Estos cambios epigenéticos permiten que el genoma humano se adapte a su entorno y el ácido desoxirribonucleico modificado se transmita a la próxima generación de células, así como a la información que determina si un gen particular es o no activado.
El estudio, dirigido por el especialista Jakob Kaminski, comparó los resultados de las pruebas de cociente intelectual de cerca de mil 500 adolescentes con las modificaciones epigenéticas de los jóvenes.
Para ello se centró en testar genes importantes en la transmisión de señales basada en la dopamina, un mensajero químico del sistema nervioso central, crucial para modular el impulso y la motivación de una persona.
Demostraron entonces un vínculo entre la regulación epigenética de la dopamina y el rendimiento en el test intelectual de un individuo.
De esta forma comprobaron que las experiencias personales y relacionales afectan al desarrollo neuronal y además influyen en los mecanismos genéticos implicados en procesos complejos, como es el caso de la inteligencia.
Aunque un cambio epigenético por sí solo no alcanza a transformar la evolución de una persona, especialmente en lo que respecta a su nivel intelectual, esta investigación ha comprobado que desempeña un papel importante en la evolución de las funciones cognitivas, asegura Kaminski.