El presidente Donald Trump reconoció a Jerusalén como la capital de Israel, un movimiento político que para los expertos afecta la solución negociada del conflicto. Entonces surge la pregunta ¿Por qué el status de Jerusalén es un tema explosivo?
La ciudad es venerada por tres grandes religiones y es un centro de disputa política. Israel llama a Jerusalén su capital “eterna e indivisible”, mientras los palestinos reclaman el oriente de la ciudad como capital de su futuro Estado.
En la guerra de 1967, Israel capturó y se anexó la ciudad. Jerusalén es el tema más espinoso en el conflicto árabe-israelí, especialmente la Ciudad Antigua, hogar de los lugares más sagrados para las religiones.
Uno de esos lugares es una colina venerada por los judíos y los musulmanes. Para los judíos, el lugar se conoce como el monte del templo y es el sitio donde se encontraban sus templos miles de años atrás. Es considerado el punto más sagrado para el judaísmo. Hoy, también es la casa de la mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar más sagrado para el islam.
La ciudad es además el lugar más importante para el cristianismo, incluye la Iglesia del Santo Sepulcro, donde para los fieles de esa religión Cristo fue crucificado y enterrado.
La partición de la ciudad después de la guerra
Un plan de las Naciones Unidas de 1947 dividió la Palestina ocupada por Gran Bretaña en tres entidades separadas: un Estado judío, un Estado árabe y un enclave separado que se componía de Jerusalén y los lugares sagrados que quedaban bajo el control de la ONU.
La propuesta fue aceptada por los líderes judíos, pero rechazada por los árabes.
Rabia en Cisjordania
Después de la salida de los británicos en 1948, los judíos declararon el Estado independiente de Israel. Esto llevó a una guerra con los palestinos y los Estados árabes vecinos. Al final del conflicto, el oriente de Jerusalén quedó en manos jordanas, mientras que el nuevo Estado judío estableció su capital al occidente de la ciudad.
Los dos lados quedaron divididos hasta la Guerra de los Seis Días en 1967. En esa guerra Israel ocupó la zona oriental. Declaró que la ciudad entera era su capital y en 1980 anexó Jerusalén oriental. Esto nunca fue reconocido por la comunidad internacional.
Jerusalén, una capital sin embajadas
Hasta entonces 13 países mantenían embajadas en Jerusalén: Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, la República dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Holanda, Panamá, Uruguay y Venezuela. Todos estos países trasladaron sus embajadas a Tel Aviv.
La postura tradicional de Estados Unidos sobre la ciudad, era que el estatus de Jerusalén debía ser negociado por las dos partes. En 1995, el congreso americano aprobó una ley que establecía: “Jerusalén debe ser reconocida como la capital del Estado de Israel y la embajada de Estados Unidos debe ser establecida en Jerusalén antes del 31 de mayo de 1999”. Sin embargo, la implementación del mandato fue suspendida sucesivamente por los presidentes de ese país.
Trump dijo durante su campaña de elección que trasladaría la embajada de Tel Aviv a Jerusalén y la reconocería como capital de Israel. Él ha cumplido parcialmente esa propuesta, pero su anuncio de trasladar la embajada puede llevar años.
Decisión única de Estados Unidos
La declaración de Trump tiene un significado simbólico y de enorme respaldo al Estado de Israel. La decisión, además, rompe la tradición de Washington de presentarse un garante neutral en el conflicto árabe-israelí.
El yerno de Trump y uno de sus más cercanos consejeros, Jared Kushner, ha tenido la tarea de buscar vías para un acuerdo de paz, que Trump designó “el trato final”. Pero los palestinos han dicho que cambiar el estatus de Jerusalén significaría acabar con los esfuerzos de paz.
La oposición internacional a la decisión viene creciendo. Incluso aliados clave de los estadounidenses rechazan la decisión. La Liga Árabe, la Unión Europea, Alemania y Francia pidieron al presidente Trump que no tomara acciones en Jerusalén. Temen por la precaria estabilidad de la región. El Papa Francisco se unió al coro de líderes internacionales que pidieron que se respetará el estatus de Jerusalén. El llamado no fue atendido.
¿Qué motivó a Donald Trump a reconocer a Jerusalén como capital de Israel?
