(Por: Róger Hernán Gutiérrez*)
«De acuerdo con la OIT, la tasa mundial de desempleo juvenil ascendió al 13.1 por ciento en 2017. Tres de cada cuatro jóvenes que tienen un empleo trabajan en la economía informal—es decir en un trabajo indecente— especialmente en sociedades empobrecidas como la nuestra. ¿Y dentro de los candidatos a la opción presidencial del próximo año, hay en su programa de gobierno algo al respecto hacia la población joven? Parece ser que quien trabaje la parte formativa de los jóvenes u oriente con recursos suficientes los programas hacia los jóvenes tendrá una oportunidad invaluable para lograr buenos resultados electorales.
Recientemente se presentó el Informe de Desarrollo Humano del país del PNUD referido a ¡Soy Joven! ¿Y ahora qué?, el cual hace un llamado a invertir más en la juventud y empoderarla, para que el país alcance un desarrollo humano alto. Esa parecería ser una meta clara e importante de trabajar por toda la institucionalidad del país y demás estamentos de la sociedad.
Los aspectos que la OIT plantea referido al mercado de trabajo para los jóvenes es que el “empleo informal es una de las principales razones de la elevada incidencia de la pobreza laboral entre los jóvenes (16,7 por ciento). Muchos jóvenes están en situación de desempleo o no reciben educación ni formación (nini)”. Actualmente El Salvador cuenta con aproximadamente 2 millones de personas jóvenes entre 15 y 29 años representando el 30% de la población”.
Según estimaciones de la OIT, más del 20 por ciento de la juventud no tiene empleo ni recibe educación o formación, y tres de cada cuatro jóvenes en esa situación son mujeres. Al mismo tiempo, el grado de instrucción está aumentando. Los jóvenes prolongan su educación y cada vez tienden más a compaginar el trabajo con los estudios para tener acceso al mercado de trabajo.
“La inmensa mayoría (86%) de los 25,6 millones de jóvenes que ingresarán en el mercado de trabajo antes de 2030 vivirá en países emergentes y en desarrollo (OIT, 2017)”. Si bien la coyuntura brinda una importante oportunidad de aprovechar este nuevo potencial, también intensifica la competencia entre los jóvenes para acceder al limitado número de empleos disponibles.
Respecto a la transición al mercado laboral realizado en 2017, solo el 16.6% de las personas jóvenes que pertenecen a la población económicamente activa tiene trabajo decente. Este porcentaje disminuye en el área rural, en los hogares con menores ingresos entre las personas jóvenes menores de 24 años. La situación presenta un drama nacional que hace presión a diferentes niveles en tanto que una juventud desorientada, sin dirección, poco formada y dedicada a diversas actividades pareciera según el PNUD una situación que recomienda poner especial énfasis en cinco grupos específicos como: Jóvenes fuera del sistema educativo y en riesgo de deserción, jóvenes en transición al mercado laboral, mujeres jóvenes que no estudian y realizan tareas de cuido, jóvenes rurales y jóvenes en riesgo por la violencia en conflicto con la ley.
Por hoy la situación de la juventud no es la mejor y el reciclaje de personas que salen y entran al mercado de trabajo, es totalmente desproporcionado, pues los sistemas de pensiones no ofrecen una situación bonancible y muchas personas en edad de pensionarse se aferran al empleo no dando oportunidad a que el joven ocupe el lugar de trabajo, esto va ir agravándose más por cuanto las reformas previsionales del pasado sept207, siguen sin resolver la forma de sostenimiento de los actuales y futuros pensionados; y hay una clara intención de no facilitar y otorgar el derecho a una pensión. La juventud es parte de esa lógica de la que se espera que sostenga los sistemas de seguridad social (en especial, los regímenes de pensiones y de atención de salud) para mantener el potencial número de trabajadores jubilados. La especial incidencia del desempleo y la pobreza de los trabajadores son factores que llevan a migrar por oportunidades laborales en otros lugares, combinada con mejores perspectivas de trabajo, ingresos y oportunidades educativas, y los sistemas de bienestar social existentes en otros lugares (factores de atracción), arrastra a menudo a la juventud a buscar mejores oportunidades de empleo y educación en otros lugares.
Hay objetivos dentro la agenda de desarrollo gubernamental empeñados en erradicar la pobreza, la violencia y la exclusión, mejorar la calidad de vida, conquistar la igualdad y la justicia social”, pero falta medir y evaluar esto con mayor objetividad, para poder entenderlo como población y avanzar hacia un posible tercer período.
*Sindicalista salvadoreño