La bomba atómica de Hiroshima Nagasaki y la amenaza nuclear de EE.UU.

René Hurtado

El 6 y 9 de Agosto de 1945, Estados Unidos inició la destrucción de los seres humanos lanzando dos bombas atómicas hace 73 años, que dejó unos 300 mil habitantes de Japón asesinados; destruyó las ciudades de Hiroshima y Nagasaki y miles de japoneses quedaron en peligro de muerte por los efectos radioactivos de las dos bombas atómicas y que dejaron a los japoneses muriendo lentamente en los siguientes años de cáncer en los huesos y otras enfermedades.

Los números fríos ya eran conocidos por todos: 140 mil muertos, los cuales sucumbieron a los efectos de la bomba, llamada Little Boy (pequeño niño), que contenía 64 kilos de uranio-235, la cual demoró 44,4 segundos en caer desde los 9400 metros de altura en los que se la tiró hasta los 540, en que fue detonada. Su radio de destrucción fue de unos 1,6 kilómetros, y generó incendios en un área de 11 kilómetros cuadrados alrededor. El Enola Gay, el avión bombardero Boeing B-29 Superfortress que tiró la bomba, sintió la onda expansiva de la explosión a los 18,5 kilómetros de distancia.

Si bien en ese momento no existía el término, al texto de Hersey bien podría valerle el título de «noticia viral». Fue el único artículo publicado en ese número, y fue leída y debatida por millones. Concluida la guerra, y cuando ya empezaban a disminuir las emociones más eufóricas respecto al triunfo aliado, la crónica de Hersey llegó para ponerle una cara humana al horror, un racontto de cómo seis personas comunes lograron sobrevivir a una de las mayores tragedias del siglo XX.

Todas las investigaciones históricas posteriores al hecho parecieran coincidir en un dato: que el presidente Harry Truman decidió usar la bomba atómica para forzar la rendición incondicional de Japón en la Segunda Guerra Mundial, y acelerar el final del conflicto. La combinación de los ataques kamikazes de aviones japoneses, sumado a lo costoso que habían sido las batallas de Okinawa e Iwo Jima para el ejército estadounidense, habían convencido al gobierno de que los japoneses pelearían hasta el final.

Desde entonces, sin embargo, han surgido numerosas críticas a esta visión. El mismo Dwight Eisenhower, quien fue presidente luego de Truman, argumentó en sus memorias que la bomba había sido innecesaria, y existe cierto consenso de que el país nipón hubiera aceptado rendirse si se le hubiese permitido mantener en su lugar al emperador, una forma de evitar la deshonra nacional.

El 6 de Agosto de 1945, después de la “alarma del bombardeo” en Japón, terminaron a las 7:30 de la mañana, 45 minutos después, a las 8:15 de la mañana, el avión lanzó la bomba atómica, que destruyó a Hiroshima. Al no rendirse Japón, los Estados Unidos, el 9 de agosto – tres días después -lanzó la segunda bomba atómica sobre la ciudad de Nagasaki que al igual que Hiroshima, quedaron destruidas dejando miles de muertos.

El presidente Truman salió a anunciar que Estados Unidos estaba en posesión de una nueva arma, y advirtió a Japón que si no aceptaba sus términos de rendición, le «caería encima una lluvia de ruinas que el mundo jamás había visto».

Fueron los mensajes de los miembros del gabinete japonés de guerra, que fueron decodificados por los estadounidenses y donde reconocían que seguramente llegarían más bombas como esa, «pero que la guerra seguiría», los que llevaron a Estados Unidos a decidir lanzar la segunda bomba atómica sobre Nagasaki, lo que sucedió el 9 de agosto de 1945.

El 14 de agosto, el emperador Hirohito anunció la rendición incondicional de Japón.
Tanto Estados Unidos y especialmente Rusia, había ganado la segunda guerra mundial al destruir al ejército nazis de Hitler, conquistando a Alemania y tanto Estados Unidos y Rusia, se dividieron Alemania, construyendo un muro que fue derribado por el pueblo Alemán, el 9 de noviembre de 1989.

Pero en el presente siglo XXI los gobiernos de Estados Unidos, siguen amenazando con guerras y armas nucleares a todos los gobiernos del mundo.

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