Walter Raudales. Escritor, Periodista y Director del Periódico El Independiente.
Ver imágenes y ser testigos de los últimos acontecimientos ocurridos en las cercanías del mercado de Santa Tecla, parecieron un retroceso a los tiempos de la represión y la guerra que vivimos en El Salvador. En un momento histórico donde la tecnología supera nuestro nivel de diálogo no deja de sorprendernos aún en pleno siglo XXI.
Como lo expresé en una entrevista televisiva, a la que fui invitado, ratifico por este medio que es de ustedes que: NADA JUSTIFICA LA VIOLENCIA Y LA MUERTE OCASIONADA POR MIEMBROS DEL CAMST (Cuerpo de Agentes Municipales de Santa Tecla) A UN VENDEDOR DE SANTA TECLA”
Todos hemos sido testigos de los disturbios de la semana pasada, en donde miembros del Cuerpo de Agentes Municipales de la alcaldía de Santa Tecla dispararon, balas de verdad y de goma, contra vendedores que realizaban una protesta, dejando como saldo un vendedor asesinado y varios heridos. Estamos acostumbrados a condenar al que practica la violencia cuando es del lado contrario, olvidando con ello los Derechos Humanos que no tienen ni color político, ni religión, ni hace discriminación.
No soy el representante de Derechos Humanos, y no estoy seguro si la Procuradora se ha pronunciado al respecto, no he visto noticias ni información sobre eso, pero pienso que desde nuestra trinchera los medios y población civil tenemos la responsabilidad de pronunciarnos al respecto.
En la entrevista televisiva sostuve que: “Como país es una vergüenza que esto aún suceda. El director del CAMST, el coronel Gilber Cáceres, quien tuvo una participación activa durante el conflicto armado pasado, sabe muy bien que una chispa puede llevar a una llamarada”.
Para mí, independientemente de las implicaciones políticas y electorales de esos hechos de represión, con balas de verdad y balas de goma a corta distancia, lo verdaderamente grave de este conflicto es la razón real de esa acción represiva. Pues de ser así como sociedad no hemos evolucionado ni un ápice. Y no es que esté en desacuerdo con el reordenamiento de los mercados, ni la limpieza, ni un mejor servicio para quienes compramos en él. Simplemente que la guerra se superó hace más de 30 años, los acuerdos de paz y la implementación de los Derechos Humanos son para eso. Debemos elegir el diálogo, la negociación, apoyo de instancias superiores si se nos van de las manos los encuentros, etc. Es decir que “NADA DEBE JUSTIFICAR LA VIOLENCIA”
Demás está decir la factura política que esto implica para el partido que está administrando esta comuna y considero un buen momento para pedir perdón a los vendedores y sus familias, retomando las negociaciones como deben ser: POR LA VÍA PACÍFICA Y EL DIÁLOGO.
E insisto: Los vendedores son seres humanos con el objetivo de sostener sus familias a falta de trabajo y oportunidades, no son pandilleros ni delincuentes. Y el vendedor que lamentablemente murió no lo era, sólo buscaba llevar el sustento a su familia, que ahora en su ausencia será una cuesta más pesada que llevar, además de la muerte del proveedor, el desalojo de su espacio de venta y para colmo el sufrimiento de su familia.
¿Es eso lo que queremos en pleno siglo XXI?