La controvertida decisión del presidente norteamericano se apoya en la política interior estadounidense. Los sectores pro israelíes, en particular los conservadores evangelistas, pesaron en el anuncio de Trump.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reconoció «oficialmente» a Jerusalén como la capital de Israel, una histórica decisión que revoca décadas de diplomacia estadounidense.
Con este anuncio el presidente satisface a la profundamente conservadora base evangélica de su partido, encarnada en el multimillonario magnate de los casinos de origen israelí Sheldon Adelson, que desembolsó una fortuna para llevar a Trump a la presidencia.
La declaración, además, se ha trufado del simbolismo de situar al guardián de las esencias conservadoras del ejecutivo, el vicepresidente Mike Pence, al lado de Trump durante su alocución.
La interpretación de que la decisión de Trump apunta a satisfacer a su electorado conservador evangelista se refleja en la opinión pública. Mientras el 63% de los estadounidenses se opone a la mudanza de la embajada de EE.UU a Jerusalén, el 53% de los evangelistas está a favor, al tiempo que 40% se opone, según una encuesta realizada en noviembre por el Brookings Institute.
Donald Trump ha sido uno de los presidentes más atentos a los reclamos de los conservadores. Ha nombrado en la Corte Suprema de Justica a Neil Gorsuch y designado a Betsy DeVos como secretaria de Educación: dos decisiones clave en la agenda de la derecha republicana.
El anuncio de Trump responde a una promesa de su campaña electoral, que se encargó de recordarle su círuculo más cercano, como su ex jefe de estrategia Steve Bannon o Ralph Reed, líder religioso conservador de la coalición conservadora Faith & Freedom.
Líderes del mundo reaccionan al anuncio de Trump sobre Jerusalén
Momentos después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reconociera a Jerusalén como capital de Israel, los líderes de varios países reaccionaron a una decisión que rompe el statu quo en la región.
Las reacciones de las jefas y jefes de Estado no tardaron en llegar después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunciara que reconoce a Jerusalén como la capital de Israel.
Para el presidente francés Emmanuel Macron la decisión es «lamentable» y pidió «evitar a cualquier precio la violencia». Macron resaltó «el compromiso de Francia y Europa con la solución de los dos Estados, Israel y Palestina viviendo como vecinos en paz y seguridad en fronteras reconocidas internacionalmente con Jerusalén como capital de los dos Estados».
El vecino gobierno alemán «no apoya esa decisión porque el estatuto de Jerusalén solo puede ser negociado como parte de una solución de dos Estados» declaró la canciller alemana, Angela Merkel, citada en un tuit de su portavoz, Steffen Seibert.
Con diplomacia, el gobierno británico expresó su desacuerdo. «Discrepamos con la decisión estadounidense (…) Creemos que es de poca ayuda en lo que respecta a la perspectiva de paz en la región», expresó el gobierno de Theresa May en un comunicado.
Sin sorpresa el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu celebró un «día histórico» y aseguró que esto no cambiará el statu quo en torno a los lugares santos de la Ciudad Santa para judíos, cristianos y musulmanes.
El secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Saeb Erakat, declaró que Trump había «destruido» la llamada solución de dos Estados.
El movimiento islamista palestino Hamas consideró que la decisión del presidente estadounidense «abrió las puertas del infierno». Ismael Raduan, alto responsable de Hamas, hizo un llamado a los países árabes y musulmanes «a cortar los lazos políticos y económicos con las embajadas estadounidenses y a expulsar a los embajadores» de Washington.
Desde Jordania, cuyo gobierno es el custodio de los lugares santos musulmanes en Jerusalén, las autoridades calificaron como «una violación del derecho internacional» el anuncio de Trump.
«La decisión del presidente estadounidense de reconocer Jerusalén como capital de Israel, y la transferencia de la embajada estadounidense a esa ciudad, constituye una violación de las decisiones del derecho internacional y de la Carta de Naciones Unidas» estimó el portavoz del gobierno jordano, Mohamed Mumeni, en un comunicado.
Las condenas llegaron también desde Irán. «La provocativa e imprudente decisión de Estados Unidos… provoca a los musulmanes y enciende una nueva intifada, así como una escalada de comportamiento radical, iracundo y violento», señaló el ministerio iraní de Relaciones Exteriores en su sitio web.