Luego del pronunciamiento en cadena nacional de radio y televisión ofrecido el lunes 20 de agosto, por el Presidente de la República, profesor Salvador Sánchez Cerén, en el que dio a conocer al pueblo salvadoreño y demás pueblos del mundo el establecimiento de relaciones diplomáticas con la República Popular China, los lloriqueos de la derecha salvadoreña política y empresarial se han alzado en una cruzada de amenazas y fatalidades, respaldadas por la ultraderecha estadounidense, presagiando un tormentoso futuro que está lejos de llegar a ser realidad.
Entre estas amenazas podemos citar la del político estadounidense Marco Rubio, de suspender la cooperación de los Estados Unidos al Plan Alianza para la Prosperidad, destinada al Triángulo Norte de Centroamérica formado por los Estados de Honduras, Guatemala y El Salvador, cooperación que además de no ser fluida, tiene como objetivo detener la migración ilegal hacia dicho país para preservar la seguridad de los Estados Unidos, por lo que quien más pierde con una suspensión de esta condicionada ayuda, son los Estados Unidos.
Quienes critican que la decisión es abrupta, sin transparencia y sin información olvidan que en su programa de gobierno el FMLN definió una política de relación con todos los países del mundo sin restricciones ideológicas, por ello el primer gobierno del FMLN, restableció las relaciones con Cuba y en el programa del segundo gobierno estaba escrito que se establecerían relaciones con la República Popular China; lo cual era algo natural que se esperaba desde el inicio de la gestión, en tanto el FMLN como partido de izquierda antes de estar en el gobierno, ya sostenía relaciones de larga data, con el gobernante partido Comunista de China.
El gobierno de El Salvador, ha declarado falsa, decepcionante y como una bajeza la supuesta declaración de Taiwán en el sentido de que El Salvador le haya pedido una ayuda astronómica para invertir en el puerto de la Unión y financiar las elecciones del 2019, como condición para mantener las relaciones con Taiwán y menos que le haya pedido ayuda para financiar al FMLN como tergiversan algunos medios de comunicación, quienes no deberían de omitir que ARENA sí se apropió de más de 10 millones provenientes de Taiwán que eran para damnificados de Las Colinas.
Si bien el rompimiento de relaciones con Taiwán podrá generar algunos inconvenientes por la natural suspensión de algunos convenios o por represalias de los funcionarios taiwaneses por la falta de reconocimiento a su pretensión de ser tratados como un Estado soberano e independiente; dichos inconvenientes serán resueltos en el corto, mediano o largo plazo, en tanto la falta de relaciones diplomáticas no impide el mantenimiento de intercambios comerciales, turísticos, artísticos o de otra índole lícita.
La República Popular China, es una potencia económica en constante crecimiento en el marco de lógica de la Organización Mundial del Comercio, OMC, compite con otras grandes potencias, representa un enorme mercado lleno de oportunidades y sorprende que los dirigentes de las gremiales empresariales salvadoreñas, por miopía política y sesgo ideológico, no vean la oportunidad de progreso y desarrollo que ahora les abre el segundo gobierno del FMLN y se preocupen más por los mitos que por las realidades en las relaciones diplomáticas entre El Salvador y la República Popular China.