Bolsonaro entrega Brasil a Trump y Netanyahu

Inmediatamente después de la sonada visita de Jair Bolsonaro a Trump, a quien prácticamente le regaló Brasil, y de su escapada clandestina a la sede de la CIA en Langley, el expresidente Michel Temer fue arrestado por sus turbios manejos con Petrobras, lo cual implica la tácita bendición de dos de sus aliados, Trump y Netanyahu.

Ya sea una simple coincidencia, ya sea un ardid deliberado, pero las cronologías pesan cuando Trump ha movido dos fichas importantes en el tablero de ajedrez mundial: amén de recibir a Bolsonaro en la Casa Blanca, el presidente de EEUU afirmó su deseo de reconocer la repudiada anexión global de los Altos del Golán por Israel, que puede servir de aliciente para que Netanyahu permanezca en el poder.

Ya había abordado el eje del supremacismo fascista de Trump/Netanyahu/Bolsonaro, que cada día se asienta más.

Mientras Netanyahu echó el ojo al río Amazonas y al sector financiero de Sao Paulo, el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, literalmente fue a entregarse a los brazos de Trump —cuya proclama compartida es ‘Dios, la familia y el país’—.

La reacción de la opinión pública brasileña no ha sido favorable, y no se puede eludir la hipótesis de que el arresto del expresidente Temer forme parte de un operativo publicitario para desviar la atención.

El repudio al entreguismo de Bolsonaro se debió en gran medida al decreto del Gobierno brasileño de eliminar las visas al turismo de EEUU, ¡pero sin reciprocidad!

En similitud al festejo del polémico primer israelí, Benjamín Netanyahu, quien felicitó a Trump por la erección de su muro en la frontera con México, Bolsonaro también alabó el muro de la ignominia y arremetió contra los migrantes que «carecen de buenas intenciones», lo cual constituye una afrenta ignominiosa para la supuesta solidaridad latinoamericana.

Más allá de que el eje Trump/Netanyahu/Bolsonaro haya reconocido a Juan Guaidó, autoproclamado presidente interino de Venezuela e insólitamente simultáneo presidente de la Asamblea, llamó la atención la coincidencia de posturas de EEUU y Brasil en referencia a Venezuela, que se quedaron a un paso de aprobar la invasión militar a la que se ha mostrado renuente el Ejército brasileño.

El triple eje supremacista fascista Trump/Netanyahu/Bolsonaro aboga por el ‘crepúsculo del socialismo’ en el hemisferio americano, que pasa sobre el cadáver del presidente ‘izquierdista’ venezolano Nicolás Maduro.

Cabe recordar que dos de los hijos de Bolsonaro alardean de su adicción ideológica por los servicios secretos del Mossad y el Ejército de Israel.

Dejando de lado los escándalos de corrupción de Flavio, hijo de Bolsonaro vinculado a ‘brigadas asesinas‘, Brasil permite el uso por parte de EEUU de la base de Alcántara de lanzamiento aeroespacial, sin reciprocidad alguna, lo que integra a Brasilia en las operaciones del Pentágono para su guerra de drones misilísticos y el despliegue de las fuerzas de ‘operaciones especiales’ de EEUU, que recibirán un fuerte impulso presupuestario.

La visita de Bolsonaro a los cuarteles de la CIA despertó la memoria de muchos portales, quienes recordaron que hace dos décadas el hoy presidente había pregonado el cierre del Congreso y que la única manera de cambiar al país era mediante una guerra civil.

Lo más destacado de la conferencia conjunta de prensa de Trump y Bolsonaro ha sido el anuncio del presidente de EEUU de designar a Brasil como un aliado mayor de la ‘No-OTAN’ (que concede preferencias para la compra del equipamiento militar y cierto tipo de tecnología de EEUU), en similitud a Israel y Argentina, y quizá más adelante como miembro pleno de la OTAN.

