Descubierta la primera fuente de rayos cósmicos

Por primera vez desde que los rayos cósmicos fueran descubiertos en 1912, un equipo internacional de investigadores ha conseguido localizar uno de los puntos de origen de estos chorros de partículas de altísima energía que bombardean continuamente la Tierra. El hallazgo se acaba de publicar en la revista «Science».

Desde que el mundo es mundo, la Tierra sufre el bombardeo constante de millones de partículas de alta energía procedentes del espacio profundo. Al colisionar con los átomos de la atmósfera, esos diminutos proyectiles que nos llegan casi a la velocidad de la luz ponen en marcha toda una serie de reacciones nucleares, generando nuevas partículas que vuelven a chocar con otros átomos en una reacción en cadena. El resultado es una auténtica «cascada» de partículas secundarias que terminan por caer sobre nuestro planeta y que pueden ser detectadas por los instrumentos de los científicos.

Sin embargo, nadie había conseguido aún determinar su procedencia. La energía a la que esas «colisiones atmosféricas» se producen es cien millones de veces superior a la que es posible alcanzar en los mejores aceleradores, las herramientas más poderosas y sofisticadas de cuantas manejan los físicos.

En la pista de los neutrinos
Conocidas por el nombre de «rayos cósmicos», investigadores de todo el mundo llevan ya más de un siglo (se detectaron por primera vez en 1912) tratando de averiguar, sin éxito, de dónde vienen estas energéticas partículas espaciales. Sabemos que las «fuentes» de las que manan deben ser fenómenos de extraordinaria violencia, situadas a miles de millones de años luz. ¿Pero dónde exactamente? ¿Qué clase de eventos, además, podrían generar un haz de energía capaz de cruzar la inmensidad del Universo y llegar hasta nosotros con semejante fuerza?

Ahora, un equipo internacional de científicos ha localizado, por primera vez, una de esas fuentes de rayos cósmicos. Y lo ha hecho siguiendo la pista de los neutrinos de alta energía surgidos al mismo tiempo y del mismo lugar del que manan las partículas. La extraordinaria noticia ha merecido esta semana dos artículos y la portada de «Science».

Las observaciones, llevadas a cabo por el Observatorio de Neutrinos Ice Cube, situado en el Polo Sur, han sido confirmadas por telescopios de todo el mundo, tanto terrestres como orbitales. Por fin, el misterio de los rayos cósmicos parece estar cerca de desvelarse.

La razón para recurrir a los neutrinos es sencilla. Debido a que los rayos cósmicos están hechos de partículas cargadas, principalmente protones, sus trayectorias no pueden rastrearse «a la inversa» siguiendo una línea recta que nos lleve directamente hasta sus lugares de origen. Los numerosos y potentes campos magnéticos que encuentran en su camino, en efecto, desvían una y mil veces la trayectoria de esos rayos en su compleja y zigzagueante ruta hasta la Tierra.

Por fortuna, los poderosos «aceleradores cósmicos» que producen los rayos también generan neutrinos, partículas sin carga y que, por lo tanto, no se ven afectadas ni siquiera por los campos magnéticos más poderosos. Los neutrinos, también conocidos como «partículas fantasma», prácticamente no tienen masa, por lo que tampoco interactúan muy a menudo con la materia. Es decir, que son capaces de viajar en línea recta y sin perturbaciones directamente desde sus fuentes hasta nosotros, atravesando sin inmutarse planetas, estrellas, galaxias y campos magnéticos como si éstos no existieran.

«La era de la astrofísica de mensajeros múltiples ya está aquí», afirma France Córdova, director de la National Science Foundation (NSF) organismo del que depende el detector de neutrinos IceCube. «Cada mensajero, desde la radiación electromagnética, las ondas gravitacionales y ahora los neutrinos, nos brinda una comprensión más completa del Universo y nuevos e importantes conocimientos sobre los objetos y eventos más poderosos del cielo. Tales avances solo son posibles a través de un compromiso a largo plazo con la investigación fundamental y la inversión en excelentes instalaciones de investigación».

El detector IceCube, por ejemplo, fue construido y diseñado específicamente para identificar y rastrear neutrinos de alta energía. En 2013, IceCube observó los primeros neutrinos más allá de nuestra galaxia y desde entonces ha llevado a cabo numerosas mediciones fundamentales en astronomía de neutrinos, ayudando a los científicos a dar sentido a la materia en sus formas más elementales.

Un único neutrino
En su trabajo, los investigadores lograron trazar el camino que había seguido un único neutrino, detectado por IceCube el 22 de septiembre de 2017. Y comprobaron que procedía de un «blazar» ya conocido, aunque poco estudiado hasta ahora. Un blazar, uno de los fenómenos más violentos del Universo, es una galaxia elíptica gigante con un enorme agujero negro supermasivo que gira rápidamente en su núcleo. Una de las características distintivas de los blazars es que emiten desde sus polos dos enormes y masivos chorros gemelos de luz y partículas elementales. Designado como TXS 0506 + 056, uno de los chorros de este blazar en concreto apunta directamernte hacia la Tierra. Situado en el cielo justo al lado del «hombro» izquierdo de la constelación de Orión, el responsable de la emisión de neutrinos de alta energía detectados por IceCube se encuentra a unos 4.000 millones de años luz de distancia.

En palabras de Francis Halzen, investigador principal del observatorio de neutrinos IceCube, «la evidencia para la observación de la primera fuente conocida de neutrinos de alta energía y rayos cósmicos resulta convincente».

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