Renato Martinez.
«Custodiar cada día este bien valioso – el agua – representa hoy una responsabilidad ineludible, un verdadero y auténtico desafío: es necesaria la cooperación eficaz entre los hombres de buena voluntad para colaborar en la obra continua del Creador… Recemos para que las aguas no sean signo de separación entre los pueblos, sino signo de encuentro para la comunidad humana”, lo escribe el Papa Francisco en su Mensaje para la Jornada Mundial de Oración por el cuidado de la Creación 2018, que se celebra este 1 de septiembre, centrado en el tema del Agua, particularmente en dos aspectos: “El respeto del agua como elemento precioso y el acceso al agua como derecho humano”.
El don de la casa común
En su Mensaje, el Santo Padre recuerda que esta Jornada es un momento oportuno para agradecer al Señor por el don de la casa común y por todos los hombres de buena voluntad que están comprometidos en custodiarla. “Agradezco también – afirma el Pontífice – los numerosos proyectos dirigidos a promover el estudio y la tutela de los ecosistemas, los esfuerzos orientados al desarrollo de una agricultura más sostenible y una alimentación más responsable, las diversas iniciativas educativas, espirituales y litúrgicas que involucran a tantos cristianos de todo el mundo en el cuidado de la creación”.
No hay ecología sin una adecuada antropología
De otro lado, el Sucesor de Pedro señala que, debemos reconocer que no hemos sabido custodiar la creación con responsabilidad y que la situación ambiental, tanto a nivel global como en muchos lugares concretos, no se puede considerar satisfactoria. “Con justa razón – precisa el Papa – ha surgido la necesidad de una renovada y sana relación entre la humanidad y la creación, la convicción de que solo una visión auténtica e integral del hombre nos permitirá asumir mejor el cuidado de nuestro planeta en beneficio de la generación actual y futura, porque «no hay ecología sin una adecuada antropología»”.
El agua, un elemento tan sencillo y precioso
En esta Jornada Mundial de Oración por el cuidado de la creación, que la Iglesia Católica desde hace algunos años celebra en unión con los hermanos y hermanas ortodoxos, y con la adhesión de otras Iglesias y Comunidades cristianas, el Papa Francisco invita a poner la atención sobre la cuestión del agua, un elemento tan sencillo y precioso, cuyo acceso para muchos es lamentablemente difícil si no imposible. “El acceso al agua potable y segura – subraya el Pontífice – es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos”.
El agua en la creación y en el desarrollo humano
Este elemento, señala el Papa Francisco, nos invita a reflexionar sobre nuestros orígenes. El cuerpo humano está compuesto en su mayor parte de agua; y muchas civilizaciones en la historia han surgido en las proximidades de grandes cursos de agua. “Pensando en su papel fundamental en la creación y en el desarrollo humano, siento la necesidad de dar gracias a Dios – afirma el Pontífice – por la hermana agua, sencilla y útil para la vida del planeta como ninguna otra cosa”. Precisamente por esto, precisa el Santo Padre, hoy más que nunca es necesaria una mirada que vaya más allá de lo inmediato, urgen proyectos compartidos y gestos concretos, teniendo en cuenta que es inaceptable cualquier privatización del bien natural del agua que vaya en detrimento del derecho humano de acceso a ella.
El agua, un elemento de purificación y de vida
Para los cristianos, recuerda el Obispo de Roma, el agua representa un elemento esencial de purificación y de vida. El agua santificada por el Espíritu es la materia por medio de la cual Dios nos ha vivificado y renovado, es la fuente bendita de una vida que ya no muere más. Jesús, durante su misión, ha prometido un agua capaz de aplacar la sed del hombre para siempre. Hoy, afirma el Papa, dejemos que resuenen con fuerza en nosotros aquellas palabras que él pronunció en la cruz: «Tengo sed» (Jn 19,28).
“El Señor nos sigue pidiendo que calmemos su sed, tiene sed de amor. Nos pide que le demos de beber en tantos sedientos de hoy, para decirnos después: «Tuve sed y me disteis de beber» (Mt 25,35). Dar de beber, en la aldea global, no solo supone realizar gestos personales de caridad, sino opciones concretas y un compromiso constante para garantizar a todos el bien primario del agua”.
El imponente y maravilloso don de las grandes masas de agua
En esta Jornada, el Papa Francisco también invita a dar gracias al Creador por el imponente y maravilloso don de las grandes masas de agua – de los mares y de los océanos – y de cuanto contienen. Dirigir nuestra mente hacia las inmensas extensiones marinas, también representa, en cierto sentido, la oportunidad de pensar en Dios, que acompaña constantemente su creación haciéndola avanzar, manteniéndola en la existencia.
Por ello, custodiar cada día este bien valioso – precisa el Pontífice – representa hoy una responsabilidad ineludible, un verdadero y auténtico desafío: es necesaria la cooperación eficaz entre los hombres de buena voluntad para colaborar en la obra continua del Creador. “No podemos permitir – advierte el Papa – que los mares y los océanos se llenen de extensiones inertes de plástico flotante. Ante esta emergencia estamos llamados también a comprometernos, con mentalidad activa, rezando como si todo dependiese de la Providencia divina y trabajando como si todo dependiese de nosotros”.
Jornada de oración
“Recemos – invita el Papa Francisco – para que las aguas no sean signo de separación entre los pueblos, sino signo de encuentro para la comunidad humana. Recemos para que se salvaguarde a quien arriesga la vida sobre las olas buscando un futuro mejor”. Pidamos al Señor, y a quienes realizan el eminente servicio de la política, que las cuestiones más delicadas de nuestra época sean afrontadas con responsabilidad. Recemos por cuantos se dedican al apostolado del mar. Recordemos también a cuantos se ocupan de la protección de las zonas marinas, de la tutela de los océanos y de su biodiversidad, para que realicen esta tarea con responsabilidad y honestidad.
Finalmente, concluye el Santo Padre, nos preocupan las jóvenes generaciones y rezamos por ellas, para que crezcan en el conocimiento y en el respeto de la casa común y con el deseo de cuidar del bien esencial del agua en beneficio de todos. “Mi deseo es que las comunidades cristianas contribuyan cada vez más y de manera más concreta para que todos puedan disfrutar de este recurso indispensable, custodiando con respeto los dones recibidos del Creador, en particular los cursos de agua, los mares y los océanos”.