El Amigo.
¡La hicieron! ¡Ganaron! ¡Increíble fue la hazaña de la Selección Salvadoreña de Ajedrez! En compensación, en un elegante Teatro de la ciudad recibía la Copa Dorada que acreditaba a El Salvador ser Campeón de la Contra-Olimpiada Internacional de Trípoli, Libia, 1976. Como se recordará, tal competencia mundial fue realizada paralelamente a la 22ª. Olimpiada de Ajedrez en Haifa, Israel.
Y pese a la polémica que se desató, la Federación Internacional del Juego Ciencia –FIDE, siglas en francés- reconoció la Olimpiada de Libia. Está en sus registros documentales históricos como puede verse en el cuadro a continuación. EL SALVADOR FUE CAMPEÓN con 38 ½ puntos; Túnez, Sub-campeón con 36 y Pakistán, tercero con 34 ½ puntos. Perdió con Túnez e Irak empatando con Afganistán. Es así una competencia pero su participación en si fue impecable.
¡Dios fue justo, ecuánime, cabal! ¡El triunfo fue merecido! En primer lugar porque la Delegación Guanaca compuesta de 8 miembros, representaba la Edad de Oro del espíritu ajedrecístico que se movía en las aguas cristalinas de El Salvador. Como un Jardín de rosas, usando esta metáfora, de las ansias internas en las almas de la juventud nacional queriendo ser algo. En el caso del Ajedrez, ser Campeones, sueño logrado olímpicamente a nivel mundial. En segundo lugar por la capacidad técnica equilibrada de los jugadores. Titulares y reservistas tenían magníficas condiciones tanto que pudo alternárseles cuando convenía, con relativa facilidad. En ajedrez no hay suerte, no hay azar. Anímica y técnicamente la Selección estaba preparada. Y dice el dicho: “En cuanto más me preparo más suerte tengo.” Trabajaban 24 horas. En tercer lugar la juventud de los jugadores. Fue la representación más joven entre las 34 que participaron. Permitió un esfuerzo continuo y de equipo bien organizado. En otras palabras, sacaron el pecho, se fajaron. Esto cuenta, lo resumo así. El factor técnico fue importante pero no el único, determinante. Hubo pues diferentes condiciones que pesaron en la balanza. Fue justo, destaco, porque además era un equipo auténticamente Olímpico no como otros especialmente en Israel que alineaban profesionales. La prensa internacional destacó tales aspectos, de ahí los he tomado, no son juicios subjetivos míos; de este servidor amigo suyo.
A los puntos anteriores agrego uno de mi cosecha, jamás mencionado. ¡Y es que este grupo era en verdad ambicioso! Se necesita ese fuego interior positivamente, para ganar. Sin respeto para nadie, no tenían temor a ningún Maestro Internacional de los 8 que asistieron. Por el contrario, les llevaban hambre. Comenzando por el Jefe Delegación Tte. Cnel. Adolfo Majano que en simultáneas en El Salvador, había ganado ya a más de uno. Los jugadores por su lado en su haber tenían haber crucificado no uno, sino varios M.I. Ver Curriculum de cada uno. Enrique Castro, Capitán Equipo fue buen coordinador. Los jugadores estuvieron a la altura. Boris Pineda en 1er. tablero hizo 9 puntos de 13 posibles, 69.2 % de actuación. René Mauricio Grimaldi, 11 puntos, 84.6 % de actuación, medalla de plata en 2º tablero. Salvador Infante Meyer, 8 puntos de 10 partidos, 85 % de actuación; medalla de oro en 3er. tablero. Antonio Grimaldi, 4º. tablero, 8 puntos de 12 partidos, 66.6 % actuación. Roberto Camacho, 2 partidos, 75 % actuación y Antonio Velásquez, 2 partidos, 25 % actuación. Mi reconocimiento a estos excelentes jugadores. La prensa salvadoreña y el medio nacional en general los recibió con honores. El Coronel Arturo Armando Molina, Presidente de la República, el 23 Noviembre 1976 los homenajeó en Casa Presidencial, manifestando orgullo.
No me pesa decirlo. Los hechos hablan por sí solos. Conozco esta historia de primera mano, según me la han relatado. Creí conveniente por tanto estamparla en las presentes líneas para que quede constancia de ello. Por las circunstancias que sean, pocas veces, por no decir ninguna en deportes, El Salvador ha llegado a la cima de un Campeonato Mundial como esta vez. En otras áreas ha habido casos equiparables como, “La Chica más bella del mundo.” Con Maribel Arrieta Gálvez, primera finalista en el Concurso Miss Universo 1955. Por un pelo no ganó. La fama de El Salvador se extendió y mucho se habló de ella entonces, y del país. De su belleza y encanto que cautivó siendo declarada “Miss Simpatía.” De igual modo y sobrepasando la línea, en Noviembre 1976 el Equipo Salvadoreño de Ajedrez se coronó Campeón Mundial de la Olimpiada Internacional de Trípoli. Acompasada por el calor del público Tripolitano que vio como propio a nuestro Equipo. En la clasificación final Libia quedó a la mitad de la Tabla de Posiciones. En el Teatro mencionado recibió las medallas, premios y la COPA DORADA TAN PRECIADA. Los demás participantes también fueron estimulados. El triunfo fue de El Salvador.
Las siguientes palabras resumen la sorpresa total que en el país mismo tal victoria significó. “Si a alguien le hubiesen dicho, antes de la competencia, que El Salvador iba a ser campeón mundial en Libia, probablemente habría soltado una carcajada.” Expresó el 16 Noviembre 1976 el prestigioso periodista César Temes, en Columna Rápidas del Ambiente, Diario de Hoy. Sugirió, “rendir homenaje a nuestros campeones.” Lo merecieron y merecen hoy a tantos años de distancia. Pues como la Chicha de Chalate y Morazán o el vino importado, en cuanto más viejos más añejos. Más sabor y calidad tienen. Esto quiere decir que en 2018 sin pasiones puede apreciarse mejor aquel triunfo mundialista de 1976, que fue de todos. Hasta aquí. ¿Cómo terminó la Odisea? ¿Qué hizo la Selección de Ajedrez de regreso la Ítaca salvadoreña, al hogar dulce hogar que es Cuscatlán? Aún hay más. Terminaré el relato de esta travesía en próximo artículo y último de esta historia.