Papa Francisco: “jóvenes, no vaguen sin rumbo: actualicen el software de la esperanza”

El Papa Francisco se encuentra con los jóvenes en la Universidad Notre Dame de Dhaka, última etapa del viaje a Bangladesh: «Cuando un pueblo, una religión o una sociedad se convierten en un “pequeño mundo”, pierden lo mejor que tienen y caen en una mentalidad presuntuosa, la del “yo soy bueno, tú eres malo”»

SALVATORE CERNUZIO
DHAKA
 Sabiduría y esperanza. Alegría y valentía. Diálogo con los chicos de las demás religiones y con los ancianos, y discernimiento, para «reconocer y a rechazar las falsas promesas de felicidad». El esperado encuentro con los jóvenes en la universidad “Notre Dame” de Dhaka, capital de Bangladesh, comenzó con un poco de retraso en relación con la hora prevista, las 15.20 (hora local). El viaje asiático del Papa concluye con este encuentro con jóvenes de diferentes religiones, muchos de ellos son estudiantes en las escuelas católicas de Bangladesh. Francisco fue recibido con entusiasmo, cantos y bailes tradicionales en una fiesta llena de colores y alegría. Tras el saludo que pronunció monseñor Gervas Rozario, el Pontífice argentino escuchó atentamente el testimonio de dos jóvenes estudiantes de la universidad, Upasana Ruth Gomes y Anthony Toranga Norek, y después respondió a sus preguntas leyendo el documento que tenía preparado para la ocasión.

«Los jóvenes –dijo al tomar la palabra– tenéis algo único: estáis siempre llenos de entusiasmo, y me siento rejuvenecer cada vez que os encuentro», y precisamente «este entusiasmo juvenil está relacionado con el espíritu aventurero. Uno de vuestros poetas nacionales, Kazi Nazrul Islam, lo ha expresado definiendo la juventud del país como “valiente”, “acostumbrada a arrebatar la luz del vientre de la oscuridad”».

«Los jóvenes –continuó Francisco– están siempre listos para ir hacia adelante, hacer que todo suceda y arriesgar. Os animo a continuar con ese entusiasmo en las circunstancias buenas y malas. Ir hacia adelante, especialmente en aquellos momentos en los que os sentís oprimidos por los problemas y la tristeza y, mirando alrededor, parece que Dios no aparece en el horizonte».

Pero también recomendó: al avanzar, «aseguraos de elegir el sendero justo. ¿Qué significa esto? Esto significa saber “viajar” en la vida, y no “vagar” sin rumbo», orientándose gracias a ese “software” que se encuentra naturalmente dentro de cada uno de nosotros, que «nos ayuda a discernir su programa divino y a responderle con libertad. Pero, como todo software, necesita también ser actualizado constantemente. Tened actualizado vuestro programa, escuchando al Señor y aceptando el desafío de hacer su voluntad», pidió Bergoglio.

Y también habló sobre la «sabiduría», que es «lo único que nos orienta y nos hace ir hacia adelante en el sendero justo», «la sabiduría que nace de la fe», y no «la falsa sabiduría de este mundo. Es la sabiduría que se vislumbra en los ojos de los padres y de los abuelos que han puesto su confianza en Dios. Como cristianos, podemos ver en sus ojos la luz de la presencia de Dios, la luz que han descubierto en Jesús, que es la misma sabiduría de Dios. Para recibir esta sabiduría debemos mirar el mundo, nuestra situación, nuestros problemas, todo, con los ojos de Dios».

«Esta sabiduría nos ayuda a reconocer y a rechazar las falsas promesas de felicidad», explicó el Papa, «una cultura que hace falsas promesas no puede liberar, sólo conduce a un egoísmo que nos llena el corazón de oscuridad y amargura. La sabiduría de Dios, en cambio, nos ayuda a saber cómo acoger y aceptar a aquellos que actúan y piensan de manera diferente a la nuestra. Es triste cuando comenzamos a cerrarnos en nuestro pequeño mundo y nos replegamos sobre nosotros mismos. Entonces hacemos nuestro el principio de “o como digo yo o adiós” y quedamos atrapados, encerrados en nosotros mismos. Cuando un pueblo, una religión o una sociedad se convierten en un “pequeño mundo”, pierden lo mejor que tienen y caen en una mentalidad presuntuosa, la del “yo soy bueno, tú eres malo”».

Por ello el Papa invito a los jóvenes a abrirse a los demás y a «mirar más allá de nuestras comodidades personales y de las falsas seguridades que nos convierten en ciegos frente a los grandes ideales que hacen la vida más bella y digna de ser vivida». En este sentido, Francisco se dijo contento porque, junto con los católicos, había también en el campo deportivo de la universidad muchos jóvenes musulmanes y de otras religiones. «Al encontraros juntos hoy aquí –afirmó– mostráis vuestra determinación de promover un clima de armonía, donde se tiende la mano a los otros, a pesar de vuestras diferencias religiosas».

Recordó así una experiencia que tuvo en Buenos Aires, en una nueva parroquia de una zona extremadamente pobre cuyas estructuras fueron construidas por un grupo de estudiantes. «Entonces fui y cuando llegué a la parroquia –contó– el sacerdote me los presentó uno a uno, diciendo: “Este es el arquitecto –es judío–, este es comunista, este es católico practicante”. Esos estudiantes eran todos distintos, pero todos estaban trabajando por el bien común. Estaban abiertos a la amistad social y determinados a decir “no” a todo lo que hubiera podido desviarlos del propósito de estar juntos y de ayudarse los unos a los otros».

El Papa concluyó con este deseo para las nuevas generaciones de esta porción asiática: «Que la sabiduría de Dios siga inspirando vuestro esfuerzo por crecer en el amor, en la fraternidad y en la bondad». «¡Isshór Bangladeshké ashirbád korún!, ¡que Dios bengida a Bangladesh!», exclamó el Papa al despedirse. Después del encuentro, el Papa Bergoglio se dirige al aeropuerto internacional para la despedida oficial. La llegada del Papa al aeropuerto romano de Fiumicino está prevista, después de un vuelo de once horas, para las 23.00 hora italiana.

 

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