Para Morales, la experiencia cubana es digna de estudio, más ahora que los compromisos globales de cooperación son mayormente incumplidos, o llegan con condicionamientos que impiden un auténtico y pleno desarrollo local.
Según los cálculos del también coordinador del movimiento Tzuk Kim-pop, si la ayuda solidaria de Cuba se contabilizara en términos monetarios superaría los 71 mil millones de dólares tan solo tan solo en el siglo XXI.
Además, la pequeña isla que comparte sus logros sociales ocuparía el octavo puesto a nivel mundial en materia de cooperación, si se contabilizara el costo de todos sus servicios e iniciativas.
Sin embargo, señaló que la cooperación cubana responde a intereses humanos y no monetarios, porque parte del principio que indicadores de calidad de vida como la salud y la educación no tienen precio.
Morales agregó que la colaboración cubana no es intervencionista, respeta la institucionalidad de cada país y, contrario a lo que dicen sus atacantes, no persigue transmitir ideología alguna.
Jaime Miranda, viceministro salvadoreño de Relaciones Exteriores a cargo de la cooperación, coincidió en la necesidad de replantearse los conceptos internacionales de cooperación, insuficientes e incumplidos.
‘¿Qué tiene más impacto, el trabajo de brigadas médicas que salvan vidas, o financiar la impresión de una revista u otros proyectos de impacto social limitado?’, matizó el diplomático salvadoreño.
El diputado Damián Alegría, referente del Movimiento Salvadoreño de Solidaridad con Cuba, invitó a reflexionar sobre lo que debiera ser y en realidad es la Ayuda Oficial al Desarrollo.
‘Desde las naciones desarrolladas parecen competir por quién es más buena gente, pero su ayuda viene condicionada y se revierte en su propio interés, para fortalecer sus indicadores de crecimiento’, señaló Alegría.