La OTAN —genuinamente del Atlántico Norte— tendría así su sucursal marítima también en el ‘Sur del Atlántico’ con la incrustación de Brasil, lo cual desembocaría en enormes implicaciones geopolíticas en Sudamérica, la Antártida, la costa africana y, quizá, hasta el océano Índico, lo cual, de paso, colocaría en jaque a Sudáfrica, el único aliado africano de los BRICS: bloque pentapartito del que quizá se salga Bolsonaro.

Por cierto, Colombia —bautizada como la ‘Israel del Caribe y Sudamérica’, título que le puede quitar Brasil— es el único país de Latinoamérica que desde el año pasado pertenece a la OTAN como ‘socio global’ y que no necesariamente le obliga a participar en sus aventuras militares.

No fue nada casual la presencia del ideólogo del ‘trumpismo’, Steve Bannon, como invitado de honor a la cena de gala de Trump a Jair ‘Mesías’ Bolsonaro, cuyo hijo Eduardo, hoy diputado, es representante del conglomerado político de extrema derecha ‘Movimiento’, con sede en Bruselas, curiosamente también sede de la OTAN.

​A cambio del apoyo de EEUU a la pertenencia de Brasil a la OCDE, el disfuncional Club de los Ricos cuya labor y desempeño se ignoran, Trump exigió a Bolsonaro ceder muchos de sus beneficios que tienen bajo su cobertura de la OMC, curiosamente presidida por el ‘brasileño’ Roberto Acevedo.

El NYT comenta que las personalidades de Trump y Bolsonaro son muy similares, a grado tal que parecen ‘imágenes de espejo’ debido al ‘autoritarismo populista’ de ambos.

Pronto Bolsonaro aprenderá a su cuenta y riesgo lo que significa arrojarse a los brazos de Trump.

Durante su visita, de forma tangencial, «funcionarios de EEUU sin identificar»(el viejo truco) advirtieron sobre su colaboración con la trasnacional china Huawei y su liderazgo en las redes 5G, que son anatema para Trump.

La candidez de los funcionarios brasileños ha llegado a grado tal de pretender «no involucrarse en la disputa de Huawei entre EEUU y China». ¿Entenderá el Gabinete de Bolsonaro que no se puede pertenecer a la OTAN y al mismo tiempo adoptar el 5G de la trasnacional china Huawei?

Antes, la National Security Agency (NSA), según su espía Edward Snowden, refugiado hoy en Rusia, grababa las conversaciones de la expresidenta Dilma Rousseff. Ahora no hay necesidad de ello, porque Bolsonaro ya se entregó directamente a la CIA: ¡un ahorro muy significativo de recursos!

En China toman con mucho escepticismo los arrebatos de Bolsonaro y uno de sus comentaristas juzga que «Brasil jerarquizará sus intereses y no los de EEUU en el tema de Huawei».

Más allá de los amoríos ditirámbicos del ministro neoliberal de economía de Brasil, el polémico Paulo Guedes —quien exclamó que «Brasil adora a EEUU y yo también»—, el eterno pinochetista declaró en la Cámara de Comercio de EEUU, con el fin de seducir a los inversionistas, que su plan unilateral ostenta tres pilares: reforma tributaria para disminuir los impuestos, privatizaciones (donde descuella el petróleo) y apertura al exterior.

A propósito, el presidente de la empresa semiestatal Petrobras, Roberto Castello Branco, afirmó que «transformará a Petrobras en lo más cercano posible a una empresa privada».

La orgía de la samba privatizadora de la dupla Bolsonaro-Guedes subasta ya 12 aeropuertos y, antes del 2022, remataría otros 44 aeropuertos que serían privatizados.

El entreguismo de Bolsonaro tiene sus límites y ya empezó a chocar con el principio de realidad: la oficina de prensa de la OTAN desecha la incrustación de Brasil, mientras que el mismo presidente de Brasil ha anunciado que este año visitará China, su principal socio comercial.

El portal chino Global Times aconseja a Brasil «buscar su optimización cualitativa industrial» en lugar de la «aprobación de EEUU».

El peor error de Bolsonaro es haber degradado a Brasil: de socio igualitario en el Olimpo de los BRICS, ahora pertenece al dependiente Grupo de Lima bajo las órdenes de EEUU.

 

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