La investigadora mexicana Berenice Domínguez Cruz creó una nariz electrónica que busca imitar el funcionamiento del sistema olfativo de una persona donde, al igual que en la nariz humana, participan varios sensores que reaccionan a moléculas específicas y generan señales que se transforman en información en el cerebro.
Los sensores están elaborados a base de polímeros, y una vez que las sustancias se impregnan a ellos la información es enviada a una unidad de interpretación, donde se miden su concentración.
El olfato electrónico se encuentra en fase de desarrollo de materiales y de instrumentación electrónica, el objetivo es probarlo en poblaciones sanas y diabéticas para estudiar el comportamiento del aliento de los grupos y, por ende, determinar los niveles que nos indiquen cuándo se considera que una persona es diabética y cuando está sana.
La ventaja principal de este dispositivo es que se trataría de un sistema de monitoreo no invasivo, por lo que el paciente podría prescindir de los métodos que requieren la extracción de una muestra de sangre. El dispositivo está pensado para venderse a bajo costo.
Esta línea de investigación se inició en el Grupo de Polímeros Cimav y posteriormente dio lugar a un proyecto grupal de Cátedras del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), dentro del cual labora la investigadora.