¿Por qué luchamos en este uno de mayo?

Róger Hernán Gutiérrez*

En este cuadro político, emergente de la nueva mayoría parlamentaria, se impone que el gobierno del Presidente Sánchez Cerén resista y luche contra las injerencias internas y chantajes externos y que asuma la ruptura con la política de derecha y garantice la cohesión económica, social, laboral, cultural, medio ambiental y territorial del país, indisociables de la respuesta a los problemas de la clase trabajadora y por un efectivo cambio de política laboral.

Es esta fuerza de los trabajadores (as), motor de la lucha de clases y de transformación de la sociedad que el capital quiere debilitar para que continúe la riqueza y privilegios, en un tiempo marcado por la crisis estructural del sistema capitalista.
El sindicalismo de clase enfrenta enormes desafíos revelándose grandes potencialidades. El gran capital utilizará todos los medios para condicionar y determinar la formación de gobiernos y su actuación—medios de comunicación de la burguesía— utiliza la mentira, la demagogia, el chantaje y no duda en recurrir a bloqueos, injerencias, ocupaciones e incluso a la guerra, para conquistar posiciones geopolíticas, expoliando recursos de Estados soberanos para imponer su política.

Este es un sistema económico con una política que limitan y frenan el desarrollo de las fuerzas de producción y que son presentados, como proyectos para el futuro, el regreso al pasado y la continuación y ahondamiento de las políticas de retroceso social, humanitario, político y civil.

Este es un modelo agotado pero ni por eso derrotado, que exige la movilización y el esclarecimiento de todos, para continuar la lucha por una alternativa, de izquierda y soberana que el país necesita y exige. Ese es uno de los principales objetivos de la próxima marcha del uno de mayo.

La naturaleza del capitalista se evidencia por su característica explotadora, expoliadora y regresiva, en la acumulación galopante y concentración de la riqueza, en detrimento de las inmensas mayorías populares que se debaten contra el empobrecimiento acelerado.

La crisis estructural del capitalismo, una crisis de carácter sistémico, que alcanza, el corazón del capitalismo, resultantes de sus contradicciones intrínsecas, no sólo no fue utilizando el Estado como adquirió nuevas dimensiones que se expresan, entre otros indicadores, en el aumento de millones de desempleados, sub empleados y de pobres en todo el mundo y, en la permanencia y refuerzo de un poder económico y financiero que domina el poder político y apuesta en la especulación, como se constata por el hecho de que apenas 1% de las transacciones financieras diarias están relacionadas con la creación de nueva riqueza.

Desmembró el sistema social – político y también debilitó la institucionalidad pública, los aparatos de seguridad y de defensa del Estado, convirtiéndonos en territorios con problemas de ley, con actividad económica sesgada en pro de grupos corporativos y dominantes y organización social polarizada, dispersa, pro capitalista y pro sectores populares, dejando al pueblo a merced de las arbitrariedades de grupos de todo tipo, provocando, de esta forma, millones de personas sin opciones reales de vida futura.

La situación es dramática con que trabajadores(as) y sus familias están enfrentados, no se resuelve con la continuación de la política de abuso y arbitrariedad con los recursos, la lucha por el derecho humano al agua, el asunto de un aparente retroceso a la legalidad de la no minería parecen ser buenos ejemplos de esto, tenemos graves problemas de endeudamiento y la reforma fiscal sigue siendo un obstáculo para los grupos del poder económico, con el consiguiente debilitamiento del apoyo económico y financiero que asegure la reconstrucción y el papel del Estado en la protección social, los programas sociales, subsidios fundamentales; y promueva su desarrollo económico y social—aumentos al poder adquisitivo—salarios y condiciones de empleo—.

Esta política de empeoramiento de la explotación y el empobrecimiento, tiene consecuencias dramáticas en la vida de las personas trabajadoras y de los pueblos: en el aumento global del desempleo-sub empleo; en la prevalencia de trabajadores(as) con empleos precarios, representando 45% del total de los asalariados, lo que impacta en la dificultades para el ahorro suficiente para una pensión vitalicia, afectación directa por el aumento de las cotizaciones y de las edades de pensionamiento por vejez; en la disminución de parte de sus ingresos que es distribuida por el trabajo, creciendo los lucros por la especulación financiera; en la desigualdad fiscal; con sistemas fiscales regresivos, con mayor tributo fiscal por los rendimientos del trabajo y con menos impuestos fiscales a las ganancias del capital.

*Sindicalista salvadoreño

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