Marvin Aguilar
Desde Pekín, República Popular China. Especial para El Independiente.
Contra el mundo? Contra la comunidad económica internacional para ser exactos. Donald Trump ha comenzado a desmontar el neoliberalismo. a los populistas estadounidenses no les gustó el mundo que creó su establishment político.
«América Primero» sustituirá a la ideología del libre comercio mundial y buscará –según Trump- impulsar empresas estadounidenses.
Comenzó cancelando los acuerdos de libre comercio con Europa (a quien Trump definió como un enemigo más) y Asia (denominado por Trump como su enemigo económico); luego la subida de impuestos al acero hizo marcharse a Harley Davidson de EE.UU. y está en ruta a eliminar el NAFTA-Telecan. Es clara su intención de aislarse del mercado mundial y comprar menos cosas en el extranjero.
Paulatinamente habrá menos dólares en el mundo y provocará que los bancos centrales -como ya inició el europeo- comiencen a sustituir sus reservas de dólares a yuanes chinos. Igualmente Rusia (su otro, según Trump, enemigo en varios aspectos) planea una venta de bonos en reminbis y no en dólares.
En República Dominicana antes de la firma de relaciones plenas con China Popular la embajada de Estados Unidos, algunos medios de prensa y empresarios de derecha advirtieron –como aquí- al país caribeño que las promesas chinas eran un cuento. China continental se prepara para invertir en la isla $10,000 millones y abrió en Haití una oficina comercial.
Sí lo que pretende la embajadora Jean Manes es a fuerza de miedo ubicar a El Salvador al lado de un bando en esta guerra que Trump ha comenzado contra el mundo, puedo advertirle que, no funcionó en Costa Rica, Panamá y República Dominicana.
¿Debe preocuparnos hacer negocios con China Popular como asegura la embajadora Jane Manes? Las mismas empresas estadounidenses como Coca Cola, Ford o Microsoft han adversado la guerra comercial que comenzó Donald Trump.
Esto es porque las primeras víctimas no son chinas sino estadounidenses: los impuestos se están aplicando a materias primas que las empresas exportan para hacer sus productos en EE.UU.
O empiezan a comprar en otro lado o compran en EE.UU. aumentando así costos de producción. Ya la más importante fábrica de clavos comenzó a despedir empleados debido al incremento de costos y las perspectivas son trasladarse a México o cerrar.
Si tomamos nota que la deuda de EE.UU. con China es de $1,300 billones, las alarmantes declaraciones en El Salvador de la embajadora Manes no pasan de una anécdota desafortunada que ya antes Gabriel García Márquez la habría narrado con otros protagonistas en la literatura macondiana y como tal deberíamos asumirlas.
La embajadora por sus nexos con Latinoamérica sabe que gobernar El Salvador ansioso y de mentalidad mágico-religiosa es difícil pero, igualmente conoce que, sus tergiversadas palabras contra la inversión china son posibles decirlas gracias al prestigio de la diplomacia y aprecio al pueblo estadounidense que guardamos en la región. No se vale entonces que aprovechándose de ese respeto, admiración y confianza infunda miedo donde solo hay intención de hacer negocios y cooperación.
La idea que dejaron en el ambiente sus declaraciones de tropas chinas desembarcando en el golfo de Fonseca contrasta con las 800 bases militares estadounidenses por todo el mundo.
China a excepción de Yibuti (en una fuerza internacional conjunta que combate piratas) no posee tropas fuera de su territorio. Igualmente el trasnochado argumento racista que ya se usó aquí en 1933 cuando se reformó la Ley de Migración Salvadoreña para prohibir la entrada de chinos por robarles empleos a los salvadoreños ignora que en 2018 los salarios medios chinos son más altos que el salario mínimo nuestro haciendo más caro traer empleados desde China. En realidad lo que siempre garantiza China (como EE.UU.) es la contratación de sus empresas y tecnologías.
En Latinoamérica, China Popular lleva invertido $236 mil millones y para 2025 espera invertir $500 mil millones. Esto hace que China sea el segundo socio comercial, tercer inversor y primer prestamista en la región, siendo, tres gobiernos de derecha: Brasil, Perú, Chile además de Uruguay quienes lideran la asociación chino-latinoamericana.
Corolario:
Donald Trump ante el asombro y negación de propios y extraños no solo nos llamó «shithole». Sino que culpa a los gobiernos de Centro América de no hacer absolutamente nada para detener la migración de nuestra gente hacia EE.UU. ¿Ignoran las élites políticas estadounidenses que las remesas hacen ricos a quienes se lucran de la cultura consumista y, es a ellos quienes conviene el circulo vicioso de la migración?
Igualmente nos llama cómplices del narcotráfico porque no hacemos nada por evitar que siga fluyendo hacia el gran mercado del norte la droga que viene de Suramérica (sin explicar por qué al parecer ni sus funcionarios a cargo del tema ni nadie persigue narcotraficantes)
Finalmente nos llama enemigos porque no estamos impidiendo que China avance en la región (sin prometer una inversión similar o mejor que China y que no sea fuente de enriquecimiento de políticos corruptos).
La estrategia utilizada por EE.UU. con el tema chino está siendo equivocada, como en la guerra civil (1980-1992), si China Popular avanza es por el abandono geo estratégico del hemisferio que está haciendo los Estados Unidos de Trump. Simple.