Francisco Parada Walsh
Todo sucede en una casa de la montaña. No escribiré sobre lo que para muchos es un hogar. Simplemente describiré a una casa pobre.
Por qué mi deseo de escribir sobre la pobreza del área rural?: En un país que vive y muere políticamente he visto desfilar pre-candidatos a la presidencia de ARENA, los del FMLN ni el camino encuentran y lamentablemente se reúnen en bellas casas, finas atenciones y sendos manjares, me atrevo a decir que un aspirante a la presidencia que desde su infancia ha vivido en una burbuja rosa viendo elefantes rosas y viviendo una existencia rosa pensará que un nativo de la montaña vive en casas similares a las que fue invitado.
Pero ¡Mejor obviemos ese dolor que sólo entrando a una casa pobre de la montaña se puede experimentar!; ¿Qué sentimientos me visitan cuando entro a una casa pobre?: Son dos, uno es el agradecimiento para con Dios por permitirme conocer una realidad que no a muchos importa y el otro sentimiento es la vergüenza, el saber que con mis acciones y omisiones le fallo a un hermano, esa indolencia que arrastro donde sólo importa conjugar el verbo YO y Yo y nadie más. Detengo el carro frente a una casa de adobe, es una casa de 25 metros cuadrados, a la entrada hay una vieja banca esperando recibir a los visitantes, unos patos hambrientos pasan inadvertidos frente a mí, un huacal azul aguarda con algunos granos de maíz a las hambrientas aves; entro a un cuarto oscuro, solicito me enciendan la luz a lo que me responden que no hay luz, debo sacar mis lentes para empezar a escribir; de las dos camas que hay en la habitación única, en la habitación principal, en la habitación-sala-comedor, en la suite una está ocupada por un cuerpo sin vida, aquí entro en contradicción porque conozco a muchos cuerpos sin vida que aparentemente tienen vida, ese hombre moreno que yace en esa cama era el propietario de esa casa pobre, todos esos niños y jóvenes que sollozan son los hijos pobres esperando a un médico pobre para que realice el acta no de defunción sino de vida pues ese hombre pobre mientras vivió estaba muerto y ahora que murió estará vivo, ¡Rara contradicción!; pido el Documento Único de Identidad del muerto pobre y no existe, se le perdió y nunca volvió a renovarlo, esa es la pobreza, no tener diez pesos; pido el DUI del hermano, empiezo a escribir, a redactar esa acta pobre, es de día pero los sollozos, la tristeza y las penumbras arrebatan la poca luz; mientras escribo evito ver a mi alrededor, es duro, durísimo ver esa realidad, sé que me marcharé en minutos y dejaré todo eso en el recuerdo, en el olvido pero aún esos minutos me calan el alma, me estrujan, si los presentes pobres supieran que mientras ellos lloran para afuera yo lloro para adentro, mis lágrimas se van por los conductos del alma, llegan a los centros del dolor, por conexiones celestiales llegan a ese corazón que trata de latir compasión y misericordia pero no late ni misericordia ni compasión sino que late como un perro furioso lleno de impotencia al ver que el latido no se escucha, late por latir; no sé cómo pueden existir esos dos sentimientos en mi alma negra pero sí existen; termino de redactar el acta de vida y decido leerla en voz alta, todos ponen atención, se las entrego y me retiro, sé que esa casa pobre me enseñó la realidad de un país bipolar, hipócrita, con doble moral que prefiere voltear la cara hacia otro lado y no sentir esa cachetada que significa conocer otro mundo, la pobreza es otro mundo; la mayoría de personas que conozco dudo que les interese un tour por la estación pobreza, por el viñedo pobreza, por el hotel pobreza, no, es más fácil voltear el rostro hacia lo fácil, hacia lo imperfecto que ver lo perfecto llamado pobreza; lo que más me confunde es que aún el pobre, aquel que está apenitas arriba del muerto pobre también evita esa realidad; entiendo perfectamente que cuando hay una velación en la montaña esa casa pobre es atiborrada por cientos de personas pobres, de amigos pobres, de parientes pobres.
¿Qué es lo que después de cuatro años de vivir en la montaña me cuesta entender?: Que todos son parientes; el extraño, el forastero soy yo, esa parentela atraviesa la montaña y se reúnen en esa casa pobre a comer comida pobre, a chivear dinero pobre, a chupar guaro pobre, a despedir al muerto pobre; pero todos regresan a su mundo, a su micro cosmos, después de participar en esa fiesta triste todos los pobres vuelven a su casa pobre, el mundo debe girar… Si fuera sociólogo cambiaría el nombre a la pobreza por “MUERTO EN VIDA”, encachimba ver a un país donde el pobre vale o importa para que dé su voto por “X” candidato, mientras ese pobre no tiene acceso a lo más mínimo que le reponga esa palabra tan resbaladiza como es la DIGNIDAD; se puede decir que ONIRICOLANDIA aparte de ser un país bipolar también es un país con amnesia pues olvida a los suyos, los entierra con paladas de indolencia.
CREO QUE SI QUEREMOS DARNOS CUENTA DE LO AFORTUNADO QUE SOMOS VALDRÍA LA PENA RECORRER UNA CASA POBRE Y VISITAR UN HOSPITAL NACIONAL POBRE QUE ASISTE AL ENFERMO POBRE Y NOS DAREMOS CUENTA DE CUÁN DICHOSOS SOMOS.