía, pensiones, educación plena, salud y empleo pleno para todas las personas sin discriminación social, relaciones laborales justas y equitativas, salarios que permitan condiciones de bienestar económico-social.

Hay condiciones y acciones políticas enfrentadas que se sostienen en la incertidumbre, la encrucijada y quizás estemos próximos a iniciar una nueva realidad de desarrollo humano en la esperanza que los resultados determinen un punto de inflexión para nuevos procesos revolucionarios.

*Sindicalista salvadoreño

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